Durante su estancia en los Estados Unidos, Sarmiento mantuvo su intención de convertirse en presidente de la Argentina. Mientras tanto, en la que era nuestra joven república, los protagonistas de la historia jugaban su lealtad a la constitución nacional recién sancionada. El surgimiento de un nuevo espíritu nacional se imponía a eventuales intereses personalistas que podrían haber surgido en presidentes con tanto poder, como Urquiza y Mitre.
El recuerdo de la tiranía de Juan M de Rosas era poderoso, y los nuevos hombres de estado encontraban gusto en sostener un ideal.
En 1863 comenzó un período en que el Poder Ejecutivo de la Nación no tuvo jurisdicción directa sobre la ciudad en que residía. En aquellos años prácticamente todas las provincias sufrieron los efectos de la intervención federal prevista en el artículo 5º de la constitución; sin embargo, tres excepciones resistían esta presencia novedosa del Estado nacional: Buenos Aires, Entre Ríos (donde se había recluido Urquiza) y Santiago del Estero (dominada por el clan familiar de los hermanos Taboada).
En un contexto en que sobresalían los liderazgos de Urquiza, Valentín Alsina y Mitre se destaca la consagración de Sarmiento como presidente en una elección compleja y pacífica. Sarmiento no fue un candidato ungido, como Urquiza y Mitre, por una victoria en el campo de batalla; a él lo beneficiaron el equilibrio del poder del estado y la actitud de Mitre que se negó a expresar su preferencia en el comicio.
Sarmiento fue respaldado por el diario alsinista La Tribuna, por Lucio V. Mansilla y por Arredondo, que buscaron la adhesión de parte del ejército. También por Manuel Ocampo, Dalmacio Vélez Sársfield y su hija Aurelia, una corresponsal eficaz ,confidente y amante , por amigos políticos de Cuyo y por políticos ascendentes del interior afincados en Buenos Aires, como Nicolás Avellaneda.
En el recuento preliminar de 1868 Sarmiento se afirmó en Mendoza, San Juan y San Luis (con 28 electores); Rufino de Elizalde arrastró a Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca (con 32 electores); Urquiza obtuvo la confianza de Entre Ríos, Santa Fe y Salta (con 26 electores) y Adolfo Alsina retuvo sólo a Buenos Aires (con 28 electores). Como resultado, se generó un proceso de negociaciones que culminó con un pacto entre Sarmiento y Alsina que fueron proclamados presidente y vice.
Antes de esto, en agosto, Sarmiento había vuelto de los Estados Unidos y expuso su plan de gobierno y destacando que "las escuelas son la democracia" y que "necesitamos hacer de toda la República una escuela". En Chivilcoy visitó el lugar donde en diez años había germinado una genuina transformación agraria, y el 3 de octubre prometió "hacer cien Chivilcoy en los seis años de mi gobierno, y con tierras para cada padre de familia, con escuelas para sus hijos".
Con la intención de desarticular sospechas oscuras pero extendidas, decidió desvincularse de la masonería, a la que pertenecía junto con Urquiza y Mitre. Al mismo tiempo, también para garantizar que su ideal de la libertad de conciencia no quedara atrapado en un grupo.
Aurelia Velez Sarsfield |
Domingo F. Sarmiento como presidente |