En el mes de mayo de 1492 Cristóbal Colón partió de Granada en dirección a Palos, que fue el lugar elegido para la partida dado que el puerto de Cádiz se encontraba prácticamente colapsado por la salida de judíos decretada por los reyes pocos días antes.
El 12 de mayo de 1492 Cristóbal Colón partió de Granada en dirección a Palos, que fue el lugar elegido para la partida dado que el puerto de Cádiz se encontraba prácticamente colapsado por la salida de judíos decretada por los reyes pocos días antes.
La otra razón por la que fue elegida es el puerto porque fue condenado a proporcionar dos carabelas gratuitas durante dos meses a la corona castellana, la cual podría hacer el uso que quisiese de dichas naves, por el delito fue contravenir el Tratado de Alcaçovas, según el cual los pesqueros de castilla no podían faenar al sur del cabo Bojador, zona a partir de la cual el monopolio era portugués. El puerto de Palos fue condenado el 30 de abril a ponerlas a disposición de Cristóbal Colón en un plazo de diez días con todo su armamento y aparejo.
Dicha sentencia fue leída el 23 de mayo de 1492 en la puerta de la iglesia de San Jorge de Palos frente a alcaldes, regentes y varios habitantes de la zona. La orden real fue prácticamente ignorada por los habitantes, pero posteriormente cuando se enteraron de la naturaleza de la expedición, que además era capitaneada por un extranjero completamente desconocido para ellos, se negaron rotundamente a cumplir las órdenes y, sobre todo, a alistarse en la misma, provocándose numerosos alborotos y disturbios en la zona.
En 1492 colaboró activamente en los preparativos del viaje que conducirían al descubrimiento de América. En calidad de capitanes de las carabelas la Niña y la Pinta, Vicente Yáñez Pinzón y su hermano Martín Alonso eran, junto con Colón, los máximos responsables de la expedición. Vicente Yáñez Pinzón ayudó a Cristóbal Colón en los momentos difíciles de los motines y luego en los descubrimientos efectuados en las Lucayas y en Santo Domingo.
No fue hasta que apareció en escena el rico marinero Martín Alonso Pinzón y su hermano Vicente Yáñez Pinzón que fueron informados por los frailes de la Rábida, que los trabajos tomaron buen rumbo. No sólo aportarón dinero y mejores naves que las que Colón había embargado, sino que gracias a su fama en la zona y su apoyo a la expedición consiguió la confianza de los lugareños y el alistamiento se pudo realizar sin mayores problemas.
Sin Martín Alonso Pinzón y su hermano Vicente Yáñez Pinzón este viaje no habría sido posible o se habría demorado mucho en el tiempo.
La tripulación estaba compuesta de unas cien personas aproximadamente, siendo la mayoría eran marineros de Palos, Moguer y Huelva, setenta andaluces en total, algunos vascos y gallegos y un pequeño grupo de extranjeros: un portugués, un genovés, un calabrés, un veneciano y un guineano de nombre Juan, primera persona de raza negra en arribar al Nuevo Mundo.
Se ha hablado mucho sobre la composición de las tripulaciones castellanas de conquista, afirmando de forma gratuita que dentro de ellas había multitud de criminales que redimirían sus condenas apuntándose a estas expediciones tan peligrosas, alimentando la leyenda negra de la brutalidad y salvajismo español.
Pero la verdad es que, en este caso, en el primer viaje, tan sólo había cuatro condenados: un condenado a muerte por homicidio en una pelea tabernera y tres culpables de haber organizado la fuga de un amigo común de la cárcel. Estos fueron los únicos tripulantes obligados a enrolarse, los demás fueron voluntarios.
Se apuntaron oficiales, pilotos, marineros, calafates, grumetes, carpinteros, un intérprete, un cirujano, un boticario, un tonelero, un sastre, un platero, un alguacil mayor, un escribano real y un veedor.
Sus sueldos eran considerables para la época: 2.000 maravedíes al mes para los maestres y pilotos, 1.000 para los marineros y 666 para cada grumete, además recibieron cuatro pagas por adelantado por lo que pudieron dejar dinero en España antes de partir del viaje.
Finalmente, a principios de agosto, ya estaban preparadas para partir dos carabelas y una nao, esta última, la Santa María, aportada por el marinero cántabro Juan de la Cosa y que sería la nave capitana comandada por el mismo Colón. Las dos carabelas eran la Niña, propiedad de Juan Niño y capitaneada por Martín Alonso Pinzón, y la Pinta, propiedad del palermo Cristóbal Quintero y comandada por Vicente Yáñez Pinzón, hermano de Martín Alonso.