Las fuerzas del Imperio estaban divididas en dos ejércitos: el grueso, al mando de Barbacena, en Santa Ana del Libramento, y las milicias gaúchas en Cerro Largo. Alvear ordenó a Lavalleja avanzar en busca de la caballería de Bento Goncalves y los jinetes alemanes de Gustave Henry Brown, pero estas se desplazaron hacia la costa de la laguna Merín.
Alvear pensó en introducirse entre ambas fuerzas, impidiendo la reunión entre ellas. De modo que se lanzó a una marcha forzada en dirección a Bagé; este movimiento hizo que las tropas brasileñas acantonadas en Santa Ana del Libramento, temiendo ser rodeadas por las republicanas, se retiraran velozmente hacia el este. La marcha forzada era una maniobra relativamente fácil para la caballería, pero en cambio la infantería ―y muy especialmente la artillería― fueron sometidas a un desplazamiento extenuante.
Al llegar a Bagé una fuerte lluvia complicó la situación del Ejército Republicano, y el general Alvear ordenó detener la marcha durante varios días las operaciones. En cambio, Goncalves continuó su retirada y logró incorporarse al ejército de Barbacena. Los imperiales lograron restablecerse puestos y sistemas de abastecimientos desde retaguardia, con lo cual Alvear debía enfrentar de inmediato al enemigo o retroceder.
El ejército brasileño continuó la retirada hacia el norte, buscando alcanzar las escabrosas serranías del centro de Río Grande del Sur, donde esperaba obtener ventajas contra un ejército formado mayoritariamente por caballería. Por su parte, Alvear cambió completamente el rumbo y marchó hacia el oeste, anunciando a sus subordinados que lo hacía para atraer a Barbacena hacia el llano. Aunque nadie lo contradijo en esa oportunidad, sus detractores afirmarían que no era lógico intentar atraer al enemigo mientras le dejaba el camino libre hacia la Banda Oriental.
Barbacena envió a la caballería de Goncalves a hostilizar al ejército rioplatense, hasta que una partida comandada por el coronel Juan Lavalle lo derrotó en la Batalla de Bacacay, el 13 de febrero. Tres días más tarde, el mismo Goncalves fue atacado por casi toda la infantería y el regimiento de Lavalle, bajo el mando del nuevo jefe del estado mayor republicano, general Lucio Norberto Mansilla, y ―pese a las varias torpezas cometidas por el mismo Mansilla― dispersado en la Batalla de Ombú