Segunda invasión inglesa

Tras haber tenido que capitular en Buenos Aires en 1806 durante la primera de las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, la flota británica continuó en el Río de la Plata a la espera de los refuerzos que había solicitado a Inglaterra. Una vez que llegaron los refuerzos, en 1807 inició una segunda invasión que culminó con su derrota y la restauración del poder de España en el Río de la Plata.

El desembarco

El 23 de junio desembarcó el ejército expedicionario de Whitelocke en la ensenada de Barragán, el punto juzgado como el más adecuado; el día 29 de junio hizo bajar a tierra los caballos, la artillería y los víveres. Liniers había hecho desmantelar el año anterior la batería instalada en las fortificaciones de aquel lugar para contar con mayores elementos en la defensa de Buenos Aires; lo mismo había ocurrido con la batería de Colonia, de ahí la fácil captura por Pack.


Segundo desembarco ingles

Un contingente de 11.000 soldados británicos respaldados por una poderosa flota al mando del general John Whitelocke desembarca en las afueras de Buenos Aires. Las milicias porteñas intentan hacerles frente pero son derrotadas en la batalla de los Corrales de Miserere. El general británico intima a las autoridades porteñas a rendirse y les da tres días de plazo.

El plan de Whitelocke

En el plan de Whitelocke, la marcha desde la ensenada de Barragán hasta Buenos Aires exigiría tres días. Dividió sus fuerzas en tres columnas: la vanguardia iba al mando del brigadier Gower y estaba formada por la brigada de Crawfurd y la de Lumley, cón un total de 2.150 hombres; el grueso del ejército dependería del mando directo del comandante en jefe y estaba formado por la brigada de Auchmuty y otros cuerpos, con 3.847 hombres y dos cañones; la retaguardia era comandada por el coronel Mahon y disponía de 1.644 hombres de tropa, 6 cañones y 200 marineros desembarcados.

El avance fue dificultado por los bañados y arroyos que halló el ejército expedicionario a su paso; además, el ganado suelto que habría sido necesario para el abastecimiento de carne no era presa fácil; y para colmo cayeron fuertes lluvias, se carecía de tiendas y la caballería enemiga vigilaba y hostigaba los movimientos de los invasores.

Trayecto de la segunda invasion

El trayecto de la segunda invasión

Camino a la ciudad

El primero de julio la vanguardia había pasado la Reducción (Quilmes), seguida por el grueso del ejército; el Riachuelo fue cruzado por el Paso de Burgos, aguas arriba del puente de Barracas, y una vez salvado ese obstáculo tomó rumbo hacia los corrales de Miserere y entró allí en contacto con fuerzas patriotas.