Circulaban rumores de un nuevo alzamiento radical, y el general Racedo en Campo de Mayo y Dellepiane en la jefatura de policía en la capital, vigilaban atentamente la situación.
Yrigoyen no fue hallado cuando se decidió su arresto. Luego, Sáenz Peña quiso conocer el pensamiento del jefe radical y tuvo una entrevista con él en septiembre de 1910, cuando ya estaba decidido a promover la nueva ley electoral. Intervino como mediador para el encuentro el diputado Manuel Paz y la reunión tuvo lugar con el mayor sigilo.
Sáenz Peña deseaba que los radicales entrasen a formar parte del gobierno y participasen en las elecciones. Yrigoyen respondió que no buscaba ministerios, sino garantías para votar libremente en las urnas.
Sáenz Peña insistió en realizar las elecciones sobre la base del padrón militar y la representación de las minorías. Yrigoyen respondió finalmente que si el gobierno daba garantías para el sufragio los radicales concurrirían a las urnas.
Ramón J. Cárcano, en páginas póstumas, resumió un hecho cierto al decir:
"En la época de la organización nacional, aun después de resuelta la capital, hasta la ley Sáenz Peña, no habría en las urnas toda la verdad del sufragio libre, pero había siempre una moral en los hombres y partidos que impedía a la incapacidad y deshonestidad constituir el poder legal. En los ministros, altos funcionarios y miembros del cuerpo legislativo se hallarán los hombres más eminentes y reputados de su tiempo. No llegan al gobierno los desconocidos. Han empezado los que llegan por acreditar la conducta en la aldea, la parroquia, la ciudad. Traen los anhelos y confianza de sus vecinos". ("Para una Argentina mejor", en La Nación, 10 de abril de 1957).
Caricatura de Ramón Columba alusiva a la entrevista del Presidente Sáenz Peña con Yrigoyen.