Pensamiento Económico y Filosófico de Manuel Belgrano

Durante sus años en Europa Manuel Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución Francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad, fraternidad y libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas

Belgrano residió ocho años en España, donde pudo imponerse de las nuevas ideas. En 1724, Ustariz publica su Teoría y práctica de comercio y marina, donde manifiesta que la grandeza de los pueblos reside en el comercio, sin perjuicio de la liberación de gravámenes y del fomento de la industria. Ulloa está de acuerdo en que España se ocupe en este aspecto de sus colonias americanas, poblándolas, repartiendo sus tierras, fomentando sus cultivos y tomando decisiones necesarias para su desarrollo.

En los mismos pensamientos están orientados los trabajos de Martínez de Matta, Moncada, Osorio, con especial referencia a Campomanes y Jovellanos, sin olvidarnos de Cabarrús y Olavide, refiriéndonos a escritores españoles. Todos ellos, reciben inspiración en las ideas de Quesnay, Dupont de Nemours, Turgot, Gournay y, por último, de Adam Smith.

Se considera por entonces como primera fuente de riqueza la tierra. Es preciso trabajarla, o sea explotarla, aumentando su productividad, dándola en propiedad a quienes se dediquen a tales tareas. Entre los españoles, Jovellanos fue el más capacitado, cuyo "Informe sobre la ley agraria" constituyó su más importante contribución. Por entonces decía: enseñanza primaria aun para labradores, técnicas en el laboreo, enajenación de baldíos por venta o enfiteusis, etcétera. "La riqueza nace de la cultura, luego, las naciones más instruidas, y por consiguiente ricas, gozarán de los beneficios de la paz."

Pero la riqueza intelectual de Belgrano se formó en importantes pensadores como Rousseau, Condillac, Locke, Genovesi, Turgot, D'Alembert y otros, cuyas ideas luego se vieron reflejadas en sus escritos en el Consulado y en sus artículos en el "Correo de Comercio". Fue Belgrano el iniciador de los estudios económicos en el Río de la Plata y además un publicista de variada y profunda cultura que imprimió fundamentos a la emancipación. Fue además un divulgador consciente y sistemático de la filosofía económica y política del siglo XVIII. En sus Memorias, escritos, notas o artículos periodísticos, se aprecia sus ideas económicas y filosóficas frente a los criterios que por entonces regían provenientes de las viejas teorías económicas, en momentos de profundas transformaciones en la Europa de su época y que más tarde América también emprendería. Su pensamiento responden al mercantilismo de Genovesi y Galiano, a la fisiocracia de Quesnay, al liberalismo de Adam Smith, aplicando los principios de cada escuela o autor. Es pragmático, con un criterio flexible, aplicando las teorías o escuelas de los distintos autores de acuerdo con la materia por tratar, los momentos por encarar, los dineros disponibles y el medio en que debía operar, en la defensa de lo inherente a una libertad económica orientada al bienestar de sus conciudadanos.

Hay que observar que era el secretario del Consulado, un cuerpo colegiado y, por lo tanto, con gran habilidad tendía a lograr lo posible, considerando la época, las circunstancias y los intereses que se debatían y entrelazaban. Mas tarde con la revolución de mayo de 1810 podrá impulsar la obra de acuerdo a esas ideas formadas en "el espíritu de la época".

Es así como lo vemos sostener que la agricultura es la única industria considerada productiva, "constituyendo los fabricantes y los artesanos una clase estéril".

Por sus estudios, por su época y por sus ideas, Belgrano pertenecía a la filosofía social y económica del siglo XVIII, pudiendo considerárselo como racionalista moderado.

Lo demuestran sus ideas fisiócratas y las inspiradas en Smith, cuyo rigor individualista y liberal moderó con una postura ecléctica. No olvidó empero la enseñanza escolástica que recibió en sus primeros años de estudio en Buenos Aires, impartida por su maestro Chorroarín y completada después en Salamanca y Valladolid. En Condillac halla una intento de defensa respecto de la espiritualidad del alma, que Voltaire y otros materialistas negaban.

Señala Julio V. González que "Puede admitirse sin temor de equivocarse, que toda la prédica doctrinaria de Belgrano, expuesta en la forma referida, es un rezumo del economismo liberal español, de la fisiocracia francesa y del industrialismo inglés".

Belgrano y las mujeres

La historia y el tiempo se encargaron de poner una sombra sobre Belgrano: su supuesta homo sexualidad. Quien no penso eso cuando le hacían estudiar historia en el colegio, al verlo con sus calzas apretaditas. Pero nada mejor para desmentir eso y quitar esa sombra sobre Manuel Belgrano que lo expuesto a continuación.

Como esbozamos mas arriba, siempre se trato a Manuel Belgrano de afeminado, sino homosexual. Suposición que no podría estar mas lejos de la verdad. Belgrano tubo muchas mujeres en su vida, en España durante su juventud y en la alta sociedad del Buenos Ares colonial. Si bien luego se dedica a la emancipación del país con mucho entusiasmo, no le impidió seguir teniendo muchas amigas.

