La presidencia de Martínez de Perón se desarrolló en el marco de la llamada Guerra Fría entre Estados Unidos y el bloque comunista. En esos años se produce la derrota norteamericana en la Guerra de Vietnam y el accionar de fuertes organizaciones terroristas –ETA, IRA, Brigadas Rojas– con el ascenso de los partidos comunistas en Europa. Internamente el país se vio también afectado por esa extrema violencia, con la actuación de varios grupos armados de distinto signo.
En América Latina la democracia estaba amenazada por golpes de Estado y dictaduras militares gobernaban todos los países limítrofes. La situación política y económica que debía enfrentar la presidenta era extremadamente delicada, tal vez como pocas veces había sufrido el país.
En un primer momento, dejando de lado la política de acercamiento entre Perón y el líder de la oposición (el radical Ricardo Balbín), la presidenta María Estela Martínez (apodada Isabel o Isabelita) se apoyó principalmente en su ministro de Bienestar Social, el ex secretario personal de Perón, José López Rega, conocido como Daniel por sus allegados y el Brujo por sus adversarios políticos. López Rega fortaleció la presencia en el gobierno de los sectores de derecha por sobre otros grupos, y organizó una fuerza parapolicial conocida como Alianza Anticomunista Argentina o Triple A que emprendió acciones de hostigamiento a figuras destacadas de la izquierda, que acabarían en secuestros, torturas y asesinatos.
Desde el gobierno se procuró mantener el control político con intervenciones a las provincias, a las universidades, a los sindicatos y a los canales de televisión privados; reforzando la censura contra libros,19 diarios y revistas. El gobierno exhibió una marcada inoperancia administrativa en distintas áreas. Su viraje político a una posición de derecha dura comenzó a provocar el rechazo dentro de sectores del peronismo y del país. La izquierda peronista abandonó el apoyo al gobierno cuando la agrupación Montoneros –que pretendía disputarle la autoridad a la presidenta– anunció su pase a la clandestinidad el 6 de septiembre de 1974, afectando la gobernabilidad de la endeble democracia.
Ante la caída, por vía de los hechos, del Pacto Social –un acuerdo de estabilidad de las variables económicas acordado por trabajadores y empresarios mientras vivía Perón–, se produjo el reemplazo del ministro de economía Gelbard por Alfredo Gómez Morales, un histórico del peronismo.
No obstante la inestabilidad política creciente, algunas medidas tomadas durante el gobierno de Isabel Perón perduraron muchos años, como la estatización de los canales de TV, el monopolio de la venta de combustibles por parte de la empresa estatal YPF y la sanción de la Ley de contrato de trabajo. Por otra parte, el congelamiento de las cuotas de los créditos para compra de vivienda posibilitó que muchas familias llegaran a tener su primera propiedad.
A principios de 1975 la presidenta intentó generar un nuevo clima y se propuso normalizar las autoridades en las provincias y dar fin a las intervenciones. El 13 de abril se celebraron elecciones libres para gobernador en la Provincia de Misiones, en las que ganó el candidato del gobierno. En esas elecciones los Montoneros participaron como Partido Peronista Auténtico.
A pesar de una devaluación de la moneda, la economía argentina sufrió los daños graves de una inflación creciente, con la paralización de las inversiones de capital. A esas dificultades se sumó la suspensión, por parte de Europa, de las exportaciones de carne argentina.
La solución de corte monetarista intentada por el ministro Alfredo Gómez Morales, no tuvo éxito, y provocó una fuerte retracción de la liquidez, iniciando un complicado proceso. Se había alcanzado una de las tasas de desocupación más bajas de la historia, pero a costa de una inflación muy alta.
El gobierno de Isabel Perón transcurrió en un contexto internacional de pronunciado giro hacia la derecha. Las dictaduras que rodeaban a la Argentina desde la segunda mitad de 1973, se habían consolidado. En este período se conformaría la Operación Cóndor, apoyada por Estados Unidos, para coordinar los servicios de inteligencia y generalizar el terrorismo de Estado en América del Sur. Simultáneamente, en 1975, Chile se convertiría en el primer país del mundo en aplicar el nuevo modelo económico desarrollado a partir de las ideas de Milton Friedman de la Universidad de Chicago, que será conocido con el nombre de neoliberalismo.
El gobierno de la presidenta Perón tuvo cuatro ciclos bien marcados: 1) el dominio de López Rega hasta la renuncia de este en julio de 1975 luego de la movilización sindical contra el Rodrigazo; 2) la influencia de la rama sindical, aumentada luego de la renuncia de López Rega; 3) la acción represiva creciente con la Alianza Anticomunista Argentina, sincronizada con la militarización creciente del país hasta el golpe; 4) el avance progresivo del grupo de militares golpistas, liderado por el dúo Videla-Viola, dentro del aparato represor del Estado hasta conformar virtualmente un gobierno paralelo y realizar el golpe.
La masiva huelga general del 7 y 8 de julio de la CGT contra el Rodrigazo, produjo la caída del ministro López Rega, de la logia Propaganda Due y cabeza de la Triple A, quien se vio obligado a renunciar y escapar del país.
Tras el fracaso de la política económica del ministro Alfredo Gómez Morales, signado por un aumento apresurado de la inflación, causado por el aumento de los salarios, no acompañados por el de la inversión productiva, fue nombrado Ministro de Economía el 2 de junio de 1975. Su asunción estuvo signada por la curiosidad de que viajó hasta la Casa Rosada en subte, para que la foto saliera publicada en la prensa.
La crisis política se agravó con la muerte de Perón, Lorenzo Miguel , lider de las 62 Organizaciones a la derecha en la foto se enfrento a las medidas del ministro de economía Celestino Rodrigo. A la izquierda de la foto aparece Casildo Herrera, secretario general de la CGT.