En febrero de 1940 el gobernador Fresco llamó a elecciones para elegir a su sucesor, llevando como candidato al caudillo de Avellaneda, Alberto Barceló; un aceitado mecanismo de fraude llevó a éste al triunfo en las urnas y a su proclamación como nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Poco después, a principios de marzo de ese año, el presidente Roberto M. Ortiz, decidido a dejar atrás las prácticas electorales viciadas, decretó la intervención federal a la provincia y anuló las elecciones. Esto ocurrio en otras provicias
En la provincia de Buenos Aires se realizaron dos consultas electorales en febrero de 1940, una de diputados nacionales y otra para gobernador de la provincia. El gobernador Manuel A. Fresco convocó a elecciones para gobernador en primer término, el 8 de febrero, y para diputados nacionales el domingo siguiente. En la primera de las consultas se llevó a cabo un fraude generalizado y notorio en favor de la fórmula del partido conservador, encabezada por Alberto Barceló, y en cambio en la de diputados se procedió con bastante corrección de parte de las autoridades y triunfaron por amplia mayoría los candidatos radicales. Alvear, visto lo ocurrido en las elecciones para gobernador, dispuso la abstención en los comicios para diputados, y anuló la medida cuando de algún modo supo algo de los propósitos del presidente Ortiz.
La maniobra de Fresco estaba clara. Se daba libertad en la elección de diputados nacionales, aunque en ella triunfasen los radicales, para atenuar así el efecto del fraude escandaloso en las elecciones de gobernador. Pero la maniobra planeada no tuvo un final feliz porque la provincia fue intervenida y se anuló la elección de gobernador, aceptando la validez de la elección de diputados. Fue designado interventor Octavio Amadeo.
El pleito bonaerense pasó al período de Castillo, que nombró interventor a Dimas González Gowland, decano de la facultad de derecho. Quería el interventor que el candidato a gobernador fuese un adicto al general Jus¬to y Castillo se opuso a esa solución. En consecuencia González Gowland dimitió y su puesto fue ocupado por el coronel Enrique Rotjer, jefe de la secretaría de guerra en el gobierno provisional de Uriburu.
Las elecciones convocadas por el interventor Rotjer para el 7 de diciembre de 1941 dieron el triunfo al candidato conservador, Rodolfo Moreno, elecciones en que tampoco brillaron por la pureza del sufragio. Moreno, había expuesto en 1937 su interpretación política en el libro La cuestión democrática, en el que propició reformas constitucionales y electorales; proponía instituir el voto público, la reglamentación de los partidos políticos, la fiscalización de sus entradas y salidas de fondos, la personería de los mismos y la garantía de los derechos de los afiliados para que fuesen exponente verdadero del conjunto; sostenía que la justicia debía intervenir más directamente en los comicios, ejercitando no solo una función represiva, sine, preventiva. "De esta manera los peligros del fraude se alejarán y los comicios no solo serán libres sino que recibirán votos responsables"...
El candidato radical a la gobernación en las elecciones de 1940 y 1941 fue Obdulio F. Siri.
Ernesto Palacio hizo esta observación: "Ortiz había dado (con la intervención a la provincia de Buenos Aires) fe de su disposición radical, por encima de todas las variaciones ocurridas en los últimos tiempos, y al votar en esa forma seguía de cerca la línea de su partido. Inmediatamente, los radicales de Alvear lo rodearon declarando que el presidente daba un gran ejemplo de valor cívico y entereza moral, ofreciéndole lisa y llanamente su apoyo"... Buenos Aires era la clave maestra de la orientación política del país. "Tocarla significaba cambiar el sistema de fraude y voto cantado por otro, en que la voluntad pública tuviese la supremacía".
Carlos Sánchez Viamonte se refirió así a la intervención a la provincia de Buenos Aires por el presidente Ortiz: "El gobierno de Buenos Aires ha llevado su adhesión sistemática contra todas las instituciones favorables a la libertad, ha humillado y corrompido al pueblo, se ha burlado de la Constitución y de la ley con alarde y jactancia sin precedentes. Eso no podía quedar impune. El presidente Ortiz ha cumplido con su elemental deber de poder ejecutivo nacional, acaso un poco tardíamente, pero, sin duda, con el apoyo y la satisfacción unánime de la opinión pública argentina"
Catamarca, donde también imperaba una situación institucional irregular, fue igualmente intervenida, con disgusto del vicepresidente Castillo.
En San Juan, el gobernador Maurín fue intervenido por el Poder ejecutivo provisional, como consecuencia del fraude electoral.
En Tucumán había sido elegido gobernador en 1939 Miguel Critto, con el apoyo político del radicalismo concurrencista.
En las elecciones de marzo de 1940 los radicales ganaron la mayoría en la capital federal y tuvieron también la mayoría en las elecciones de diputados en la provincia de Buenos Aires, en Santa Fe, en Mendoza, Jujuy (la gobernación también, con Raúl Bertrés), Entre Ríos, Tucumán; la continuación del gobierno de Santiago del Castillo en Córdoba. Los diputados radicales en el Congreso sumaban 80.
Los socialistas triunfaron en la capital por la minoría y llevaron al Congreso a Américo Ghioldi, Silvio L. Ruggieri, Carlos Sánchez Viamonte, Julio V. González; en el Concejo deliberante ingresaron Héctor Iñigo Carreras, Adolfo Rubistein, Arturo Ravina, José Pfleger y J. González Iramain.