En el hemisferio boreal, el interior de las grandes masas continentales está ocupado por estepas, donde la ausencia de árboles es debida en parte a los excesos térmicos del clima continental (inviernos muy rigurosos, veranos frecuentemente tórridos).
Es característica la insuficiencia de precipitaciones, que raramente alcanzan los 300 mm. El período de vegetación activa queda reducido a cortas primaveras y otoños separados de dos largas estaciones en reposo. Es un bioma típico de las regiones más alejadas del mar, por lo que su influencia moderadora de las temperaturas es escasa o nula.
La lejanía de grandes cuerpos de agua hace de las estepas regiones secas, templadas, a veces con precipitaciones inferiores a los 250mm anuales. Sus climas son extremos y de latitudes medias, caracterizados por mucha variación térmica entre el día y la noche, y entre verano e invierno (mucho calor y mucho frío respectivamente).
Suelo
El suelo típico de estepa es un chernoziom, un suelo profundo, particularmente fértil, con humus cálcico distribuido por todo el perfil y con una gran riqueza en nitrógeno que aportan las gramíneas. Además, gracias a la fauna excavadora, tiene una excelente aireación. El único problema que presenta es la falta de agua en los períodos secos.
Vegetación
Las estepas son formaciones herbáceas abiertas, caracterizadas por un dominio de gramíneas con aparatos radicales profundos y densos, multiplicación vegetativa poderosa y órganos de reserva, como rizomas y tubérculos.
La flora esteparia se ha adaptado a la escasa humedad del suelo, tendiendo a ser de tipo gramínea (hierbas, arbustos cuando mucho) o de matorral, es decir, de poco tamaño, poco follaje y poco verdor. Sus raíces profundas les permiten buscar mejores capas del suelo, y es común hallar especies rizomáticas y capaces de almacenar agua en sus tejidos, tal y como en los desiertos cálidos.
Algunas especies vegetales frecuentes en la estepa son el cardón, el ruibarbo, los álamos, los cactos, los cistus y diversos tipos de hierbas, algunas capaces de resistir incluso temperaturas de -20 °C.
Fauna
La fauna de las estepas se ha adaptado a la aridez de la región, tanto como la vegetación de la que se alimenta. Sin embargo, la biodiversidad en estas regiones es más bien baja, con pocas especies herbívoras y aquellas capaces de enterrarse o cavar túneles, para escapar a las condiciones climáticas adversas. Muchos depredadores de mediado tamaño se alimentan de ellas, pudiendo a su vez desenterrarlas, o cazarlas en lo abierto, como las aves de rapiña. Los herbívoros tienden a hacer manadas numerosas para resistir la cacería de los depredadores, ya que no hay vegetación ni montañas para esconderse.
Algunas especies comunes de este bioma son los antílopes, águilas, caballos salvajes, cóndores, ñandúes, lobos, búfalos, marmotas, ratas silvestres, grullas, topos y ciertos tipos de tortuga de tierra.
Las grullas de la estepa siberiana y las avutardas, entre otros, realizan grandes desplazamientos en busca de alimento. Por ser terrenos descubiertos, los animales se han adaptado a la carrera, como los caballos salvajes y las gacelas.
Por otra parte, la vida subterránea es muy activa; el suelo es una gran protección contra los calores intensos, los grandes fríos o los depredadores. Se encuentran, por ejemplo, lombrices, hormigas, serpientes, lagartos, roedores, conejos y zorros.