La muerte de tres hombres ilustres

El país sufrió en pocos años la pérdida de tres de sus personalidades más distinguidas y llamadas seguramente a una acción política e intelectual de primera magnitud. Lucio Vicente López, el autor de La Gran Aldea, fue muerto en duelo con el coronel Carlos Sarmiento , murió también Aristóbulo del Valle, profesor de derecho constitucional, uno de los parlamentarios más ilustres de su generación, y Leandro N. Alem puso fin a su vida el 19 de julio, con lo que quedó la oposición democrática sin dos de sus más altos representantes.

Corrupción y Duelo

Lucio Vicente López descubrió una maniobra relacionada con la venta fraudulenta de tierras en el actual Partido de Chacabuco, en la Provincia de Buenos Aires por parte del coronel Carlos Sarmiento, secretario privado del Ministro de Guerra, el general Luis María Campos. Encargó el asunto al Ministro de Obras Públicas, Dr. Navarro Viola, quien solicitó una auditoria al Banco Hipotecario Nacional, la cual demostró que Sarmiento había vendido sus tierras sin cancelar el pago de su compra, efectuada en un remate por parte del Estado Nacional en 1887, el cual debía hacerse subdividiendo los lotes, a vender a distintos compradores y no a un único oferente. Ante las irregularidades, la operación queda anulada mediante un decreto.

Lucio Vicente López inicia el proceso judicial siguió y el coronel Sarmiento llegó a Buenos Aires desde su puesto de mando en el alto Uruguay, y se presentó a las autoridades que lo requerían. Hacía siete meses que existía un auto de prisión contra él. Sin embargo, no se lo detuvo, por tratarse de un alto oficial en servicio. Pero el Dr. Alcorta, de los Tribunales de La Plata, si lo hizo y lo remitió detenido al Departamento de Policía donde permanecerá tres meses preso. Fue entonces que la Cámara Segunda de Apelación dictó sentencia en los asuntos hipotecarios del coronel Sarmiento, revocando el auto de prisión y ordenando su libertad.

Lucio V. Lopez - coronel Carlos Sarmiento

El duelo entre Lucio Vicente López y el coronel Sarmiento fue uno de los más tristes, llorados y lamentados combates, puesto que significó la prematura muerte de una extraordinaria personalidad

Tras ser liberado, y luego de celebrar con sus adeptos, el coronel Sarmiento mediante una carta enviada al diario La Prensa, retó a un duelo a muerte a López. Éste era inexperto en el manejo de armas de fuego, pero en vista de preservar su honor al haber sido el promotor del proceso contra el militar, aceptó.

Los padrinos fueron, por parte de López, Francisco Beazley y el general Lucio V. Mansilla, todos miembros del Club del Progreso. El coronel Sarmiento hizo lo propio con el contra-almirante Daniel de Solier y el general Francisco Bosch.

La cita fue el 28 de diciembre de 1894, por la mañana, en inmediaciones del antiguo Hipódromo de Belgrano (hoy Avenida Luis María Campos). A las 11:10 se llevó a cabo la primera cuenta de pasos reglamentaria y se produjeron dos disparos. Los contendientes resultaron ilesos. Minutos más tarde se repitió el procedimiento. López cayó víctima de un disparo en el abdomen.

La muerte de Aristóbulo del Valle

Aristóbulo del Valle tenía un frágil estado de salud, afectado por la diabetes y de insuficiencia cardíaca, Aristóbulo del Valle falleció de un derrame cerebral en su oficina en la Facultad de Derecho el 29 de enero de 1896, a los 50 años. Pocos meses después de su muerte, Leandro Alem se suicidó.

Aristóbulo del Valle

La sorpresiva muerte de Aristóbulo del Valle causo un terremoto político en especial en la UCR de la cual era cofunddor junto con Alem, don Aristóbulo tenia una salud frágil pues tenia diabetes y insuficiencia cardíaca , falleció de derrame celebrar en su oficina en la facultad. Aristóbilo del Valle era muy querido por todo el ambiente político tanto oficialistas como opositores .

