Las nuevas ideas de Sarmiento


Contrario a Alberdi, Sarmiento pensaba que la república estaría débil si la masa de habitantes inmigrantes no adquiriera carta de ciudadanía y no sostuviera, si fuese preciso con armas en la mano, a la comunidad política que la había acogido. Pretendía con ello crear "una amalgama íntima entre los descendientes de los colonos antiguos y los nuevos arribantes".
Tenía la convicción Sarmiento de que la agricultura estaba íntimamente ligada a la civilización republicana, "la industria pastoril del ganado semoviente" impedía la radicación del habitante en el suelo y con ello la formación de municipios. Sarmiento tomó partido por el agricultor y no soportaba al hacendado pampeano. Un día a un estanciero le dijo: "toda su respetabilidad la debe a la procreación espontánea de los toros alzados de su estancia".
La política agrícola era para el nuevo legislador aquella que permita desarrollar la propiedad privada de pequeñas y medianas parcelas. "No es sembrando patatas el gobierno en persona - escribió en El Nacional en 1856- que haría florecer la agricultura. Son las buenas leyes de la tierra las que dan patatas en abundancia." Estos principios en 1857 fueron sostenidos en una ley de tierras, apoyada conjuntamente por Sarmiento, Mitre y Rufino de Elizalde en la Legislatura, que abolió la gleba sobre tres mil colonos sometidos a los abusos del viejo sistema de enfiteusis en Chivilcoy. De inquilinos a propietarios, de propietarios a ciudadanos: la hipótesis de una frontera abierta cobraba realidad modesta en una colonia. 

Domingo F. Sarmiento en su juventud