En Rosario, a las orillas del río Paraná, el 27 de febrero de 1812 enarboló por primera vez la bandera argentina, creada por él con los colores de la escarapela, también obra suya. Lo hizo ante las baterías de artillería que denominó "Libertad" e "Independencia", donde hoy se ubica el Monumento Histórico Nacional a la Bandera. Inicialmente, la bandera era un distintivo para su división del ejército, pero luego la adoptó como un símbolo de independencia.
Es ese mismo día que el Triunvirato decide hacer cargo a Belgrano del Ejército del Norte, al mismo tiempo que el General avisaba al Gobierno el hecho de jurar los colores celeste y blanco que había llevado a cabo con los que ahora eran sus tropas a cargo , aparentemente la bandera en un principio sería de dos franjas, una blanca superior y otra debajo de color celeste, similar a la que usaría el General San Martín con su ejército.
Esta actitud le costó su primer enfrentamiento abierto con el gobierno centralista de Buenos Aires, personificado en la figura del ministro Bernardino Rivadavia, de posturas netamente europeizantes.
El Triunvirato reaccionó alarmado: la situación militar podría obligar a declarar una vez más la soberanía del rey Fernando VII de España, de modo que Rivadavia le ordenó destruir la bandera. Sin embargo, Belgrano la guardó y decidió que la impondría después de alguna victoria que levantara los ánimos del ejército y del Triunvirato.
En cuanto a su elección de los colores de la bandera nacional argentina, tradicionalmente se ha dicho que se inspiró en los colores del cielo; esta versión es sin dudas válida aunque no excluyente de otras. Sin embargo, es muy probable que haya elegido los colores de la dinastía borbónica (el azul-celeste y el 'plata' o blanco) como una solución de compromiso: en sus momentos iniciales las Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar el estatus de rebelde declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían aún fidelidad a los Borbones. Por otra parte, Belgrano parece haber sido devoto de la Virgen de Luján, y otras advocaciones de la Virgen (de Chaguaya, de Itatí, del Valle, de Cotoca, y de Caacupé), cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albicelestes; en rigor ninguna de las teorías se contradice ya que los colores del cielo representan al manto de la Inmaculada Concepción de La Virgen cuyos colores fueron elegidos por la dinastía borbónica de la Corona de España para su presea más importante entonces otorgada: la Orden de Carlos III, de esta presea o condecoración surgió luego durante las Invasiones Inglesas la escarapela y penacho del Regimiento de Patricios.
Belgrano movilizó sus tropas hacia Humahuaca y el 25 de mayo de 1812 realizó una acción que permitió que el pueblo tomara conciencia de lo que representaba la patria: ese día se cumplía el segundo aniversario de la revolución de mayo y entonces mandó a enarbolar la bandera celeste y blanca en los balcones del ayuntamiento, en reemplazo del estandarte real que presidía todas las festividades públicas. Una salva de 15 cañonazos y la bendición del canónigo Gorriti completaron la escena. Al anochecer, Belgrano se puso al frente de la tropa y paseó la bandera por las calles de Jujuy.
El Gobierno en consecuencia le escribió en el acto amonestándolo en términos severos, y le ordenó que pusiese remedio a tamaño desorden, con prevención que sería la última vez que sacrificaría a tal extremo los respetos de su autoridad. Sorprendido y lastimado a la vez, el general contestó disculpándose con dignidad; pero persistió tenazmente en sostener sus ideas de independencia, acabando por decir:
"La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella... y se harán las banderas del regimiento núm. 6, sin necesidad de que su falta se note por persona alguna; pues si acaso me preguntan por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentaran con la que le presenten. En esta parte V.E. tendrá su sistema: pero diré también con verdad, que como hasta los indios sufren por Fernando VII, y los hacen sufrir con los mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oír nombre de Rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan".
Belgrano enarbola la bandera argentina en las barrancas del Paraná Óleo sobre tela. Autor: Rafael del Villar. Fecha de ejecución: 1947
El 27 de Febrero de 1812 en las barrancas del Paraná en Rosario, se izó por primera vez la bandera nacional conforme a los colores de la escarapela, es así que el General Manuel Belgrano enarboló por primera vez la enseña patria en lo que en ese entonces era Villa del Rosario, en lo que hoy es la ciudad de Rosario, en la Provincia de Santa Fe.
Bendición de la bandera nacional oleo de Luigi De Servi de 1912
Bendición de la bandera nacional el 25 de mayo de 1812 por el canónigo Juan Ignacio Gorriti sostenida por Manuel Belgrano en la Catedral de San Salvador de Jujuy.
