El 3 de abril el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «profundamente preocupado», aprobó la Resolución 502 que pedía:
Quince sobre treinta países votaron a favor de la resolución, uno por encima del mínimo necesario, esto constituyó la primera derrota diplomática de Argentina. Los países miembros del Movimiento de Países No Alineados votaron en contra de la Argentina, exceptuando Panamá, mientras que la Unión Soviética —de quién se esperaba un veto—, España, Polonia y China se abstuvieron.
El 6 de mayo, el secretario general Javier Pérez de Cuéllar propuso, como paso previo para el inicio de las negociaciones, el retiro de las fuerzas de ambos de países de las islas. Al día siguiente el Reino Unido amplió el bloqueo naval a 12 millas del litoral marítimo argentino y decidió trasladar fuerzas de infantería que estaban en la isla Ascensión al frente de guerra. Reino Unido preparaba un desembarco.
El 26 de mayo el Consejo de Seguridad emitió la Resolución 505 que permitió a Pérez de Cuéllar intentar solucionar el conflicto deteniendo las acciones militares.
El 8 de abril el Gobierno de los Estados Unidos decidió que el secretario de Estado Alexander Haig iniciara una misión de acercamiento de los dos países enfrentados para encontrar una solución (no mediación).
Haig se reunió con Galtieri el 10 de abril en la Casa Rosada con la compañía de Vernon Walters. Nicanor Costa Méndez y Roberto Benito Moya estaban presentes.
En la reunión Haig agradeció a Galtieri la ayuda del Ejército Argentino a los Contras desde Honduras y el dictador argentino advirtió a Haig que la Argentina no dudaba de su soberanía en las islas. La respuesta de Haig fue que si insistía en la permanencia de un gobernador argentino en las islas, habría guerra. Y que en ese caso los británicos ganarían por sus fuerzas mayores a las de los argentinos.
Galtieri aprovecho para contarle que había llegado a la Argentina el embajador de Cuba pero que todavía no había conversado con él, y Haig respondió que el interés cubano por el caso Malvinas "aumentaba la tragedia" de lo hecho por Margaret Thatcher; que sin embargo, la Señora Thatcher era el líder vigoroso que apoya a los EE.UU. en la actualidad y que se la había arrinconado en el caso Malvinas.
Luego el Secretario Haig mencionó que la posición que había adelantado la Señora Thatcher constituía un ultimátum. Que, como primer paso, era necesario emprender la retirada de las fuerzas argentinas, pues sin retirada no habría ningún tipo de negociaciones. Adelantó que frente a esta postura, él había informado a la Señora Thatcher que EE.UU. no podía apoyarla.
Luego, Haig dijo que si la flota británica continuaba avanzando las emociones crecerían y el conflicto escaparía de todo control. Asimismo señaló que él creía tener las bases para la solución del caso, agregando que no podría volver a Londres con una proposición de soberanía argentina, pues sería rechazada. Por ello consideró que el tema de la soberanía no habría que mencionarlo. Galtieri manifestó que no era materia de negociación la soberanía argentina y que cualquier otra cosa podía ser objeto de ella.
Después de la reunión, Galtieri salió al balcón frente una multitud y atizó el conflicto: «si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla…».
Los jefes militares argentinos ignoraban la superioridad de las FF. AA. británicas a las argentinas en cuanto a tecnología y profesionalismo.
Argentina se veía condicionada por la Resolución 502 que si retiraba sus fuerzas de los archipiélagos, el Reino Unido debería detener el avance de la Fuerza de Tareas 317, además Margaret Thatcher no quería negociar teniendo las islas ocupadas.
Las condiciones argentinas
El 10 de abril por la tarde las negociaciones entre los funcionarios del Palacio San Martín y la delegación estadounidense se desarrollaron a partir de un documento que elaboró el Departamento de Estado al iniciar su gestión de buenos oficios.