El rumor que todavía vive de que Belgrano era afeminado se creo a partir de su carácter demasiado amable, sensible, fino y delicado; contando también la voz aflautada, por no decir de pito. A raíz de esta voz, se creo una enemistad con Manuel Dorrego. En una ocasión San Martín trataba de ilustrar a los oficiales, repitiendo una voz de mando que comenzaba con San Martín y seguía con Belgrano, que era el segundo en autoridad. San Martín dijo: Batallón... March... Después de San Martín, siguió Belgrano. Pero su débil voz le causó gracia a Dorrego que soltó una carcajada como si hubiera escuchado el mejor chiste. San Martín se enojó mucho y le dijo: Señor coronel: hemos venido aquí a uniformar las voces de mando. Dijo y reiteró la orden. Belgrano repitió con la misma voz, ya que no tenia otra, Dorrego volvió a reírse a carcajadas, San Martín se enfureció. A los pocos días San Martín desterró a Dorrego a Santiago del Estero.

Otro factor fue su profunda fe católica, que lo llevo a impartir impone una disciplina espartana, se acaban los bailes, las mujeres y la baraja, a su tropa en 1818 cuando cuidaba la retaguardia de Güemes en Tucumán. Por las noches recorre las calles con un ordenanza e irrumpe disfrazado en los cuarteles para sorprender a los oficiales desobedientes. Lo llamaban despectivamente Bomberito de la Patria. Mitre le reprocha la disciplina monástica, excesiva que imponía a su tropa. Habían practicas religiosas continuas, y ejercía una severidad extrema, aun respecto de la vida privada de los oficiales. A Belgrano lo guiaba en esta manera de proceder no solo su gran catolicismo, sin también el espectáculo desagradable que le habían dado sus oficiales y los capellanes del ejercito. Estos mismos andaban con muchas mujeres, y los oficiales también. Esto a Belgrano no le gustó nada. Por culpa de estas convicciones tubo una pelea con su amigo Martín Miguel de Güemes, que era un mujeriego empedernido, hasta salía con mujeres casadas. Pero lo que más molesto a Belgrano, un hombre de honor a toda prueba, fue que Güemes vivía con Juana Inguanso de Mella sin estar casado, un mal ejemplo para la tropa. El honor en esa época todavía significaba algo, y tenia que ser respetado.

Todos estos comportamientos no le ayudaron mucho a Belgrano, lo tildaron enseguida de afeminado, nadie, sino la historia, iba a conocer sus aventuras con diversas mujeres, una de ellas casada.

Dijo un historiador: Belgrano, debido a su rango, puedo haber elegido esposa en los lugares más destacados, Buenos Aires, Córdoba, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, de donde provenía su familia materna. Belgrano era delgado, de cutis blanco, pelo rubio y ojos azules. Era buen mozo, abogado, culto, había ocupado altos cargos, y estaba relacionado con todas las familias de la sociedad porteña. Sin embargo, nunca se casó.

Manuel Belgrano tubo muchas relaciones de alta sociedad, como lo fue María Josefa Ezcurra (1785-1856) hermana de la famosa Encarnación Ezcurra de Rosas, esposa de Juan Manuel de Rosas. De esta relación tubo un hijo ilegitimo, que fue adoptado y criado por Rosas, que se llamo Pedro Rosas y Belgrano.

Pero su más grande amor fue una niña de 15 años que conoció en Tucumán. Era María de los Dolores Helguero. Pasaron los años, y a mediados de 1816, Belgrano estaba nuevamente al mando del Ejercito del Norte. Vivía en La Ciudadela, próxima a la ciudad de Tucumán.

Dolores ya tenia 19 años, y era una hermosa tucumana de buena familia. El general, que tenia 46 años, se enamoró de ella, y fue correspondido en su amor. A lo largo de dos años no dejaron de verse, y fueron el comentario social. Como dice Fray Jacinto Carrasco: "Su conducta fue siempre clara y recta. Por eso, cuando vio que nacía en su corazón ese amor por la joven tucumana, y su conciencia no le permitía llegar a ella sino por el matrimonio, resolvió casarse con Dolores; y se hubiera casado, si la fatalidad no se hubiera interpuesto en el camino". En efecto, Belgrano recibió ordenes del gobierno de marchar rumbo al sur, finalizando 1818.

Pasaron los meses, y una tarde, estando acampado en Pilar, llegó un criado de los Helguero, Sanchu, trayendo una carta de Dolores; en ella le decía que hacia dos meses (el 4 de mayo de 1819), había nacido Manuela Mónica del Sagrado Corazón, agregando que por orden de sus padres, había tenido que casarse con un catamarqueño de apellido Rivas. Cuando Rondeau le autorizó dejar su cargo para poder atender su salud, que empeoraba cada día, partió rumbo a Tucumán, adonde llego en noviembre de 1819. Dolores, apenas enterada de la llegada del general, corrió a su lado, y junto a su hijita, se hizo más llevadero el sufrimiento por el que pasaba Belgrano. El marido de Dolores estaba desde tiempo atrás en Bolivia, y Belgrano mandaba continuamente a averiguar si todavía vivía, porque de lo contrario, él quería cumplir su promesa de casamiento con Dolores.

