La idea de la independencia se fue afirmando cada día más, no sólo a través de la Sociedad patriótica, no sólo a través de Monteagudo, y de la posición firme de la Logia Lautaro, sino a través de una especie de consenso general.
Llegan las noticias a Buenos Aires que en territorio Venezolano se había declarado la independencia el 5 de julio de 1811 por la Junta de Caracas y que el nuevo país se llamaría Confederación Americana de Venezuela. Mil signos preanuncian la voluntad de constituir una unidad nacional propia.
La conspiración de Álzaga dio pretexto para dejar de lado por un tiempo la idea del futuro congreso que habría de declarar la independencia. Pues a pesar de todos los inconvenientes, de las derrotas militares y de la amenaza de los portugueses, en 1812 la máscara fernandina no era ya admisible.
Alberto Palcos sostiene que el propio Rivadavia era partidario de la declaración de la independencia, pues el Triunvirato, a través del gobernador Azcuénaga, pide el despacho favorable de las siguientes proposiciones: que el Triunvirato es el ejecutivo de un pueblo independiente; que se debe imponer al pueblo y a las provincias una contribución de dos millones de dólares anuales y que sea reconocida la independencia de Caracas y Cundinamarca. y Cayetano Rodríguez escribió a Agustín J. Molina el 10 de mayo de 1812 una carta en la que se muestra alarmado por esas exigencias.
La bandera
Los colores distintivos de la nueva nación fueron usados primeramente por los morenistas del club de Marco, los mismos que hicieron su aparición en las jornadas de mayo; Belgrano propició el uso de la escarapela azul y blanca como distintivo de los cuerpos militares patriotas, el 13 de febrero de 1812, que contaba con la autorización del gobierno.
Pero cuando Belgrano solicitó que dispusiera sobre el pabellón que debía tremolar en las baterías "Libertad" e "Independencia", y sin esperar la respuesta enarboló el 27 de febrero una bandera nueva con los colores de la escarapela en las barrancas de Rosario, el gobierno, por intermedio de Rivadavia, reprobó el gesto y le envió la bandera que flameaba en el Fuerte, recomendándole que ocultase o simulase la que había presentado. Había algunos motivos de carácter diplomático para esa simulación, que estaba en pugna abierta con el sentir dominante entre los patriotas. Belgrano no recibió la reprimenda de Rivadavia, pues antes de llegar a sus manos partió para el norte como general en jefe del ejército en reemplazo de Pueyrredón.
El 25 de mayo apareció el pabellón azul celeste y blanco en los balcones de la casa capitular de Jujuy, siendo en esa ocasión bendecido por el canónigo Juan Ignacio Gorriti, oportunidad en que Belgrano arengó a las tropas sobre el símbolo nacional que las distinguía de los soldados de las otras naciones del globo. Rivadavia volvió a censurar crudamente a Belgrano por "tamaño desorden" y dejó a su prudencia la reparación del desafuero cometido.
Belgrano se excusó diciendo, lo que era verdad, que no había recibido el oficio enviado a Rosario, pero no llegó su obediencia al punto de destruir el símbolo de la nueva nación, pues el 13 de febrero de 1813 volvió a enarbolarlo y lo hizo jurar en la margen del río Pasaje, que desde entonces se llamó Juramento. Pero entonces ya no existía el Triunvirato y un nuevo gobierno había tomado las riendas del Estado.
El Sello oficial
También es significativo el sello oficial, en agosto de 1812 fueron remitidos a Rivadavia diseños de J. A. Castro para el sello que debía adoptar Buenos Aires, con alegorías republicanas que todo el mundo percibiría a primera vista. ¿Es que esos dibujos sirvieron de modelo a. Juan de Dios de la Rivera para cincelar los sellos de plata y de bronce que le encomendó Agustín Donado por acuerdo de la asamblea de 1813?
De cualquier modo, los emblemas fueron aceptados sin discusión en las primeras sesiones, como si se tratase de algo resuelto con anterioridad.
Distintivos como el del sol, representativo de la América india, se venían usando ya estampados en algunos premios militares, y la asamblea de 1813 resolvió sustituir definitivamente las armas reales por las propias.
El himno Nacional