Luego de numerosas horas de reuniones, en el Palacio San Martín y en la Casa de Gobierno, Alexander Haig dejó Buenos Aires el domingo 11 a las 9.30 de la mañana, tras escuchar misa en la iglesia del Santísimo Sacramento. Viajó a Londres para considerar con el gabinete británico los puntos conversados. Los títulos de los diarios expresaban el momento que se vivía: "No se llegó a ninguna solución aunque el diálogo se mantiene", resaltó La Nación a toda página en su edición del domingo 11 de abril.
En Ezeiza el canciller argentino le entregó un papel que contenía los 5 "puntos básicos" argentinos. Según relató Alexander Haig en sus Memorias, Costa Méndez "me entregó un papel. Contenía algunos pensamientos propios, me dijo. Esperaba que los leyera en el avión. Una vez en el aire, hojeé los papeles que me entregara. Contenían opiniones contrarias a lo que habíamos logrado en la Casa Rosada la noche anterior".
Las principales exigencias del canciller argentino eran:
1- El gobernador de las Islas debe ser designado por el gobierno de Argentina. La bandera deberá continuar flameando en las islas.
2- Deberán otorgarse seguridades al gobierno argentino que al finalizar las negociaciones se reconocerá la soberanía argentina. Cualquier fórmula que implique que la soberanía está siendo negociada debe ser evitada.
3- El proyecto de acuerdo debe ser compatible con los elementos mencionados anteriormente.
Después de leerlos, Haig le dijo a Costa Méndez telefónicamente que creía que la presente situación podía determinar la caída tanto del gobierno inglés como del argentino y le reiteró su "grave preocupación por una posible convocatoria del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) porque esto causaría graves problemas a su gobierno".
El 14 de abril el periodista estadounidense Carl Bernstein, a través de ABC News, informó a la audiencia que los Estados Unidos estaban brindando información satelital de inteligencia a la flota británica. El secretario de Estado de Asuntos Latinoamericanos, Thomas Enders, llamó al embajador Esteban Takacs para negar la noticia. Los funcionarios argentinos renegaron el ostensible apoyo estadounidense a la expedición británica.
El 15 de abril Reagan y Galtieri conversaron telefónicamente por segunda vez.
El 30 de abril Haig anunció que las negociaciones no habían logrado una solución y dijo que la posición había rechazado la última propuesta estadounidense y anunció la suspensión de asistencia militar estadounidense a Argentina y medidas económicas punitivas.
También informó que Estados Unidos satisfarían requerimientos de armamento de Reino Unido. Haig aseguró que Estados Unidos no participaría en forma directa del conflicto.y al mismo tiempo, Ronald Reagan calificó a Argentina de país «agresor».El canciller Costa Méndez declaró que Argentina no había rechazado la propuesta estadounidense sino que la había objetado.
Estados Unidos proveyó al Reino Unido de:
El impulsor de esta ayuda fue el secretario de Defensa Caspar Weinberger, defensor de la Alianza Atlántica.
El Reino Unido y Argentina han dado una respuesta positiva al plan de paz sobre las Malvinas que les fue presentado hace dos días por el secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, pero ello no significará un inmediato alto el fuego en el conflicto bélico que se desarrolla en torno a las islas Malvinas. "Es un proceso que tomará horas, quizá días", advirtió el diplomático peruano.
Alexander Haig creyó que Estados Unidos debía desempeñar un papel de mediador, para evitar que América Latina reaccionara contra Estados Unidos si se ponían de forma automática del lado británico. El 8 de abril de 1982, inició una intensa gira diplomática de varias escalas por Londres y Buenos Aires.
Su primer planteamiento se basó en intentar persuadir a las dos partes —Argentina y Reino Unido— de aceptar algún tipo de administración provisional neutral, con posterioridad a la retirada de Argentina, que se hiciera cargo de la administración de las islas mientras se decidía su futuro a largo plazo. Sus propuestas incluían la creación de una comisión, en sustitución del Gobernador, compuesta por representantes de Estados Unidos, Reino Unido y Argentina, que actuarían de forma conjunta para asegurar el cumplimiento del acuerdo de paz que se alcanzara, y las negociaciones en cuanto a una solución duradera se desarrollarían en función de los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas.
