Mercedes nació en Mendoza y el 3 de agosto de 1816 fue bautizada en la capital cuyana, por el presbítero Lorenzo Güiraldes. El acta bautismal dice que fue llamada "Mercedes Tomasa, de siete días, española, legítima de señor Coronel Mayor General en Jefe del Ejercito de los Andes y Gobernador Intendente de la Provincia de Cuyo, don José de San Martín y la señora María Remedios Escalada. Fueron padrinos: el sargento mayor don José Antonio Alvarez Condarco y la señora doña Josefa Alvarez.".
Llama la atención lo de "española", tratándose de quien había nacido cincuenta días después de declarada la independencia nacional. Quizá tal calificación se debió a la fuerza de la costumbre. Cuando Mercedes tenía menos de cuatro meses, su padre parte de Mendoza al frente del ejército que liberaría Chile y Perú; con su madre retornan a Buenos Aires y se alojan en la casa de su abuelo. Cuando San Martín triunfó en Chacabuco, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón decide recompensarlo, pero como sabe que el Libertador rechaza honores y premios, decide otorgar a Mercedes una pensión vitalicia de 600 pesos anuales. En 1821, cuando la Junta de Representantes de Buenos Aires deja en suspenso el pago de todas las pensiones graciables, la única excepción es la pensión de Merceditas, aunque dejará de cobrarla definitivamente al año siguiente. Este fue el segundo obsequio oficial recibido por Mercedes. El primero, a poco de su nacimiento, le había sido hecho por el gobierno de Mendoza: 200 cuadras en Los Barriales. Cuando San Martín renunció en nombre de su hija a la donación, sugiriendo que se destinase dichos terrenos para premiar a oficiales militares que se distinguieran en el servicio a la patria, el asesor fiscal dictaminó que los padres no podían perjudicar a sus hijos menores en mérito a la patria potestad ejercida sobre ellos. Padre e hija volvieron a estar juntos por dos veces. La primera fue tras su triunfo en Chacabuco, cuando viajó a Buenos Aires, a la que llegó a principios de abril de 1817 y en la que permaneció hasta el 20 de ese mes. La segunda fue en 1818, oportunidad en que el padre, madre e hija marcharon a principios de julio a Mendoza desde la Capital, adonde había arribado aquel el 11 de mayo, apenas corrido un mes de la victoria de Maipú. Al agravarse el mal que aquejaba a su esposa, el Libertador debió aceptar que ella y la niña retornaran a Buenos Aires, lo cual hicieron en marzo de 1819. Con el fallecimiento de su esposa y con sus objetivos políticos y militares cumplidos, San Martín tomó una difícil decisión: privilegiar la crianza y educación de su hija. Para ello, renunció a todo y el 10 de febrero de 1824, padre e hija se embarcan con rumbo a Europa, en el navío francés "Le Bayonnais"
"Aunque es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado han recompensado con usura todos mis esmeros, haciendo mi vejez feliz.", señaló San Martín en su testamento. |