La pugna de los partidos por la sucesión presidencial produjo una intensa situación pasional. La coincidencia de autonomistas y nacionalistas —los partidos de la conciliación— en la candidatura de Carlos Tejedor para la gobernación de Buenos Aires, fue ya parte de la reñida contienda que se anunciaba y desde su puesto de gobierno, Tejedor era un candidato con algunas perspectivas a la presidencia.
Frente a la posibilidad de la candidatura de Tejedor se formalizó en las provincias del interior la candidatura del general Roca; por convenio formal o de hecho, hubo una liga de gobernadores que respaldaba esa solución, y entonces los gobernadores tenían bastante poder como para inclinar la balanza del sufragio en el sentido de su voluntad.
Roca ostentaba la aureola de la victoria de Ñaembé contra López Jordán, la de Santa Rosa contra Arredondo, el jefe militar de 1874 de Mitre , y además acababa de coronar la conquista del desierto después de la muerte de Alsina.
Si Urquiza llegó a la primera magistratura con los títulos que le daba su calidad de vencedor de Caseros y Mitre en su condición de vencedor de Pavón, Roca podía reclamar el mismo galardón después de Santa Rosa y de la conquista del desierto. Cuando su concuñado Juárez Celman proclamó en Córdoba su candidatura, dimitió de sus funciones de ministro de guerra y marina para recorrer el país en jira de propaganda. Algunos jóvenes habían hablado de mediar en la polémica entre partidarios de Tejedor y partidarios de Roca con una nueva presidencia de Sarmiento, y éste, cuando fue llamado a desempeñar el ministerio del interior, imaginó que era posible su triunfo. Pero la nueva generación en marcha, y los hombres entonces más representativos de la beligerancia política, tenían partidos organizados tras de sí, mientras Sarmiento no tenia partido; fue eliminado del gobierno y en consecuencia de toda perspectiva como candidato, a raíz de la intervención en Jujuy.
Carlos Tejedor se presentó entonces como candidato a Presidente de la Nación en 1880, para oponerse a Roca. Además de contar con la Provincia de Buenos Aires; Tejedor confiaba en el apoyo que darían a su candidatura la Provincia de Corrientes y los partidos liberales del interior.
La suspicacia política acusó a Avellaneda de parcialidad en favor de Roca; la prensa brava encendía la combatividad de los sectores divergentes y presagiaba una solución de fuerza. No tardaron en presentarse conflictos entre los dos gobiernos que funcionaban en Buenos Aires: el nacional y el provincial. Tejedor dijo con poco tacto diplomático que el gobierno nacional era un huésped en Buenos Aires y a cada momento le hacía sentir esa condición de inferioridad, pues la policía misma era provincial y el gobierno de la Nación no podía recurrir a ella para imponer respeto y sostener su decoro.
El doctor Saturnino M. Laspiur, ministro del interior de Avellaneda, proclamado para integrar el binomio encabezado por Carlos Tejedor, renunció a su cargo y dirigió al presidente el 24 de agosto de 1879 una carta que reprodujeron los diarios:
"Veo a Ud., Mi estimado amigo, alejado hoy de aquella política que restableció la confianza y la seguridad general, después de desarmar un partido que pretendía derrocarlo, y lo veo contemplando impasible la tempestad que puede otra vez arrasarlo todo, lanzando al país en la guerra civil con sus fatales consecuencias. Lo veo impasible tolerando y dejando hacer a los que pretenden dar a Ud. un , sucesor, resultado de la violencia o imposición de la fuerza".
Y después de recordarle lo mucho que hizo por el país en una grave crisis financiera, agregaba: "Nunca le perdonaría la República Argentina que Ud. no haya querido salvar sus libertades; y el país entero en medio de la lucha a que Ud. lo lleva protegiendo una candidatura que no tiene otros sostenedores que las armas de la Nación y gobernadores de provincia que se han alzado con el poder, echará sobre Ud. la responsabilidad de los males que sobrevengan"...
El propio Avellaneda, refiriéndose en una ocasión a su comprovinciano Roca, advirtió que "con su zorrería tucumana dará que hablar a la República".
Sarmiento combatió con el tono polémico irreductible habitual en él la candidatura de Roca. Y éste escribió a Posse sobre la campaña sarmientista: "Ha seguido, en sus conversaciones y en El Nacional, vomitando improperios contra mí".
Los últimos dos años de la presidencia de Avellaneda fueron agitados por varias conmociones en las provincias, como la revolución de los Iturraspe contra Simón de Iriondo en Santa Fe y el levantamiento contra el gobernador Antonio del Viso en Córdoba, bajo la jefatura civil de Jerónimo del Barco y la unidad de Lisandro Olmos, que mantuvieron prisioneros por varias horas a del Viso y Juárez Celman, este último vicegobernador.
En la capital eran tres las tendencias: el mitrismo, que no veía con simpatía la candidatura de Roca; los tejedoristas, orientados por una especie de triunvirato secreto formado por Palemón Huergo, Juan Agustín García y el coronel Gaudencio; los amigos de Roca se reunían en casa de Victorino de la Plaza,
A mediados de 1878, tras la sorpresiva muerte de Adolfo Alsina, el personaje más prestigioso del Partido Autonomista Nacional era el general Julio Argentino Roca, el cual fue propuesto como candidato por su cuñado, el gobernador cordobés Miguel Juárez Celman, y en Buenos Aires por el médico Eduardo Wilde; adquiriendo rápidamente el apoyo de la mayor parte de los gobernadores argentinos, el 11 de abril se realizaron las elecciones para presidente, de las que surgió una amplia victoria para los electores de Roca, excepto en Buenos Aires y Corrientes.
El 13 de junio se reunió el Colegio Electoral, que eligió presidente al general Roca y vicepresidente a Francisco Bernabé Madero. Pero en Buenos Aires se estaba gestando una revolución contra el triunfo de Roca y el proyecto de Nicolás Avellaneda de federalizar la ciudad de Buenos Aires.
Cuatro días más tarde comenzaron los combates, que terminaron el 25 de junio con un acuerdo entre la provincia y la Nación; la revolución de 1880 había costado 3000 muertos. Poco antes de la asunción presidencial de Roca fue aprobada en el Congreso la federalización de Buenos Aires.