El cabildo tenía razón al presumir que los ingleses no quedarían satisfechos con la derrota y que enviarían re¬fuerzos para tomarse un desquite, dado que Sir Home Popham no se había alejado del río de la Plata y esperaba la llegada de nuevas fuerzas. El cabildo encomendó a una junta de guerra las decisiones pertinentes para afirmar la victoria, la fijación del número de tropas que necesitaban la ciudad y su costa para la defensa.
Fue mérito de Liniers, aparte de su dirección de la
lucha contra los invasores, la organización de tropas para hacer frente a
cualquier tentativa de ataque, que se preveía más o menos inminente.
La experiencia reciente le hizo abandonar la idea de las milicias, según el reglamento de 1801, y pensó más bien que debía ser invitado el pueblo a concurrir voluntariamente a la defensa de su ciudad y siguiendo esa inspiración invitó al pueblo y en pocos meses se transformó Buenos Aires en un campo de adiestramiento de cuerpos voluntarios formados por la, población de todas las clases.
Los jefes eran elegidos por los hombres a quienes mandarían en la lucha, de esta manera serían, al tiempo que comandantes, voceros de la inquietud general.
No era, desde luego, el sistema de un ejército profesional, sino de milicias populares. Se dejaba el fusil y los ejercicios para volver a las tareas diarias.
Así surgieron la Legión Patricia (más de 1.300 efectivos) , comandada por Cornelio Saavedra e integrada por nativos de Buenos Aires; el cuerpo de indio., Pardos y Morenos; el de Arríbeños; los Húsares, dirigidos por Pueyrredón, cuerpo formado también por porteños; Cazadores; Gallegos; Andaluces; Catalanes; etc. los que sumados a las escasas fuerzas veteranas reunían más de 8000 hombres.
Se había armado al pueblo y esto era lo que Sobremonte temía dado que en 1810 se verían las consecuencias.
Fue difícil reunir armas y equipo. Para lograrlo se trajeron recursos de otros puntos de las colonias (pólvora de Chile, por ejemplo), se aprovechó el material tomado a los ingleses y se recibieron municionas desde el Perú. Para confeccionar los uniformes, cuyos colores principales eran el azul y el blanco. se utilizó el paño capturado en dos naves mercantes inglesas, y aun se adquirieron productos de contrabando a mercaderes británicos.
Al iniciarse el año 1807 Buenos Aires contaba con un ejército entusiasta y numeroso, aunque muy deficiente en materia de instrucción. La misma oficialidad, surgida de la burguesía porteña, desconocía aspectos elementales de la actividad militar.
Se constituyeron los siguientes cuerpos, con absoluto predominio de los nativos del país: Patricios, tres batallones, 1.200 hombres, nacidos en Buenos Aires; Arribeños, nueve compañías, 540 hombres, nacidos en las provincias interiores, la ma yor parte peones y jornaleros; Patriotas de la Unión, 455 hombres; Indios, Pardos y Morenos, auxiliares para el servicio de la artillería; Húsares, tres escuadrones independientes; Escuadrón de carabineros de Carlos IV; Migueletes, Maestranza de artillería, Cuerpo de Quinter6s y de Esclavos (estos últimos armados de lanzas y cuchillos) ; Compañía de granaderos de infantería y el Batallón de marina. Los españoles europeos formaron cinco tercios, según las provincias de origen: Gallegos, Andaluces, Catalanes o Miñones, Vizcaínos y Montañeses o Cántabros de la amistad.