La Provincia Cisplatina

El 17 de octubre de 1822. Pedro I de Brasil se proclama la independencia de lo que hoy es Brasil para constituirse en Imperio del Brasil, Rivera y Lavalleja estuvieron junto con Lecor a favor, firmando el acta de aclamación y reconocimiento del emperador 

Una provincia brasilera

Al producirse la separación en 1822, del Imperio de Brasil de Portugal e independizarse se produce una crisis en Brasil que los dirigentes orientales intentaron utilizar y es tratar  que las fuerzas portuguesas que ocupaban Montevideo, le entregaran la ciudad a ellos, aún cuando el interior de la Cisplatina estaba ocupada por las fuerzas leales al Brasil, comandadas por Lecor. 

Pero los portugueses entregaron Montevideo a Lecor, que siguió gobernando la Provincia Cisplatina en nombre del Emperador Pedro I. No todo el territorio de la Banda Oriental quedó dentro de la Cisplatina: la fracción más septentrional pasó a depender la Capitanía de San Pedro del Río Grande del Sur. El 17 de octubre de ese año, en el Arroyo de la Virgen, el coronel Fructuoso Rivera, junto a Juan Antonio Lavalleja y los demás oficiales y tropa del Regimiento de Dragones de la Unión prestaron juramento solemne de fidelidad al emperador - juramento que no tardarían en violar.

Durante esa crisis, los sectores orientales que intentaban expulsar a los brasileños pidieron ayuda a las provincias argentinas. La Provincia de Buenos Aires, la más cercana, rica y poderosa, se negó por completo a participar en cualquier campaña militar para liberar ese territorio. El único gobernante que prometió ayuda fue Estanislao López, de la provincia de Santa Fe, pero su gesto no pasó de buenas intenciones. Un grupo de oficiales orientales intentó organizar una revolución en el territorio oriental, pero fracasó en su intento debido a la habilidad política del gobernador Lecor. De modo que, dirigidos por Juan Antonio Lavalleja, se trasladaron a Buenos Aires, donde reunieron fondos y recursos bélicos, aportados sobre todo por estancieros y comerciantes, entre los cuales se destacaron Juan Manuel de Rosas y Pedro Trápani.

Terminada la Guerra de la Independencia respecto a España, la opinión pública en Buenos Aires y en el Litoral exigía la recuperación del territorio ocupado, pero el gobernador Las Heras y especialmente su ministro Manuel José García tenían una posición más mesurada: afirmaban que una guerra había de ser preparada con cuidado. Por su parte, el pueblo oriental intensificaba sus proyectos de liberación.


Lavalleja fue el elegido para jefe de la peligrosa empresa, recomendado por su temerario valor y su probada audacia. La épica hazaña se realizó el 19 de abril de 1825, tomando tierra en la orilla del Río Uruguay, playa de la Agraciada, con unas pocas armas y al frente de un grupo indeterminado de compañeros orientales y de otras provincias, que la tradición denomina treinta y tres orientales, en su mayoría jefes y oficiales.