Colon explora la isla La Española

Tras atender sus asuntos en La Isabela, Colón decide adentrarse en la Isla de La Española el 12 de marzo, ordenando allí la construcción de la fortaleza de Santo Tomás por Pedro Margarit el 17 de marzo. En abril, Colón decide retomar sus labores de expedición por mar y descubre Jamaica y navega por la costa sur de Cuba. Los problemas de suministros se hacen más complicados y un grupo de hombres se hacen con unos barcos para volver a España. 


Colon explora la isla La Española

Asegurada la Isabela de posibles rebeliones y dejado a cargo de su hermano Diego Colón el gobierno de la ciudad y la vigilancia de la escuadra, Cristóbal Colón marchó el 12 de marzo en búsqueda del Cibao con cuatrocientos soldados y un buen número de indios en orden de batalla con banderas desplegadas y al son de tambores y trompetas.

El objetivo de la expedición era construir una fortaleza en las montañas y un emplazamiento que permitiera la explotación de las minas. También tenía previsto enfrentarse a Caonabo y obtener una victoria que fuera una muestra del gran poder de los cristianos.

El camino era muy difícil y tan sólo se podía subir el curso de los ríos a través de una estrecha vereda india que solo permitía el paso simultaneó de una persona. Para agilizar el viaje los soldados de la expedición tuvieron que ensanchar la vereda con las herramientas que tenían a mano. Aquel fue el primer camino del Nuevo Mundo y le fue puesto el nombre de Puerto de los Hidalgos, por haber sido construido por personas de esta condición social.

Una vez ganado dicho puerto se les apareció una inmensa llanura semejante a la que les habí-a contado Alonso de Ojeda, grandiosa vegetación, generoso clima y abundantes ríos y multitud de aldeas. Lo que se les habría ante sus ojos era un auténtico paraíso terrenal. Colón lo llamó la Vega Real.

Para asombro y terror de los indígenas en la vanguardia de la comitiva iban los jinetes con sus caballos, animal desconocido para ellos y que les hacía temer lo peor. Su sóla visión les hacía huir y encerrarse en sus chabolas. Estos ponían en la puerta un pequeño obstáculo de cañas con los que se creían a salvo. Colón ordenó respetar escrupulosamente a los indios y sus bienes. Sabía que si se les trataba correctamente estos lo harían saber al resto de vecinos obteniendo aliados en vez de enemigos.

Llegaron al río Yaguí, al que Colón llamó río de las Cañas, sin saber que este era el mismo río que desemboca en Monte Cristi y al que llamó anteriormente río del Oro.

Por fin arribaron a las montañas del Cibao donde el panorama se complicó por lo escarpado del terreno y el cansancio acumulado. Colón decidió enviar unas mulas de vuelta a la Isabela a por más provisiones, las que tenían se estaban agotando.

El Cibao estaba compuesto de empinadas montañas casi desprovistas de vegetación, pero por las que discurrían cristalinos arroyos que transportaban partículas de oro, lo que convenció a Colón de que allí habría muchas minas de oro en las cercanías. También hallaron ámbar, lapis lázuli y cobre. Estaban a dieciocho leguas de la Isabela.

En este punto el almirante ordenó construir un fuerte, al que llamó Fuerte de Santo Tomás, como apoyo para la explotación de las minas y punto de partida de nuevas expediciones hacia el interior de la isla. Allí dejó a Pedro de Margarital mando de 56 hombres y regresó hacia la Isabela con la idea de zarpar a explorar las islas de Cuba y Jamaica en busca de la deseada Tierra Firme o por lo menos de un paso que llevase hasta ella.

El camino era muy difícil y tan sólo se podía subir el curso de los ríos a través de una estrecha vereda india que solo permitía el paso simultaneo de una persona. Para agilizar el viaje los soldados de la expedición tuvieron que ensanchar la vereda con las herramientas que tenían a mano. Aquel fue el primer camino del Nuevo Mundo y le fue puesto el nombre de Puerto de los Hidalgos, por haber sido construido por personas de esta condición social.

Una vez ganado dicho puerto se les apareció una inmensa llanura semejante a la que les había contado Alonso de Ojeda, grandiosa vegetación, generoso clima y abundantes ríos y multitud de aldeas. Lo que se les habría ante sus ojos era un auténtico paraíso terrenal. Colón lo llamó la Vega Real.

Para asombro y terror de los indígenas en la vanguardia de la comitiva iban los jinetes con sus caballos, animal desconocido para ellos y que les hacía temer lo peor. Su sóla visión les hacía huir y encerrarse en sus chabolas. Estos ponían en la puerta un pequeño obstáculo de cañas con los que se creí-an a salvo. Colón ordenó respetar escrupulosamente a los indios y sus bienes. Sabía que si se les trataba correctamente estos lo harían saber al resto de vecinos obteniendo aliados en vez de enemigos.

Llegaron al río Yaguí, al que Colón llamó río de las Cañas, sin saber que este era el mismo río que desemboca en Monte Cristi y al que llamó anteriormente río del Oro.

Por fin arribaron a las montañas del Cibao donde el panorama se complicó por lo escarpado del terreno y el cansancio acumulado. Colón decidió enviar unas mulas de vuelta a la Isabela a por más provisiones, las que tenían se estaban agotando.

El Cibao estaba compuesto de empinadas montañas casi desprovistas de vegetación, pero por las que discurrían cristalinos arroyos que transportaban partículas de oro, lo que convenció a Colón de que allí habría muchas minas de oro en las cercanías. También hallaron ámbar, lapis lázuli y cobre. Estaban a dieciocho leguas de la Isabela.

En este punto el almirante ordenó construir un fuerte, al que llamó Fuerte de Santo Tomás, como apoyo para la explotación de las minas y punto de partida de nuevas expediciones hacia el interior de la isla. Allí dejó a Pedro de Margarital mando de 56 hombres y regresó hacia la Isabela con la idea de zarpar a explorar las islas de Cuba y Jamaica en busca de la deseada Tierra Firme o por lo menos de un paso que llevase hasta ella.


Exploracion de Colon de la isla la española

Colón decide adentrarse en la Isla de La Española el 12 de marzo, ordenando allí la construcción de la fortaleza de Santo Tomás por Pedro Margarit el 17 de marzo.