Debido a su enfermedad, partió a Buenos Aires en un viaje sin retorno. Dolores tenia entonces 23 años y su hija Manuela cumpliría un año. En el viaje lo acompañaban un medico, un capellán y el hermano de Dolores.

El 20 de junio de 1820 muere derrumbado por la sífilis y la hidropesía, pobre y abandonado por su patria. Solo un periódico de Buenos Aires, El Despertador Filantrópico, saco un artículo sobre la muerte del prócer, y muy escuetamente. Para colmo de males, 83 años después, cuando su cadáver es exhumado para ser trasladado al mausoleo en el que se encuentra hoy, los Ministros Joaquín V. González y el coronel Riccieri se robaron sus dientes. Uno de los únicos restos del prócer que no se habían transformado en polvo. Luego de las quejas de un periodista del diario La Prensa tuvieron que devolver los dientes del pobre y vapuleado Belgrano.

Gaspar Melchor de Jovellanos

Gaspar Melchor de Jovellanos 
Jovellanos cultivó varios géneros literarios (como poesía y teatro) pero sus escritos principales fueron ensayos de economía, política, agricultura, filosofía y costumbres, desde el espíritu reformador del despotismo ilustrado. Entre ellas destacan El Informe sobre la ley agraria, que escribió en una primera versión en 1784 dicho documento influiría en el pensamiento económico de Belgrano



Pedro Rodríguez de Campomanes

Pedro Rodríguez de Campomanes 
Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez y primer conde de Campomanes fue un político, jurisconsulto y economista español. Fue nombrado ministro de Hacienda en 1760 en el primer gobierno reformista del reinado de Carlos III dirigido por el primer ministro conde de Floridablanca y despojado de sus cargos ante el temor que despertó en el rey Carlos IV la Revolución francesa en 1789



María Josefa Ezcurra

María Josefa Ezcurra
María Josefa acompañaba a su padre, al consulado dirigido por Belgrano y allí se enamoraron, cuando Manuel tenia 32 años y Josefa, 17.
En 1802 inició una relación amorosa con Manuel Belgrano cuando este llegó de España y lo acompañó en varias de sus campañas sin hacer caso a los mandatos sociales de la época.
Al año siguiente la muchacha contrajo matrimonio, según la voluntad de sus padres, que no era la suya, con un primo venido de Pamplona llamado Juan E. Ezcurra, que tras el triunfo de la de Mayo volvió a la Península.
María se sentía libre y Belgrano se hizo cargo del Ejército del Norte, decidió acompañarlo. En marzo de 1812 tomo la "mensajería de Tucumán", una diligencia que tardaba 30 días en llegar a la ciudad norteña. Cuando llegó a San Miguel de Tucumán, el general estaba en Jujuy y hacia allí fue la joven porteña. A fines de abril llego a San Salvador, donde pudo reencontrarse con su amado Manuel y acompañarlo en el frente de batalla.
Tuvieron en 1813 un hijo llamado Pedro al cual ninguno de los dos padres reconoció. Fue adoptado por Juan Manuel de Rosas y su esposa Encarnación Ezcurra y criado en una de las estancias del matrimonio. Recibió el nombre de Pedro Pablo Rosas y Belgrano.





Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano Helguero la hija tucumana de Belgrano

Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano Helguero la hija tucumana de Belgrano
La más larga residencia de Belgrano en Tucumán transcurrió entre agosto de 1816 y febrero de 1819, como jefe, por segunda vez, del Ejército del Norte. Fue en esa época que anudó un romance con Dolores Helguero, hija de don Victoriano Helguero y doña Dolores Liendo. Residía don Victoriano, con sus seis hijo.
En la segunda mitad de 1818, Dolores quedó embarazada. En ese estado se hallaba en febrero de 1819, cuando Belgrano con sus tropas partió a la campaña contra los caudillos de Santa Fe. Y seguía en campaña en mayo, cuando nació la niña, El 4 de mayo de 1819 nació la única hija de la pareja, a la que bautizaron con un nombre similar al del padre: Manuela del Corazón de Jesús Belgrano.
Belgrano adoraba a su hijita, pero infelizmente pudo llegar a disfrutar muy poco de su paternidad dado que su salud se vio fatalmente desmejorada falleciendo de hidropesia el 20 de junio de 1920 a los 50 años.Unos cinco años después, Manuela Mónica pasó a vivir a Buenos Aires con una hermana del general, Juana Belgrano de Chas, y cuidó de su educación otro hermano, el canónigo Domingo Estanislao Belgrano. Hablaba inglés y francés, y era inteligente y despierta, con gran parecido físico a su padre. Cuentan que Juan Bautista Alberdi fue uno de sus cortejantes. Estuvo un tiempo exiliada en Montevideo, bajo el rosismo.