En 1840, sufre prisión y amenazas a causa de la protesta pública y la conspiración contra Benavídez, Sarmiento se ve obligado a emprender devuelta el exilio en Chile. Al cruzar la cordillera atribuyó erróneamente a Fortoul la sentencia "on ne tue point les idées" que escribió sobre una pared.
Cuando Sarmiento llegó a Santiago de Chile, en 1840, hacía nueve años que funcionaba un régimen republicano en este país, impuesto por el grupo conservador o pelucón. Chile gozaba de un período de relativa estabilidad. Su legitimidad estaba basado en un régimen entre autoritario y liberal, basado en la Constitución de 1833, en la centralización administrativa, en la rotación de los presidentes en el ejercicio del poder ejecutivo con períodos de cinco años y una sola reelección, y en el estricto control que los gobiernos ejercían sobre el proceso electoral. Sostenía el régimen el carácter representativo, popular y limitado de la soberanía, y el poder ejecutivo que recurría, si la ocasión lo exigía, del estado de sitio y de las facultades extraordinarias. Tres presidentes se sucedieron pacíficamente durante tres decenios en Chile. En la década del treinta gobernó Joaquín Prieto, en la del cuarenta, Manuel Bulnes y en la del cincuenta, Manuel Montt.
En Santiago de Chile, que contaba con más de 80.000 habitantes, Sarmiento entendió el significado de una república con asiento en el poder institucionalizado y en el orden político que de dicho sistema derivaba, pero no pudo profundizar en las condiciones de las que derivaba su orden formal. Su provincia, San Juan encarnó el contrario del orden republicano. En su lugar prevalecía la guerra y la fragmentación, que se fundía luego del combate en los caudillos, pero que en el fondo informaba de la construcción de una nación sobre la base de la crisis de los sistemas productivos regionales y antagónico