El suicidio de Alem

Luego del fallido intento revolucionario, la Unión Cívica Radical se divide entre los rojos, que apoyaban la conducción de Alem, y los líricos que apoyaban la interpretación de Yrigoyen respecto de la toma del poder.

Con el primer grupo se fue Bernardo de Irigoyen, Juan M. Garro, Francisco Barroetaveña, Leopoldo Melo, Adolfo Saldías, entre otros. Con el segundo grupo el dirigente más destacado es el joven Marcelo T. de Alvear.

Sin embargo, las diferencias internas luego de este hecho no dejarían de acrecentarse, lo cual amargó bastante a Alem. Durante el levantamiento, tuvo una fuerte discusión con su sobrino cuando éste se negó a derrocar a Saenz Peña:

Yrigoyen: no estamos en Venezuela, donde los golpes de estado los dan sus ministros.
Alem, exasperado, se levanta del asiento y se dirige hacia su sobrino
Alem: ¡Canalla!

Si bien el afecto mutuo será más fuerte que estas diferencias, la relación entre ambos nunca volverá a ser la misma.

El radicalismo se presenta para las elecciones legislativas de 1894 donde, pese al fraude, logra acceder a algunas bancas. Alem resulta electo diputado nacional para el periodo 1895-1898.

Sin embargo esto no revierte el estancamiento en el que estaba cayendo el partido. En enero de 1895 el presidente Luis Saenz Peña renuncia, y asume el vicepresidente José Evaristo de Uriburu, el PAN parece volver a estabilizarse. Aristóbulo del Valle muere de un derrame cerebral al año siguiente, lo cual repercute fuerte en Alem.

leandro n Alem

Leandro N Alem luego de la Revolución del 90 contra el gobierno del presidente Juárez Celman, de la que fue su principal líder, tras fracasar la consolidación de la Unión Cívica por el acuerdo entre Bartolomé Mitre y Julio A. Roca, dedicó todos sus esfuerzos a consolidar la Unión Cívica Radical. Largas giras por el país, una intensa labor como jefe de partido, le impidieron dedicarse a su profesión de abogado. Las revoluciones de 1893 lo llevaron a la prisión, y en los años sucesivos contrajo deudas para que su familia subsistiera.Otra desilusión fue su problema con su sobrino Hipólito Yrigoyen y la muerte repentina de su amigo Aristóbulo del Valle, su suicidio, en 1896: fue el resultado de su desilusión política y de su precaria situación económica. Debía entonces varios meses de alquiler y casi no comía.

En la fría y lluviosa mañana del 1 de julio de 1896 se reunió en su casa con amigos a los que había convocado de carácter urgente para hablar de temas políticos. En un momento dado interrumpió el diálogo para ingresar a buscar algo a su dormitorio, para salir al poco rato vestido con su sombrero y su tradicional poncho de vicuña en el cuello.

Prometió volver en pocos minutos, y se subió a su carruaje rumbo hacia el club El Progreso. Durante el trayecto, el defensor de los desposeídos, se disparó un tiro en la sien que el cochero confundió con la detonación de cohetes que se quemaban celebrando la fiesta de San Juan y San Pedro.

En su cuerpo se encontró una nota que decía “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquiera otra parte”

Por otra parte, en su dormitorio se encontró un sobre bajo el rótulo "Para publicar". El texto hallado en su interior dice:

He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
He luchado de una manera indecible en los últimos tiempos; pero mis fuerzas, tal vez gastadas ya, han sido incapaces para detener la montaña... ¡y la montaña me aplastó!
He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir de un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado... y para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Entregó decorosa y dignamente todo lo que me queda: mi última sangre, el resto de mi vida. Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha en general, en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar...
Ahí están mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo el que me dicta estas palabras, ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado en un solemne recogimiento.
Entregó, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.
En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso, y, sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan! ¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!
¡No importa! Todavía puede hacer mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra: ¡deben consumarla!

Testamento político de Leandro Alem.