Campaña de Lavalle contra López

El gobernador López calculó, y con razón, que el general Lavalle, que acababa de desconocer la Convención Nacional, lo primero que haría sería irse sobre Santa Fe, y que el único que podía oponer una resistencia a tales avances, era Rosas. 

Facultades para Rosas

Lopez  en uso de las facultades con que lo había investido la Convención, reunió sus milicias, nombró a Rosas Mayor General del ejército de la Unión y abrió campaña contra Lavalle, expidiendo un manifiesto en el que daba por causales de su actitud el fusilamiento del magistrado que desempeñaba el Ejecutivo de la Nación

Lavalle se encontraba en campaña contra Estanislao López que había adelantado a Pascual Echagüe en dirección a Arroyo del Medio, y contra Rosas, que operaba en la campaña de Buenos Aires. 

Obtuvieron los revolucionarios un triunfo en Las Palmitas


Combate de las Palmitas

Las Palmitas es un lugar ubicado en las puntas del arroyo Pergamino, y era un antiguo paso sobre dicho arroyo. Ahora hay un camino con un puente. Se llamaba Las Palmitas porque en las riberas del arroyo, largas, anchas, playas y barrosas estaban, y están aún hoy día pues se renuevan constantemente, las marcas de las pisadas de las palmas de infinidad de aves acuáticas 

Una parte de las fuerzas dirigidas por Luis Molina y Manuel Mesa bajo el mando del comandante Juan Manuel de Rosas, fue atacada en el lugar denominado Las Palmitas, por el coronel Isidoro Suarez y es derrotada totalmente. Manuel Mesa fue tomado prisionero y después de ser juzgado como malhechor fue fusilado el día 11 del mismo mes en la plaza del Retiro. Gobernaba Buenos Aires el general Juan Galo de Lavalle, cuya autoridad había desconocido el comandante de campaña Juan Manuel de Rosas, nombrado por el gobernador derrocado por Lavalle, Manuel Dorrego.

Las Palmitas, era un lugar próximo al fuer­te Federación, que por decreto del 13 del mismo mes se llamó Junín, en homenaje a Suárez, el héroe de esa batalla contra los realistas del Perú.

Medidas del gobierno de Lavalle

Lo cierto es que los dirigentes del partido unitario en esos días suprimieron de hecho las instituciones y el mecanismo que funcionaba más o menos regularmente desde fines del año de 1820. La Junta de Representantes fue derrocada. Los miembros del poder judicial fueron removidos y suplantados con adictos a la situación.
Todos los resortes de la administración quedaron en manos de esos dirigentes y el Gobierno reducido a la dictadura militar del general Lavalle, a quien manejaban.

El absolutismo revolucionario alcanzó naturalmente a la prensa; que la libertad de la palabra escrita quedó reservada para El Pampero, El Tiempo y otros papeles unitarios, los cuales se diría que predijeron para sus partidarios los rigores que predicaban con el objeto de destruir a sus enemigos.
En este camino se fue lejos; se forjaron armas de dos filos, armas que debían usar después los mismos contra quienes entonces se esgrimieron. En las contiendas tumultuarias del año XX se persiguió individualmente al o a los adversarios peligrosos.

En el año de 1828 se decretó la persecución colectiva al partido federal, y general a todos los que no apoyaban la situación imperante. A principios del año de 1829, el consejo de ministros del general Lavalle inventó el sistema de las clasificaciones, o sea las listas de todos los adversarios conocidos de esa situación, y esto con el objeto de asegurar o desterrar a los federales más conspicuos, como lo verificó con don Tomás Manuel, don Nicolás y don Juan José Anchorena, con García Zúñiga, Arana, Terrero, Dolz, Maza, Rosas, etc., etc.