Los invasores quedan prisioneros

Ingleses Prisioneros

El acuerdo causó descontento e indignación en el pueblo y se advirtió la decisión de rebelarse contra el héroe de la reconquista y pasar los prisioneros a degüello antes de dejarlos salir en la forma que figuraba en la pre¬tendida capitulación.

Hubo de parte de Beresford lo que se calificó como infidelidad y doblez. Expuso a Liniers su situación personal comprometida y el vencedor firmó un documento para que le sirviese de respaldo, con carácter secreto; Beresford lo hizo luego pasar como una capitulación honrosa en 1a que se permitía el reembarco de los prisioneros. El gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, no admi¬tió el supuesto convenio. Entretanto se hizo público lo de la entrega de los prisioneros y Liniers hizo pasar un oficio a Beresford cortando por lo sano y restableciendo la ver¬dad de lo ocurrido, oficio dado a la prensa y que revela la mala fe del jefe inglés.

Al principio los prisioneros quedaron en Buenos Aires, pero luego el cabildo y el pueblo exigieron que se los internase en fuertes y fortines de provincias; a Luján debían ser trasladados Beresford y Denis Pack con otros siete oficiales; otros a Capilla del Señor, San Antonio de Areco, a San Nicolás, a diversas estancias, a Mendoza c y San Juan, San Luis, a La Carlota, a Córdoba, a San Miguel del Tucumán, a Santiago del Estero.

Los prisioneros vivieron en relativa libertad, sin molestia alguna por parte de la población; recibían raciones y un 1 sueldo mensual de 6 pesos; y esa situación duró hasta el tratado de julio de 1807 estipulado entre Liniers y Whitelocke a raíz del fracaso de la segunda invasión; algunos pidieron entonces que se les dejase en el lugar de residencia.