El Reglamento de libre comercio con América de 1778, cuyo nombre completo es Reglamento y Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias, fue promulgado por el rey Carlos III de España el 12 de octubre de 1778 en el marco de las reformas borbónicas, con el fin de permitir el librecambio comercial entre España e Hispanoamérica, flexibilizando el monopolio existente y para lo cual abrió al comercio 13 puertos de España con 27 de Indias.
A partir de 1776-77, Buenos Aires pudo traficar con las provisiones del interior y con el Alto Perú y Chile, pero ya desde 1872 redujo una serie de decretos los derechos y libertades a una cantidad cada vez mayor de productos españoles y coloniales.
Carlos III sancionó en octubre de 1778, el Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de Indias, un intento de aflojar las restricciones sofocantes de las ordenanzas vigentes. Las leyes de Indias llegaban a castigar con la muerte el comercio de los colonos con los extranjeros; se ponía por condición que las naves que se dedicasen al comercio debían ser de propiedad española y tripuladas por españoles; para proteger la industria de la construcción naval en España se establecía que todo barco nuevo, mayor de 300 toneladas, disfrutaría en su primer viaje de una rebaja de 50 % sobre los derechos y aranceles en vigor. La tripulación debía componerse en sus dos terceras partes por lo menos de españoles nativos y una tercera parte de españoles naturalizados.
Los puertos habilitados en España para el comercio eran señalados: Sevilla y Cádiz, Málaga, Almería, Cartagena, Alicante, Tortosa, Barcelona, Santander, Gijón, La Coruña, Palma y Santa Cruz de Tenerife en las Canarias; y en la zona del Río de la Plata, los de Montevideo y Buenos Aires. Según ese reglamento, había que favorecer la manufactura de tejidos en España y muchas materias primas americanas estaban exentas del pago de derechos de entrada en los puertos autorizados de la península.
Se dispuso la instalación de Consulados o tribunales de comercio en todos los puertos. En una palabra, el régimen aprobado no es todavía el del comercio libre, pero es un paso hacia él. Se calculó en un 700 % el incremento global del intercambio comercial entre la metrópoli y la América española en el decenio 1778-1788.
Esta política de liberalización de la vida comercial comienza con Carlos III, desde 1765. Aunque, hecha la ley, hecha la trampa; los abusos y transgresiones no desaparecieron y en vano se trató de ponerles remedio. Para burlar la cláusula de las naves españolas autorizadas al libre comercio se recurrió a la venta ficticia del navío algún comerciante español, cambiando las banderas al entrar en el puerto, y a otros procedimientos similares. Pero la lucha por la verdadera libertad de comercio no cesó y en esa línea de orientación escribió Mariano Moreno en su Representación de los hacendados.
El muy relativo comercio libre condujo a la instalación de las aduanas de Buenos Aires y de Montevideo; la primera, cuyo primer administrador fue Francisco Ximénez Mesa, en 1778; la segunda, en 1789. Vinculado al funcionamiento de las aduanas surgió la institución del resguardo, organismo autónomo, dependiente del virrey, para la vigilancia del Río de la Plata y de sus costas.
La aduana de Buenos Aires fue desde el comienzo una fuente fiscal importante y llegó a superar por sus ingresos a la de Lima.
1779 287.107 pesos
1780 219.199
1781 131.797
1782 167.967
1783 368.967
Desde 1791 a 1795 el aumento de las recaudaciones continuó dando un promedio de unos 400.000 pesos. Después hubo un periodo de crisis; en 1798 no rindió más de 100.000 pesos; pero aumenta considerablemente desde 1802 y llega al millón de pesos en 1804 y 1805. Las invasiones inglesas y la invasión de España por Napoleón paralizaron el comercio con las colonias y el entendimiento aduanero por consiguiente fue nulo.