Nicolás Avellaneda nació en Tucumán el 3 de octubre de 1837; tenía cuatro años cuando fue decapitado en Metán su padre, Marco M. Avellaneda, por orden de Manuel Oribe. Para huir de los peligros que amenazaban a su familia entera, se le llevó a Bolivia, donde vivió hasta 1850, año en que regresó para cursar estudios en la universidad de Córdoba a pesar de los sacrificios que ello imponía a los suyos.
Pronto, como estudiante, se distinguió entre sus compañeros por la afición a las letras y sobre todo por sus brillantes condiciones oratorias, que suscitaban el entusiasmo de condiscípulos y de maestros, entre los condiscípulos figuraban hombres como Simón de Iriondo, Jerónimo Cortés, Tiburcio Padilla, Manuel Didimo Pizarro, Luis Vélez, Filemón Posse, los hermanos Díaz Colodrero, Uladislao Castellano, Abel Bazán, Benjamín Paz, Salustiano Zavalía, Leónidas Echagüe, Felipe Cabral, Antonio del Viso, Rafael García, etc., algunos de los cuales colaboraron luego con él en la función pública.
Sin esperar su graduación en la universidad, volvió a Tucumán en 1855 y se dedicó al periodismo; en 1856 fundó El Eco del Norte. Sus escritos de esa época eran principalmente de carácter literario, su fina sensibilidad poética se trasluce en sus cartas a Olegario V. Andrade, el cantor de Nido de Cóndores, Prometeo, Arpa perdida.
Derrotada la Liga del Norte por Oribe, en la batalla de Famaillá , el 19 de septiembre de 1841. Avellaneda debió exiliarse. A caballo, se dirigió a San Javier, pasó por Raco y siguió hacia el norte, buscando alcanzar Jujuy. Pero en la estancia La Alemania fue traicionado y arrestado por Gregorio Sandoval, quien decidió pasarse al bando rosista. Junto con otros oficiales fue entregado a Oribe. Este dispuso su ejecución, que llevó a cabo el coronel Mariano Maza degollándolo el 3 de octubre en Metán.
Sus familiares le impulsaron a buscar más vasto campo para su acción y para su talento y se encaminó en 1857 a Buenos Aires, pobre en medios pecuniarios, pero rico en voluntad y en cualidades.
Reanudó en la capital los estudios de derecho y entró en la práctica de la profesión en el bufete de José Roque Pérez.
Buenos Aires enfrentaba entonces con euforia autonomista al vencedor de Caseros y a la Confederación, bajo la inspiración de Valentin Alsina y de Bartolomé Mitre; era un Estado soberano para la opinión mayoritaria porteña y casi únicamente la voz y los escritos de Mitre caracterizaban la situación como transitoria, enarbolando la bandera de la reorganización nacional y poniendo condiciones a la reincorporación de Buenos Aires a las demás provincias, pero sin perder de vista el objetivo de la reunión final.
Se graduó en marzo de 1858 en la universidad de Buenos Aires y en octubre ingresó en la Academia de práctica forense; el discurso de ingreso en esa entidad llamó la atención de los intelectuales porteños.
Comenzó a colaborar en El Comercio del Plata y en El Nacional; fue redactor político de este último al dejar la dirección Juan Carlos Gómez, desde noviembre de 1860 a marzo de 1861, fecha en que fue clausurado por Mitre a raíz de una violenta campaña periodística.
Mitre escribió a Avellaneda entonces: "Me ha sucedido con usted lo que con un hijo querido, a quien viendo un arma peligrosa en las manos, se la he arrebatado aun a riesgo de herirme".
Se vinculó afectivamente con Adolfo Alsina y éste se sintió pronto ligado al pequeño provinciano.
Tenia veintitrés años cuando fue elegido en 1860 diputado a la legislatura porteña su talento oratorio, de frases como cinceladas, sus méritos como periodista, su actuación en la cátedra fueron motivos sobrados para que se viera pronto rodeado de prestigio y popularidad.
En 1865 publicó un libro, el único, Estudio sobre leyes de tierras, que sigue siendo una obra de consulta sobre la materia, expresión de su formación como economista y jurisconsulto. Expuso la experiencia de la enfiteusis rivadaviana, su crisis y la necesidad de implantar el sistema de la propiedad privada de la tierra.
Cuando Adolfo Alsina se hizo cargo de la gobernación de Buenos Aires, Avellaneda era diputado por segunda vez y se le ofreció el ministerio de gobierno, cargo que desempeñó desde mediados de 1866 a febrero de 1868, siendo un ministro laborioso y emprendedor; impuso una nueva organización administrativa, defendió en la legislatura las iniciativas del gobierno e introdujo el sistema de las memorias anuales de la gestión, práctica que se fue generalizando después en todos los ministerios. Algunas de esas memorias suscitaron el elogio entusiasta de Sarmiento.
Se preocupó de la reforma del antiguo régimen municipal y procuró en todo lo posible la difusión de la educación popular; logró que fuesen suprimidas las denuncias e investigaciones fiscales sobre la propiedad, se formó la legislación de tierras, elaboró un plan de descentralización administrativa y judicial, y por impulso suyo se redactó el Código de procedimientos.
Adolfo Alsina vio la capacidad de Avellaneda desde sus escritos en los períodicos y le ofrecio una banca en la legislatura de Buenos Aires a la que asumio con 23 años ,años despues cuando Adolfo Alsina es electo gobernador Avellaneda fue uno de los ministros, Avellaneda y Alsina estarían unidos durante todo su vida hasta el fallecimiento de Alsina