Pero los argentinos se resistían a la necesidad del retiro de sus tropas de las Malvinas, tal y como señalaba la resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y los británicos mantenían que la soberanía británica debía prevalecer, y la administración británica debía ser restaurada. Los esfuerzos de Haig fracasaron y el 19 de abril volvió a Washington.
En diciembre de 2012 documentos desclasificados demostraron que Haig planeaba revelar información militar clasificada británica a la Argentina antes de la Operación Paraquet. La propuesta, que habría revelado los planes británicos para la recuperación de la isla, tenía la intención de mostrar a la junta militar en Buenos Aires que Estados Unidos era un actor neutral y se podía confiar en que actuara imparcialmente durante las negociaciones para poner fin al conflicto.
El secretario de Estado norteamericano, Alexander "Al" Haig nunca operó como un interlocutor imparcial durante la Guerra de Malvinas sino que actuó como informante y asesor del gobierno británico durante todo el período de su mediación. Tantos eran los detalles que ofrecía a los británicos que la primera ministra Margaret Thatcher llegó incluso a desconfiar, temerosa de que Haig se mostrara igualmente locuaz en Buenos Aires con respecto a los planes de su gobierno.
Detalle de documento que relataba el encuentro de Galtieri con Haig . El Secretario de Estado escuchaba atentamente mientras el general Vernon Walters le traducía. Luego, Alexander Haig comenzó agradeciendo el recibimiento privado y, según consta en la Memoria de la Junta Militar, "se refirió a haber comprendido la lucha argentina contra la subversión que sus predecesores no entendieron; reconoció los sacrificios y concesiones argentinas; indicó que sabía de las decisiones de la URSS a partir de 1978 por la debilidad demostrada por los EE.UU.; agregó que los militares argentinos condujeron con éxito la lucha antisubversiva a pesar de la irracional e ilógica crítica internacional; aseguró no haber provisto a Gran Bretaña de información y se manifestó de acuerdo con la operación argentina desde el punto de vista militar".
El canciller Nicanor Costa Méndez le entregó un papel con “las exigencias de la Argentina” al enviado de Reagan. El paper decía todo lo contrario a lo que se había hablado en la Casa Rosada.
Las condiciones argentinas brindada a Alexander Haig.
Margaret Thatcher y Alexander Haig, mediador en el conflicto entre el gobierno de la Junta Militar y la dama de Hierro de Gran bretaña.
La alianza de Perú
Durante la Guerra de las Malvinas, el Perú fue el principal aliado de Argentina contra el Reino Unido.
Con la frase «el Perú está listo para apoyar a la Argentina con todos los recursos que necesite», Belaúnde se dispuso a concretar dicho apoyo, que incluía aviones y pilotos de la Fuerza Aérea, barcos de la Marina de Guerra y médicos de la Policía Nacional del Perú. Durante el conflicto bélico, y a raíz de la inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos estados beligerantes, el Perú representó los intereses diplomáticos de la Argentina en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Así, los diplomáticos argentinos destacados en Londres, se convirtieron en diplomáticos peruanos de nacionalidad argentina. Durante el transcurso del conflicto bélico, el acoso del Servicio de Inteligencia británico a la Embajada peruana en Londres y a sus funcionarios diplomáticos fue tal que originó como respuesta mensajes de distracción.
El Perú sirvió de puente para enviar misiles antibuques franceses Exocet a Argentina. Además organizó una campaña de ayuda a nivel nacional a este país. Está probado que poco antes de terminar el conflicto, a comienzos de junio de 1982, secretamente viajaron a la base Tandil primero y de allí a la de Bahía Blanca, 10 aviones peruanos Mirage M-VP (M-5P) vendidos a precio simbólico para suplir las pérdidas sufridas por la FAA (El Texto "Falklands: The Air War" incluye una fotografía).
