Antecedentes de Marcelino Ortiz

Nacido en Buenos Aires el 24 de septiembre de 1886, hijo de inmigrantes vascos, Roberto M. Ortiz se doctoró en jurisprudencia en la facultad de derecho en 1909 y desde su juventud participó en el quehacer político en las filas de la Unión cívica radical,

En 1918 ocupó una banca en el Concejo deliberante de la capital federal, cuando la ley Sáenz Peña abrió horizontes a miembros de la clase media hasta allí marginada.

Cuando se produjo la divergencia partidaria que llevó a la formación de la corriente antipersonalista, en oposición al personalismo de Yrigoyen y se sumó al grupo encabezado por Leopoldo Melo y Vicente C. Gallo, que coincidía más con su manera de pensar y de ser. luego fue diputado nacional, administrador de impuestos internos y adquirió prestigio como asesor de empresas comerciales, ferroviarias e industriales, extranjeras y nacionales.

Fue ministro de obras públicas en el gabinete de Marcelo T. de Alvear y desde ese cargo fomentó la construcción de la red caminera y la comunicación de los centros de producción del litoral marítimo y fluvial; dispuso la ejecución de los caminos radiales que unen la capital federal con Escobar, Pilar, Cañuelas —por San Justo, uno, por Temperley, otro—, Las Flores, Coronel Brandsen. Ordenó el estudio de varias carreteras: a Bahía Blanca, a Rosario y a Córdoba; éste última con vistas a su prolongación hasta Jujuy, desde donde seguiría a Chile. Hizo construir importantes puentes y activó los trabajos de varias rutas interprovinciales. También desempeñó interinamente el ministerio de instrucción pública.

Alejado de las funciones públicas y de la política activa, se consagró nuevamente a sus labores profesionales; pero cuando regresó él doctor Alvear de París y procuró la reorganización del radicalismo a raíz del golpe de Estado militar de septiembre de 1930 y de la prisión de Hipólito Yrigoyen, quiso secundarle en esos propósitos; sin embargo el pasionismo de las divergencias internas se mantenía aún con tal acritud que volvió a la vida profesional y privada, después de haber rechazado en 1932 una cartera en el gabinete de Justo.

Cuando Federico Pinedo renunció al ministerio de hacienda, se le ofreció esa cartera, y la desempeñó desde  1935 hasta 1937, año en que abandonó el cargo para dedicarse a la campaña electoral como candidato oficial a la presidencia de la República, con Ramón S. Castillo como segundo en la fórmula; las elecciones del 5 de septiembre culminaron con su triunfo; y asumió el mando el 20 de febrero de 1938.

Roberto M. Ortiz

La salud del Presidente Ortiz empeoró progresivamente debido a la diabetes que sufria  quedando ciego completamente, por lo que presentó su renuncia definitiva al cargo de presidente 27 de junio de 1942.

Como ministro de hacienda del gobierno de Justo dio testimonios de espíritu constructivo y ejecutivo; se esforzó por equilibrar el presupuesto y por reducir el déficit, modificando para ello las normas del régimen impositivo.

En el curso de la campaña presidencial definió sus aspiraciones en relación con la concordancia y con el radicalismo: "La opción es clara y terminante: se está con los gobiernos de 1930 o con los de 1937. Con la demagogia disolvente y corruptora, o con la demagogia constructiva puesta al servicio del progreso nacional. Vivimos momentos demasiado angustiosos para permanecer indiferentes ante los cambios políticos que puedan producirse. Acusa una culpable insensibilidad todo aquel que, ante la actual campaña presidencial, adopte la actitud simplemente contemplativa del que presencia el juego regular de las instituciones democráticas. No son simplemente dos partidos los que se enfrentarán en los próximos comicios; son dos tendencias antagónicas. Una, la que representamos, está inspirada en los fundamentales sentimientos de la nacionalidad; la otra, que combatiremos con toda nuestra energía cívica, se asocia íntima-mente a los más innobles impulsos demagógicos. Defendemos la religión, la patria y la familia. Por eso, más que portavoces de un programa político, nos sentimos intérpretes de una gran causa argentina".

Robert A. Potash escribió en su obra sobre el ejército y la política en la Argentina: "A pesar de las circunstancias de elección, el presidente Ortiz no estaba contento con/ser el ejecutor de las ambiciones de Justo. Aspiraba más bien a imitar a un predecesor más distante, Roque Sáenz Peña, que utilizó la autoridad derivada de una elección fraudulenta para garantizar la honestidad de las futuras elecciones".