Candidato en 1909

En 1905, en el prólogo a una colección de escritos y discursos de Sáenz Peña, escribió Miguel Cané estas palabras proféticas: 

"Algo nos hace esperar que volverán los días en que la conciencia nacional, en plena y fecunda acción, señalaba a hombres como Mitre, como Sarmiento, como Avellaneda, para regir la marcha del país. Tengo la profunda convicción de que si esa hora llega, entre esos hombres que encarnarán la aspiración popular, el anhelo instintivo de todo organismo que pugna por su desarrollo y su perfección, figurará entre los primeros, el del doctor Roque Sáenz Peña". 

En las entrevistas y en la correspondencia que mantuvieron el presidente Figueroa Alcorta y Roque Sáenz Peña convinieron en el propósito de restablecer la verdad electoral y en destruir el régimen político imperante implantado por el general Roca. El general Mansilla decía en carta a Cárcano desde París: "Roca acepta que otro ocupe el gobierno, pero no que otro gobierne".

Máximo Paz, que presidía la junta ejecutiva del partido conservador de Buenos Aires, agitó la idea de hallar en Emilio Mitre un sucesor de Figueroa Alcorta. 

La Unión Nacional reunió pellegrinistas, roquistas y algunas situaciones provinciales que había afianzado Figueroa Alcorta, además de personalidades independientes, como Ricardo Lavalle; los restos del antiguo partido autonomista nacional gozaban de gran prestigio y se vio desde el principio asegurado su triunfo. Figueroa Alcorta tuvo intervención decisiva en la consagración de su sucesor por los comicios.

Sáenz Peña se hallaba en Italia y al llegarle la noticia de su proclamación y atendiendo al pedido de sus amigos, renunció a su cargo diplomático y regresó a Buenos Aires, donde fue aclamado; el mismo día de su llegada, el 12 de agosto, expuso públicamente su programa de gobierno, desde los balcones de la casa de Juan José Romero en el Retiro, dejando traslucir claramente sus propósitos de instauración de un régimen democrático y sus deseos de gobernar con una amplia base de opinión.