En junio de 1982, el gobierno argentino habría de aceptar una oferta realizada por el gobierno peruano. Argentina compró diez aviones Mirage VP a Perú. El 5 de junio los diez aviones de la Fuerza Aérea del Perú viajaron en vuelo directo a la VI Brigada Aérea «Tandil». Las aeronaves recibieron las matrículas de los Dagger derribados. La guerra finalizó sin que los aviones entraran en combate.
Los aviones de transporte peruanos DC-8 realizarían vuelos Lima-Tel Aviv-Lima-Buenos Aires para trasladar material necesario ante la urgencia que ameritaba la situación, en tanto que otros equipos fueron trasladados de forma directa desde Perú por aviones Hércules, en un contexto en que este país también sufriría algunos efectos militares de su toma de posición.
De hecho, en 1982, un embarque de misiles Exocet MM-38, destinado a las corbetas peruanas PR-72, fue extraña e inusualmente "retenido", pero no embargado, en puertos franceses, debido a la suspicacia subyacente de que podría ser "tercerizado" a la Armada Argentina.
Belaúnde sirvió de mediador en el conflicto y propuso soluciones a ambos países. Sin embargo sus propuestas diplomáticas fracasaron cuando el gobierno británico de Margaret Thatcher ordenó hundir un crucero argentino que transportaba cientos de conscriptos de las Islas Malvinas de regreso a la Argentina y navegaba fuera del área de exclusión decretada unilateralmente por el Reino Unido.
Días antes de finalizar su período, el gobierno argentino presidido entonces por Raúl Alfonsín, quien viajó personalmente hasta Lima, lo condecoró con la máxima distinción del Estado argentino.
Chile aliado de Inglaterra
Chile se declaró neutral durante el conflicto pero en realidad el dictador chileno, general Augusto Pinochet, proporcionó ayuda a los británicos mediante espionaje.
El 14 de abril la Junta Militar argentina supo por desencriptamiento de mensajes chilenos, que la Armada de Chile se había decidido aprestarse y apoyar encubierta o abiertamente a los británicos.
La Fuerza Aérea de Chile coordinó con la RAF para desarrollar el espionaje trasandino a gran altura, a fin de obtener información sobre las Fuerzas Armadas Argentinas, de las que los británicos carecían totalmente.
Fue así que Chile avisaba la salida de los aviones argentinos del continente. Para ello utilizaron radares de largo alcance; uno en Punta Arenas, y otro en Balmaceda, lo que les permitía, vigilar el espacio aéreo de las bases aéreas del sur argentino, desde Comodoro Rivadavia hasta Río Grande.
El Ejército de Chile desplegó tropas a lo largo de la frontera.El Estado Mayor General del Ejército Argentino apreciaba que la Argentina tenía la posibilidad de tener dos frentes. Por ello analizó como hipótesis de máxima trasladar siete brigadas al sur del territorio. El despliegue chileno habría obligado al Ejército Argentino a mantener a sus tropas mejores abrigadas en el continente, impidiéndole reforzar las islas, y a la Armada Argentina, a disponer a su Flota en Puerto Belgrano, ante un eventual enfrentamiento con la Escuadra chilena.
El 3 de abril, el presidente de Francia François Mitterrand manifestó a Margaret Thatcher su apoyo mediante llamado telefónico. Así fue que Francia apoyó al Reino Unido, dándole los secretos sobre el avión Super Étendard y el misil Exocet AM 39 que había vendido a la Argentina en 1981.
La delegación argentina que asistió a la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 3 de abril pidió al delegado soviético que vetara la Resolución 502.58 El ruso sólo respondió que tal veto solo podía ser dispuesto por «las más altas autoridades».
El 11 de abril, el embajador soviético en Argentina se reunió con el ministro Costa Méndez. Según el relato de la Junta Militar, el diplomático ruso acudió al gobierno argentino para informar que el Gobierno de la Unión Soviética opinaba que la crisis de las Malvinas había sido provocada por la vocación colonialista de Gran Bretaña, y que se oponía de hecho a la Resolución 502 hasta llegar a violarla, perturbando así la paz.
