El virreinato

El virreinato del Río de la Plata, conocido también como virreinato de las Provincias del Río de la Plata o virreinato de Buenos Aires fue una entidad político-territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante del Imperio español.
Fue creado primero en forma provisional, el 1 de agosto de 1776, y luego, de manera definitiva, el 27 de octubre de 1777, por orden del rey Carlos III de España a propuesta de su secretario de Indias José de Gálvez y Gallardo, y tuvo su capital en la ciudad de Buenos Aires, de escasa importancia hasta ese momento.

Creación del Virreinato del Río de la Plata

Cuando se erigió el Virreinato del Río de la Plata quedó conformado por las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay y Córdoba del Tucumán, a las que se agregaron las provincias del Alto Perú y Cuyo. Don Pedro Cevallos fue colocado a su frente, en calidad de Virrey.

Cevallos centró su acción de gobierno en normalizar la economía del Río de la Plata y para ello, declaró libre el comercio del Río de la Plata con la Península y las demás colonias, abriendo sus puertos a las naves mercantes españolas, y permitiendo la introducción de mercaderías ultramarinas a Chile y al Perú.
Esta determinación precedió al famoso reglamento del "Comercio libre" que la metrópoli dictó para sus colonias en el año siguiente, incluyendo en él sin restricciones al Virreinato del Río de la Plata. La guerra entre Inglaterra y España (1779), con motivo de la revolución de los norteamericanos coincidió con la sublevación de Túpac Amaru, neutralizando los avances económicos que trajo la introducción del libre comercio.

Esto obligó a la Corte a otorgar una nueva franquicia, permitiendo el comercio del Río de la Plata por la vía del Brasil, bajo pabellón neutral de acuerdo con la Corte de Lisboa. La paz de Versalles en 1783, en que quedó reconocida por Inglaterra la independencia de los Estados Unidos de América bajo los auspicios de la España, a la vez que restableció las corrientes del comercio, proclamó ante el mundo el derecho que tenían las colonias americanas a insurreccionarse, emanciparse de la madre patria y constituirse en naciones independientes y libres.

La libertad de comercio trajo aparejada un crecimiento económico y un mejoramiento en la calidad de vida; pero no obstante este bienestar general, el Virreinato del Río de la Plata, como cuerpo político y social, no era unidad armónica. La colonia y la metrópoli no constituían una sustancia homogénea. El único vínculo entre una y otra era la persona del monarca. La unidad de creencias religiosas era lo único que daba cierta cohesión social. Pero el clero, que en resto de América era poderoso, estaba, con raras excepciones, bajo el nivel común en el Río de la Plata, es decir sin prestigio jerárquico, y sin poder eficiente. En lo administrativo, el Virreinato del Río de la Plata era deficiente.   

En tiempos del Virreinato  

En Buenos Aires existía por los años de 1760 una familia con cierta notoriedad en el municipio y el comercio. Se trataba del matrimonio conformado por don Domingo Belgrano y Peri (conocido por Pérez) y doña María Josefa González Casero, cuya familia radicada en el país fundó el Colegio de Niños Huérfanos de San Miguel. De esta unión nacieron once hijos: siete varones y cuatro mujeres. Manuel Belgrano había nacido en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 y era uno de los menores entre sus hermanos.
Todavía no había dieciséis años y había acumulado tanto conocimiento que sus padres decidieron enviarlo a España, para que completara allí sus estudios. Se recibió de abogado el 31 de enero de 1793.
Al terminar sus estudios, en España hacían furor las ideas de economía política. Las ideas en boga eran las publicadas por Adam Smith en su libro "Riqueza de las Naciones". Él fue quien introdujo estos pensamientos en el Río de la Plata, y con la colaboración de Castelli, Vieytes y Moreno, entre otros, contribuyó eficazmente a dar forma y dirección práctica a las ideas de progreso, ilustrando a la generalidad sobre sus verdaderos intereses.
Ellos influyeron con mayor poder, en la preparación de la revolución política que estalló en mayo de 1810. Cuando llegó a Buenos Aires para hacerse cargo del Consulado, bajo la influencia de sus conocimientos económicos, Belgrano le dio al organismo una importancia mayor a la que tenía y se dedicó a fomentar la agricultura, la industria y el comercio. 

Creación del Virreinato del Rio de la Plata

El Virreinato del Río de la Plata
En 1776, el rey español Carlos III decidió la creación  del Virreinato del Río de la Plata para asegurar un control más eficaz de sus dominios americanos. Hasta entonces, Buenos Aires y el interior dependían del Virreinato del Perú, que tenía su capital en Lima. La enorme distancia que separaba al Río de la Plata de la cabecera virreinal había despertado la codicia de ingleses y portugueses, quienes lucraban con el contrabando hacia Buenos Aires y la zona del Litoral, perjudicando a las arcas reales.



Belgrano introduce a Adam Smith en el Río de la Plata

Belgrano introduce a Adam Smith en el Río de la Plata
Durante su formación europea Belgrano tomó conocimiento de la obra de Adam Smith e introdujo estos pensamientos en el Río de la Plata. Adam Smith fue un economista y filósofo escocés, considerado uno de los mayores exponentes de la economía clásica y de la filosofía de la economía. En 1776 publico su obra La riqueza de las naciones, que es un estudio acerca del proceso de creación y acumulación de la riqueza, temas ya abordados por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith. Debido a dicho trabajo, que fue el primer estudio completo y sistemático sobre el tema, a Smith se le conoce como el padre de la economía moderna.