El Combate de Las Piedras se produjo a orillas del río de las Piedras, en la actual Provincia de Salta, Argentina, el 3 de septiembre de 1812 durante la Guerra de Independencia de la Argentina. El mayor general Eustoquio Díaz Vélez, a cargo de la retaguardia del ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata al mando de Manuel Belgrano, obtuvo allí una victoria que le permitió levantar su moral tras su retirada del Alto Perú y abandono de las ciudades de Salta y San Salvador de Jujuy luego del fracaso de la primera expedición auxiliadora al Alto Perú.
El 3 de setiembre, a las dos de la tarde, mientras el grueso del ejército se encontraba en una posición al sur del río de Las Piedras, la retaguardia de Díaz Vélez fue atacada por el destacamento de Huici y obligada a retirarse dejando en manos del enemigo los dos cañones que llevaba y algunos prisioneros.
Perseguidos y perseguidores llegaron hasta la posición que ocupaba Belgrano, el cual hizo entrar en acción la artillería de Holmberg y ordenó a Forest que atacase por la derecha con parte de los cazadores, a Miguel Aráoz que lo hiciese por la izquierda con cien pardos y morenos, a Díaz Vélez y Balcarce que atacasen con la caballería por el centro. El enemigo fue batido y en su dispersión y su fuga dejó 40 fusiles, 20 muertos y otros tantos prisioneros; los patriotas tuvieron 3 muertos y 6 heridos.
Ese combate obligó a los realistas a ser más cautelosos en su marcha y en su táctica y elevó la moral de los patriotas, pues vieron que podían causar serios tropiezos al enemigo.
Continuó luego la retirada hacia Tucumán, donde Belgrano proyectaba librar batalla. El 7 de septiembre el ejército estaba en la Encrucijada, habiendo recorrido en tres días 180 kilómetros.
El parte que el general Belgrano envió al Superior Gobierno relató lo siguiente:
Ayer (3 de septiembre de 1812) a las dos de la tarde, cargó el enemigo, en número de seiscientos hombres, con tanta furia sobre mi retaguardia, que se mezcló con ella y llegó al frente de mi posición al sud del Río de las Piedras casi a un tiempo; en consecuencia, hice lugar la artillería que se hallaba al mando del barón de Holmberg y mandé que, por el costado derecho, saliesen Don Carlos Forest, capitán del N° 1, con la parte de la División de Cazadores que tengo a su cargo; Don Miguel Aráoz, comandante 2° del N° 6, por el costado izquierdo con cien hombres de Pardos y Morenos, y la Caballería, al mando del Mayor General D. Eustoquio Díaz Vélez, con su segundo, el Teniente Coronel D. Juan Ramón Balcarce, por el centro; avanzaron todos con intrepidez, Jefes, Oficiales y Tropa, y la victoria coronó sus nobles y generosos esfuerzos poniendo en fuga vergonzosa al enemigo, quien dejó en el campo de batalla dos oficiales y cincuenta y ocho soldados muertos, y ciento cincuenta fusiles y cuarenta soldados que se hicieron prisioneros, no habiendo tenido, de nuestra parte más que seis heridos, entre los cuales el digno Don Miguel Aráoz, y muertos gloriosamente el Capitán Don Manuel Mendoza, un sargento de Húsares y un soldado.
Asimismo, en el oficio que dirigió al gobernador de Córdoba decía:
Las armas de la Patria han logrado, ayer tarde, una victoria completa: 150 armas han caído en nuestro poder, 40 prisioneros, y han muerto 60 (de los enemigos), que han abandonado el campo con la fuga más vergonzosa, no habiendo de nuestra parte más que 3 muertos y 6 heridos. Hágalo V.S. saber por bando a los pueblos de su jurisdicción, convocándolos igualmente a dar gracias al Todopoderoso, con misa solemne y Tedéum, disponiendo se anuncien tan plausibles noticias con repique general de campanas.
El coronel Huici, que se había adelantado hasta la localidad de Trancas, cayó prisionero y fue de inmediato trasladado a San Miguel de Tucumán. Este enfrentamiento sirvió para levantar la moral de las tropas. Continuó Belgrano sin embargo su retirada hacia el río Blanco y luego hacia el río Pasaje (o Juramento).