Por ello la URSS apoyaría en lo que pudiere a la Argentina sin esperar nada en retribución, en una actitud recíproca a la actitud argentina ante el embargo cerealero estadounidense de 1980.
El 15 de abril la Comunidad Económica Europea (CEE) estableció sanciones económicas a Argentina.
La Fuerza Aérea Argentina recibió la colaboración de los mandos aéreos peruanos en el conflicto por Malvinas. En la foto se ve un Mirage 5 de la Fuerza aerea Peruana en el aeropuerto de Córdoba durante la guerra de Malvinas.
Perú envió diez aviones Mirage 5 de la flota de 32 existentes y sus sistemas de armas, como misiles Nord AS-30 aire-superficie. Todo ese material estaba en el Grupo 6 de Chiclayo, al norte de Lima.
El comandante en Jefe de la FAP en funciones, general Hernán Boluarte Ponce de León (derecha), artìfice del apoyo aéreo peruano a la FAA, y el entonces Mayor de la FAP Aurelio Crovetto Yánez (izquierda).
Londres y Santiago mantuvieron estrechos contactos durante la guerra, que -se sospecha- incluyeron abastecimiento de combustible, apoyo logístico y transferencia de datos de la inteligencia chilena a su par británica, la declaración de Thatcher constituye de por sí una revelación histórica.
Durante todo el conflicto, Chile enfatizó reiteradamente la neutralidad del país, aunque las sospechas argentinas se acentuaron cuando, el 18 de mayo de 1982, un helicóptero británico Sea King, matrícula ZA290, se precipitó a tierra al sur de Punta Arenas, en Chile, fuera del área de conflicto que enfrentaba a Londres y Buenos Aires. En esta misma línea de revelaciones, el general retirado sir Jeremy Moore, ex comandante de las fuerzas de tierra británicas en las Malvinas, señaló a una agencia de noticias argentina que Londres contó con la ayuda de Estados Unidos y de Chile.
"Sólo sé que desde el sur de Chile, desde las altas montañas, se espiaba el movimiento de las bases argentinas, por ejemplo con radares, y se nos informaba sobre la salida de los aviones", aseguró Moore. "En pocas palabras, los chilenos nos daban información y señales de advertencia."
El embajador castrista Emilio Aragonés Navarro llegó a Buenos Aires el 9 de abril y al día siguiente a las 13.45 entró al despacho personal de Galtieri. Ese día,el presidente de facto había estrenado su sistema de grabación con grabador de cinta abierta. A pesar del ruido ambiental y de las bocinas de los automóviles (afuera se encontraba gran parte de la muchedumbre en la Plaza de Mayo) se pudo escucharlo que hablaron a puertas cerradas:
Embajador: He venido a decirle que Cuba va a hacer lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a llegar Cuba…
Galtieri: Dígale a Castro que más allá de las diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco este sentimiento y solidaridad americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos diferencias…
Embajador: Somos integrantes de una misma familia pero un país diferente.
Galtieri: Tenemos diferencias pero son todas discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina no lo va a olvidar.
Embajador: Pero este gesto se puede convertir en hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una proposición muy cuidadosa pero detrás de esto está la voluntad de hacer lo que haya que hacer…enviarle un submarino y hundirle un barco…cualquier cosa…
Galtieri: Argentina no lo olvida ni ahora ni lo va a olvidar por muchos años…
Embajador: Me gusta porque eso obliga… aunque sea privado nomás…
Emilio Aragonés Navarro fue designado embajador en Argentina en 1973, firmando con Perón un importante convenio diseñado por Emilio junto a José Ber Gelbard, que le posibilitó a Cuba 1.300 millones de dólares.Cuando se instauró el régimen militar en 1976, ayudó a cientos de argentinos a escapar del infierno en el que se había convertido el país austral., durante la guerra de Malvinas se entrevisto con Galtieri y le ofecio ayuda en el conflicto.