Con excepción de la sierra, a donde había sido destacado Pringles y luego el coronel Pedernera, que se estacionó en Pocho, la provincia se hallaba pacificada, y mientras se organizaban las fuerzas de la provincia para afrontar la vuelta de Quiroga que se consideraba segura, Paz se dispuso a esta¬blecer relaciones pacíficas con las otras provincias.
En Córdoba se ignoraba la marcha de las operaciones en Buenos Aires y en Buenos Aires no se sabía nada de lo que ocurría en Córdoba. Circularon en Córdoba noticias de la derrota de Puente de Márquez y del regreso posterior de Estanislao López a Santa Fe; pero Paz pensaba que, a pesar de ese contraste, Lavalle era dueño de la situación en esa provincia, con las milicias del sur al mando de Rosas como único adversario. Se dispuso a asumir el papel de mediador y pacificador y envió comisiones ante los gobiernos de Buenos Aires y Santa Fe; el 10 de julio designó a José María Bedoya y Joaquín de la Torre comisionados ante el gobierno de Buenos Aires y ante el general Rosas para que terminasen la guerra desastrosa.
La misión de los comisionados era extensiva también a Santa Fe, a cuyo gobierno debían invitar a un convenio de concordia y amistad que pusiera término a las calamidades de la guerra. Los comisionados de Córdoba presentaron sus credenciales el 26 de julio a Estanislao López, que respondió al día siguiente que no había existido ningún estado de guerra entre las provincias, y sí entre el general Lavalle y la mayor parte de las provincias de la República representadas en la Convención nacional de Santa Fe. Pero que después del convenio entre Lavalle y Rosas del 24 de junio, las hostilidades habían cesado.
Domingo de Oro y José Ignacio de Amenábar fueron enviados a tratar con el general José María Paz, con el cual firmó un tratado preliminar de paz.
Tuvieron poco tacto los delegados de Córdoba y el 2 de agosto pidieron sus pasaportes para seguir a Buenos Aires, firmando antes un tratado con Santa Fe sobre los fuertes de la frontera, establecimiento de postas, apertura de un camino para el transporte de mercancías y correspondencia, libre tránsito comercial, aun en estado de guerra, entre las dos provincias con cualquier otra, con excepción de los artículos de guerra, y extradición de criminales.
Coincidiendo con la iniciativa del gobernador de Córdoba, Estanislao López había designado a José Amenábar y a Domingo de Oro en julio de 1829 para que buscasen un arreglo entre Córdoba, San Luis y Juan Facundo Quiroga. Los delegados santafesinos (Domingo de Oro era secretario militar de López) llegaron a El Tío el 17 de julio y desde allí comunicaron al general Paz el objeto de su visita, enviándole una nota del gobernador de Santa Fe.
La iniciativa de Estanislao López no fue consecutiva a la victoria de Paz en la Tablada, pues ya el 22 de junio se había dirigido a Paz y a Quiroga para que suspendieran las hostilidades hasta que se hiciese presente una comisión que el general en jefe del ejército de la Unión había resuelto enviar a fin de que se considerasen los intereses de las provincias beligerantes y los de todas las que empuñaban las armas.
A causa de los azares de la guerra, esas notas se han extraviado y no llegaron a su destino. La misión de los comisionados consistía en renovar el ofrecimiento de mediación del gobierno de Santa Fe para poner término a la guerra en que se encontraba empeñada la provincia de Córdoba. Los comisionados santafesinos se dirigieron en el mismo sentido a los gobiernos de San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán y Salta, y al general Quiroga. Pero ni Quiroga ni algunos de los gobiernos de aquellas provincias respondieron.
El general Paz aceptó la mediación y los comisionados propusieron las siguientes cuestiones: reconocimiento de la representación nacional existente en Santa Fe, concurrencia a ella de los diputados de Córdoba e interposición de la influencia de Córdoba ante las de Tucumán y Salta para que obrasen del mismo modo. Pero el gobierno de Córdoba no aceptó esos tres puntos, pues sus principios políticos no coincidían con los sostenidos por la Convención nacional de Santa Fe. Los comisionados, después de esperar en vano una respuesta de los gobiernos provinciales a que se habían dirigido, regresaron en octubre a Santa Fe.
Los comisionados de Córdoba habían llegado a Buenos Aires cuando el general Viamonte asumía el mando como gobernador provisional. Consideraron entonces que su misión no tenía ya objeto, pues Lavalle había renunciado al gobierno e informaron a Córdoba acerca de la situación, transmitiendo el deseo del gobierno de Buenos Aires de estrechar relaciones con Córdoba. Los comisionados recibieron en setiembre instrucciones para obrar en el sentido de la pacificación y de la constitución del país. José María Bedoya y Joaquín de la Torre firmaron el 27 de octubre un tratado con el gobierno provisional de Viamonte que establecía la paz, la amistad y la buena inteligencia entre los gobiernos de las dos provincias, comprometiéndose a defender la independencia de la República contra toda dominación extranjera y contra cual-quier ataque exterior, y prometiendo también interponer sus buenos oficios para impedir toda ruptura entre dos o más provincias y formar una alianza ofensiva y defensiva contra los indios; se invitaba a las demás provincias a la reunión de un cuerpo nacional para organizar y constituir el. país. Por un artículo especial, el gobierno de Córdoba autorizaba al de Buenos Aires a dirigir las relaciones exteriores hasta que se constituyese la República, y se comprometía a obtener igual autorización de aquellos gobiernos del interior con los cuales conservase relaciones amistosas.
Por su parte, la provincia de Buenos Aires designó a Pedro Feliciano Cavia y Juan José Cernadas como comisionados mediadores entre Paz y Quiroga; eran, como decía Rosas a López, federales netos.