Luego de ser amonestado por la Asamblea a raíz de haber izado el 27 de febrero de 1812, una bandera que no fuera autorizada por ésta, en enero de 1813 el general Manuel Belgrano volvió a confeccionar otra bandera, que esta vez fue aceptada por la Asamblea del Año XIII al iniciar sus deliberaciones el 31 de enero de 1813, siempre y cuando “fuera únicamente usada como bandera del Ejército del Norte, y no del Estado”.
El 13 de febrero de 1813, habiendo llegado a Jujuy, en marcha hacia Salta, Belgrano, al mando del Ejército del Norte luego de cruzar el río Pasaje (llamado después “Juramento”), hizo prestar juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea del Año XIII y a la Bandera que hiciera ondear por primera vez el a orillas del río Paraná, el 27 de febrero de 1812 y así se lo comunica a la Asamblea:
"Cumpliendo con lo que Vuestra Excelencia me ordena en fecha primero del corriente, procedí en este día a prestar el reconocimiento y competente juramento de obediencia a la Soberana representación de la Asamblea Nacional bajo la solemnidad respetuosa de las armas de mi mando y según la fórmula que Vuestra Excelencia me prescribe. El acto ha sido uno de los más solemnes que se han celebrado en toda época de nuestra feliz revolución. La bandera del ejército fue conducida por el mayor general Eustaquio Díaz Vélez, a quienes llevábamos en medio, el coronel MARTÍN RODRÍGUEZ y yo, escoltados por una compañía de granaderos que marchaba al son de música. Formado el ejército en cuadro se situó en medio dicho mayor con la bandera. Proclamé al ejército anunciándole 1a nueva que motivaba el acto, e hice leer en voz alta el oficio circular de Vuestra Excelencia e impreso adjunto. Inmediatamente presté por mi parte el juramento en presencia de las tropas y bajo la fórmula prescripta, ante el mayor general, quien lo ejecutó del mismo modo ante mí. Continuaron después los coroneles y comandantes, y concluido el juramento de éstos, interrogué bajo la misma fórmula a todos los individuos que formaban el cuadro, quienes con sus expresiones y la alegría de sus semblantes manifestaban la sinceridad de sus promesas y el júbilo que había causado en todos el logro de sus deseos. Colocando después el mayor general su espada en cruz con el asta de la bandera, todas las tropas en desfilada la fueron besando de uno en uno, y finalizado este acto, volvió el mismo mayor general con la bandera hasta el lugar de mi alojamiento a la cabeza de todos los cuerpos que le seguían al son de música. Yo no puedo manifestar a Vuestra Excelencia cuánto ha sido el regocijo de las tropas y demás individuos que siguen a este ejército, una recíproca felicitación de todos por considerarse ya revestidos con el carácter de hombres libres y las más ardientes y reiteradas protestas de morir antes que volver a ser esclavos, han sido las expresiones comunes con que han celebrado tan feliz nueva y que deben afianzar las esperanzas de cimentar muy en breve el gran edificio de nuestra libertad civil. Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Río del Juramento, en otro tiempo del Pasaje" 13 de febrero de 1813. Manuel Belgrano.
La Bandera fue conducida por el mayor general Eustaquio Díaz Vélez, a quienes llevábamos en medio, el coronel Martín Rodríguez y yo, escoltados por una compañía de granaderos que marchaba al son de música. Formado el ejército en cuadro se situó en medio dicho mayor con la bandera. Proclamé al ejército anunciándole 1a nueva que motivaba el acto, e hice leer en voz alta el oficio circular de Vuestra Excelencia e impreso adjunto. Inmediatamente presté por mi parte el juramento en presencia de las tropas y bajo la fórmula prescripta, ante el mayor general, quien lo ejecutó del mismo modo ante mí.
Continuaron después los coroneles y comandantes, y concluido el juramento de éstos, interrogué bajo la misma fórmula a todos los individuos que formaban el cuadro, quienes con sus expresiones y la alegría de sus semblantes manifestaban la sinceridad de sus promesas y el júbilo que había causado en todos el logro de sus deseos. Colocando después el mayor general su espada en cruz con el asta de la bandera, todas las tropas en desfilada la fueron besando de uno en uno, y finalizado este acto, volvió el mismo mayor general con la bandera hasta el lugar de mi alojamiento a la cabeza de todos los cuerpos que le seguían al son de música.