Belgrano y la independencia

Ante los hechos consumados de su época determinados por el absolutismo de la Santa Alianza, Belgrano consideró que lo conveniente era preservar a la región del Plata a través de la declaración de su independencia y del establecimiento de un modo de gobierno monárquico moderado que pudiera ser reconocido por la mayoría de las potencias europeas. Del mismo modo suponía que tal tipo de gobierno regalista mantendría, como ocurría con Brasil, unificada a la enorme extensión territorial de las provincias liberadas, que habían integrado el antiguo virreinato rioplatense y que se encontraban habitadas por diversos pueblos que estaban secularmente en conflicto.

Belgrano y la independencia

En la sesión secreta del sábado 6 de julio de 1816 - en vísperas de la Declaración de la Independencia- el general Manuel Belgrano expuso ante los entusiasmados congresales su conocido Plan del Inca. Como es sabido, ese día 6 se celebraron dos sesiones, una pública y otra secreta, y en ésta, Belgrano expuso que la Revolución en sus comienzos había merecido alto concepto e interés de parte de los gobiernos europeos; pero que el haber declinado en el desorden y la anarquía, que continuaba en tan dilatado tiempo, "se había convertido en un obstáculo para ser protegida por aquellos gobiernos, debiendo, en el presente, estar reducidos a nuestras propias fuerzas".

Dijo también que en Europa se había producido una mutación completa con respecto a las formas de gobierno y que "el espíritu general de las naciones de monarquía temperada, había estimulado a las demás naciones a seguir su ejemplo".

"Conforme a estos principios -dice escuetamente el acta de la sesión secreta-, expuso que, en su concepto, la forma de gobierno más conveniente para estas provincias era la de una monarquía temperada, llamando la Dinastía de los Incas por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta casa tan inicuamente despojada del trono y que ello despertaría el entusiasmo general de los habitantes del interior con la sola noticia de un paso para ellos tan lisonjero.

"Respondió adecuadamente a varias preguntas que le fueron hechas por los señores diputados y cuyos pormenores no interesantes no se transcriben -dice el acta- y se levantó la sesión". Estaba lanzado el proyecto de la restauración de un descendiente de la casa de los Incas al trono de las Provincias Unidas en Sudamérica. Si bien lo expuso Belgrano por razones de su prestigio ante los congresistas, era un plan que se había elaborado en la Gran Logia Americana de Miranda, que "El Precursor" había expuesto al primer ministro Pitt en dos ocasiones.

Era el plan que San Martín calificara de "El admirable Plan del Inca", en carta a Godoy Cruz, su confidente en el Congreso. Pero aquel plan perturbó de inmediato, en la sesión misma, a los diputados de Buenos Aires, porque también implicaba que la capital del imperio restaurado fuera la antigua y casi legendaria Cuzco. El plan fue tratado en varias sesiones; en la del viernes 12 de julio el diputado por Catamarca Manuel Antonio Acevedo defendió la idea dinástica incaica y fue apoyado por algunos diputados; el tratamiento se reiteró en la sesión del viernes 19 de julio, con la argumentación a favor de la tesis de José Severo Feliciano Malabia y es ésta la sesión donde fray Justo Santa María de Oro sostuvo que era menester "consultar previamente a los pueblos antes de declarar la forma monárquica de gobierno, a la que veía inclinados los votos de los representantes".

En la sesión del 31 de julio se alzó en pro de la candidatura del inca la firme voz de Castro Barros, quien pronunció un prolijo razonamiento en favor del gobierno monárquico constitucional. De inmediato fue apoyado por el diputado Rivera. Sucesivamente defendieron la adopción de la forma monárquica y la restauración incaica los diputados Sánchez de Loria, y Pacheco de Melo, quien pidió votación inmediata, y Acevedo, el más decidido por la justicia que aquella restauración entrañaba. Se opusieron de inmediato Gascón y otros diputados. No hubo posible acuerdo y la discusión quedó pendiente. Se renovó en la sesión del 5 de agosto de 1816. El presidente Thames fundamentó extensamente la candidatura del inca, y fue apoyado en la parte principal por los diputados Godoy Cruz y Castro Barros. Serrano se opuso en larga exposición. Fue rebatido por los diputados Sánchez de Loria y Malabia, y según "El Redactor del Congreso", "no se juzgó suficientemente discutida la materia para que recayese sobre ella sanción inmediata".

Los acontecimientos llenos de peligros que preocuparon profundamente al Congreso en las sesiones de agosto y septiembre de 1816, postergaron el tratamiento de la restauración incaica: había gestiones de paz con Santa Fe, revolución de Bulnes en Córdoba, amenazas de invasión realista por el norte, invasión portuguesa en la Banda Oriental. Luego se comenzará a tratar el traslado del Congreso, la urgente sanción del Estatuto Provisional con las reformas propuestas. Las gestiones de la candidatura del inca quedaron postergadas, y cuando el propósito monárquico del Congreso se manifieste nuevamente, serán otras las rutas y las metas.

Documento de la sesión secreta del Congreso de Tucumán (primera foja).

Documento de la sesión secreta del Congreso de Tucumán (primera foja).



Cuadro de Belgrano en la sesión secreta del Congreso de Tucumán

Cuadro de Belgrano en la sesión secreta del Congreso de Tucumán  (gentileza Complejo Museográfico Enrique Udaondo).



Impreso original del Acta de la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.

Impreso original del Acta de la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.