Los impactos ambientales que más afectan a la atmósfera relacionados con las diversas actividades humanas se recogen en el esquema siguiente:
Smog es una palabra inglesa que viene de otras dos: smoke, humo, y fog, niebla. El smog es una niebla baja que contiene grandes cantidades de contaminantes. Es muy perjudicial para los seres vivos y los materiales.
Quizás el más grave impacto causado por los seres humanos sea el calentamiento global originado por el efecto invernadero.
El efecto invernadero es un proceso natural generado por los gases de invernadero (CO2, CH4, N20 y clorofluorocarbonados), que absorben las radiaciones infrarrojas emitidas desde la superficie del planeta e impiden que se escapen hacia el espacio exterior. Esto provoca que la temperatura del aire superficial sea más cálida. Por eso, la temperatura media de la Tierra se ha mantenido alrededor de unos 15 °C y es adecuada para el mantenimiento de la vida. En los últimos tiempos, la humanidad está vertiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, debido, fundamentalmente, a la quema de los combustibles fósiles, la deforestación, los incendios forestales y la ganadería.
El resultado de un incremento del efecto invernadero natural del planeta puede ser el aumento de la temperatura global o calentamiento global de la Tierra, que podría acarrear graves consecuencias: los hielos polares se derretirían, subiría el nivel del mar, amplias zonas sufrirían graves cambios climáticos, las cosechas se reducirían y determinadas enfermedades, como la malaria, se extenderían.
Efectos en los ecosistemas
En los bosques se han observado daños directos originados sobretodo por esos depósitos de partículas que se pueden convertir en ácidas posteriormente, pero también por las nieblas o lluvias con pH muy bajo. Además, parte de los efectos de lo que se ha llamado el declive de los bosques, se debe muy posiblemente a la influencia de las lluvias ácidas sobre los suelos, que quedan empobrecidos de elementos minerales básicos, como potasio, magnesio y calcio.
En los lagos y ríos se han advertido también descensos del pH debidos a las lluvias ácidas. En muchas ocasiones se ha observado una disminución del número de especies tanto vegetales como animales, ya que muchas de ellas son sensibles a la acidificación.
Se considera lluvia ácida a cualquier precipitación con un pH inferior a 5,65. En las redes de estudio de la lluvia ácida que se han puesto en marcha en diversos países, se han detectado numerosas precipitaciones con valores de pH inferiores a 5.
Desde el principio se sospechó que existía relación entre la contaminación atmosférica y la acidez de las lluvias. La composición química del agua de lluvia depende de la composición de la alta atmósfera, donde se forman las gotas por condensación, y también de las sustancias presentes en el recorrido de las gotas desde la alta atmósfera hasta el suelo. La precipitación tiene, pues, capacidad de incorporar los contaminantes existentes en el aire.
Efecto invernadero
Los mismos principios del efecto invernadero a nivel planetario se observan, a escala reducida, en los invernaderos de cultivo.
Proceso de la formación de la lluvia ácida.
Las combustiones de carbón y derivados del petróleo generan cantidades apreciables de óxidos de azufre y de nitrógeno. En el caso del dióxido de azufre, las emisiones naturales son muy escasas, aunque los volcanes producen volúmenes importantes de ácido sulfhídrico, que termina oxidado a dióxido de azufre. En los óxidos de nitrógeno, las emisiones naturales a la atmósfera son unas veinte veces mayores que las producidas por la acción del hombre. Los óxidos de azufre y hidrógeno se pueden convertir en ácidos sulfúrico y nítrico, que son los compuestos químicos responsables de las lluvias ácidas.
Agujero en la capa de ozono
Imagen del agujero en la capa de ozono sobre la Antártida (coloreada artificialmente).