El pueblo peruano nunca olvidó a su Libertador. Una y otra vez sintieron deseos de verlo viviendo en Lima. Pero los acontecimientos políticos, poco auspiciosos, desembocaron en una propuesta de retorno concreta, que fue suscrita por los más eminentes ciudadanos del Perú, el 28 de setiembre de 1823: |
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"Hay ciertos hombres elegidos por el destino cuyos nombres pertenecen
a la historia y cuya historia consagrada a la felicidad de los pueblos está
reclamada por ellos, principalmente cuando éstos caen en la desgracia. "Entonces,
los hombres viles, que en tiempo de prosperidad han insultado al genio y al
valor, desaparecen de la escena peligrosa, la envidia se calla, y todos los
corazones llaman al héroe que sólo puede salvar al Estado. "El Perú, que debe
a V.E. sus esperanzas de independencia; el Perú que acaba de sufrir una dispersión
en el ejército que había nacido en su mano y hacía su principal fuerza, hoy
reclama el regreso del Fundador de su libertad a V.E., que ha cimentado las
bases del ejército, está reservado el acabar de consolidarlo. Vuelva entre nosotros;
su presencia destruirá la esperanza de todo ambicioso y hará desaparecer todos
los partidos. El pueblo volverá con entusiasmo a ver al héroe que ha roto sus
cadenas. El ejército con energía se unirá bajo los estandartes del vencedor
de San Lorenzo, Chacabuco y Maipú; V.E. tendrá la gloria de haber asegurado
la Independencia de un Estado que siempre le será reconocido y de haber terminado
una obra que tan gloriosamente ha principiado". |
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Monumemto al
General San Martín el la ciudad de Lima |
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Escudo del Përú
realizazdo por San Martín en 1821 |
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Fiel a sus principios y resoluciones, San Martín respondió, el 20 de noviembre del mismo ańo: |
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"Usted, mi querido amigo, dice
a José Luis Orbegoso, a quien la dirige, me ha tratado con inmediación;
usted tiene la idea de mi modo de pensar y conoce hasta el punto que llegan
mis pensamientos, no sólo con respecto al Perú sino de toda
la América, su independencia y felicidad; a estos dos objetos sacrificaría
mil vidas; y partiendo de este principio tan sagrado y de la amistad sincera
que siempre le he profesado y lo mismo al almirante Guise, tengo que decir
a usted mi opinión franca y sencillamente. El Perú se pierde.
Sí, se pierde irremediablemente, y tal vez la causa general de América:
un solo arbitrio hay de salvarlo y éste, en manos de usted, de Guise,
de Soyer, de Santa Cruz y Portocarrero, y está dicho: estos solos
individuos son o los redentores de la América o sus verdugos, no
hay que dudarlo; repito, ustedes van a decidir sus nombres. Sin perder
un solo momento cedan de las quejas y resentimientos que puedan tener;
reconózcase la autoridad del congreso, malo o bueno o como sea,
pues los pueblos lo han jurado; únanse como es necesario y con este
paso desaparezcan los españoles del Perú y después
matémonos unos contra otros, si este es el desgraciado destino que
espera a los patriotas. Muramos pero no como viles esclavos de los despreciables
y estúpidos españoles, que es lo que irremediablemente va
a suceder. "He dicho a usted mi opinión: si ella es aceptada por
ustedes, estoy pronto a sacrificar mi vida privada; venga sin pérdida
de un solo momento la contestación de haberse reconocido la autoridad
del congreso pues la espero para decidir mi destino." |
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