Cuando San Martín termina su campaña libertadora, formula su voto de renunciamiento y resuelve emprender un exilio voluntario acompañado de su hija Mercedes Tomasa. Toma un navío francés, "Le Bayonnais", que se dirigía al puerto de El Havre. Padre e hija se embarcaron el 10 de febrero de 1824. Al viajar, le escribe a su amigo Brandsen, contándole que piensa retornar posiblemente en un año. Después de navegar durante setenta y dos días llega a El Havre y sus primeros momentos en Francia resultaron poco alentadores. Debido a las intrigas a que dio lugar su presencia fue sometido a una minuciosa requisa de su equipaje, en donde le encuentran diarios y revistas. En aquella época reinaba la dinastía borbónica y Francia integraba la Santa Alianza, que veía en todos los movimientos separatistas, independentistas, de tipo republicano un estigma que es necesario erradicar y cuanto antes. El Libertador llevaba consigo un pasaporte donde solamente figura su nombre: José de San Martín, pero al desembarcar dice que es "Generalísimo del Perú", "Gran Capitán de los ejércitos del Río de la Plata" y "Fundador de la independencia de Chile", causando una gran conmoción. Ante esto, el prefecto de El Havre cursa una comunicación a los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores, para informarles de la presencia de este señor, que pese a no registrar en su pasaporte tales títulos, se arroga su titularidad. Lo interrogan y, pese a afirmar que su destino final es Londres adonde se dirige por asuntos personales, le secuestran los diarios. El Ministro del Interior le avisa al embajador francés en Londres pidiéndole que preste mucha atención, porque un titulado general criollo rioplatense, se dirige a Londres y es muy posible que esté vinculado a intrigas políticas, dada la documentación que se le ha secuestrado y que, prima facie, demuestra es un fervoroso revolucionario republicano. Francia también se dirige a España, pensando que es la más perjudicada por la aparición en el escenario europeo de este jefe revolucionario. España, alertada, contesta la nota a la cancillería francesa, diciendo que agradece mucho la información y que, efectivamente, constituyen un disparate los títulos que este señor pretende exhibir, siendo evidente que ha de estar en alguna intriga de carácter republicano y revolucionario. Pasado este mal momento San Martín finalmente consigue recuperar sus cosas y seguir viaje a Inglaterra. Queda claro que el primer contacto con Francia fue bastante desalentador para nuestro máximo héroe.
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