Vernet nació en Hamburgo el 6 de marzo de 1791, en el seno de una familia protestante, de origen francés, probablemente de Aviñón, que se estableció primero en Bélgica y más tarde en Hamburgo. La familia huyó de Francia a consecuencia de la revocación del edicto de Nantes. Su padre fue el comerciante de tabaco y té Jacques Vernet y su madre, María Vernet. Tenía tres hermanos: Peter Alexander, Emilio y Federico.
Vernet refiere a sí mismo como Ludwig, Louis, Lewis o Luis dependiendo del lenguaje que estaba usando. Él era multilingüe, hablando fluidamente en alemán, francés, inglés y español. Su apellido muchas veces aparece escrito Wernet ya que la "w" alemana tiene un sonido semejante a la "v" francesa.
Cuando tenía seis años estuvo dos años en un colegio militar. A los catorce años fue enviado por su padre a Filadelfia, Estados Unidos donde comenzó a trabajar en una firma alemana, donde demostró inteligencia y una capacidad especial en la actividad comercial. Allí conoció a Lewis Krumbhaar, que se convirtió en una figura paterna. Se convirtió en un comerciante que viajaba a Brasil, Portugal y Hamburgo. Vernet vivió ocho años en Filadelfia, trabajando para las firmas de Brock y de Krumbhaar, desempeñándose como sobrecargo (administrador de cargas navieras).
Llegada al Río de la Plata
Llegó a Buenos Aires en el año 1819 desde Brasil a bordo del USS Congress cuando el gobierno de Estados Unidos envió una comisión diplomática a las Provincias Unidas del Río de la Plata. En Buenos Aires comenzó a desarrollar y organizar actividades comerciales con el puerto de Hamburgo.
Junto con Conrado Rücker, asentado en Montevideo, corrió una empresa comercial hasta 1821. Rücker era también su padrino cuando el 17 de agosto de 1819 se casó con María Sáez Pérez oriunda de Montevideo. Con ella tuvo sus siete hijos, el primero de ellos nació en 1824 en Buenos Aires.
Más tarde se estableció una estancia unos 100 kilómetros al sur de Buenos Aires sobre el Río Salado, donde comercializó ganado salvaje.
Luis Vernet se asoció a Jorge Pacheco, un veterano de guerra y proveedor del Estado, dueño de saladeros, empobrecido, pero con buenas relaciones. Vernet le prestó dinero, pero Pachecho quedó luego en bancarrota hacia 1820. Gracias a la ayuda de Vernet, el Gobierno de Buenos Aires otorgó en 1823 la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad.
Las Malvinas habían sido tomadas formalmente bajo posesión argentina el 6 de noviembre de 1820. Como Pacheco debía una gran suma de dinero a Vernet, le cede a él e la mitad de la concesión de 30000 leguas y acordaron asociarse y planear grandes proyectos en las islas. Vernet y Pacheco lograron que el militar retirado Pablo Areguatí sea nombrado como comandante para imponer su autoridad, como así también que el derecho de caza sea extendido al de encierro y cría.
Vernet se trasladó hacia la isla donde comenzó con el desarrollo del lugar, llevó caballos y lanares, rehabilitó varios edificios que se encontraban abandonados y semidestruidos. No sólo realizó una tarea colonizadora del lugar sino que también emprendió investigaciones científicas para el mejor conocimiento de las islas. Los estudios incluían, un estudio de los lugares para futuras colonizaciones, posibles producciones en ese lugar, en esto colaboró activamente su joven esposa. La tarea de Vernet activaba zonas comerciales nunca utilizadas hasta el momento pero además confirmaba así la soberanía argentina en el lugar. Pese a que, la primera expedición de 1824 fracasó, hacia 1826 el segundo intento de establecimiento prosperó rápidamente, por lo que el gobierno argentino extendió la concesión a Pacheco y Vernet, otorgándoles el derecho exclusivo de caza y pesca en las aguas adyacentes a las islas. Para las tareas, Vernet llevó a las islas muchos gauchos de las pampas rioplatenses.
Para el primer intento de 1824, Vernet y Pachehco se asociaron con el inglés Robert Schofield que participó con 7500 pesos y compró dos naves, la goleta Rafaela y el bergantín Fenwick. En febrero llegó a Puerto Soledad la expedición bajo la dirección de Areguati con 26 gauchos. En marzo de 1824, el bergantín Antílope fue enviado a la isla. Pero por los problemas de equipamiento y suminstro, el intento de establecer un asentamiento permanente resulta fallido. Para agosto, todo iba de regreso a Buenos Aires. Hacia finales de 1825 Vernet fundó junto con algunos amigos, una nueva empresa con la intención de volver a iniciar una expedición y comprar los derechos de Pacheco. A partir de junio de 1826, en la mitad del invierno, él llegó por primera vez y acompañado por 25 gauchos a las islas que estaban nevadas. Su negocio era capturar el ganado salvaje para su sacrificio, y vender los productos resultantes.
También estaba entusiasmado con las perspectivas de la caza de anfibios, salazón de cueros vacunos y equinos y el tráfico naviero. El negocio de la carne salada era importante durante la guerra del Brasil.
Pese a esto, Vernet criticaba la guerra argumentando que «ahuyentaba» a los posibles inversores de su empresa.
Para la expedición de 1826, Vernet propuso al gobierno de Buenos Aires que le otorgue el resto de tierras no cedidas a Pacheco para fundar una colonia, con excepción de impuestos por 30 años. Su solicitud fue fundada en razones políticas, económicas y soberanas, ya que tuvo en cuenta la guerra con el Imperio del Brasil, que había intentado desembarcar y atacar sin éxito Carmen de Patagones. Vernet también sabía que desde las Malvinas se podría controlar la región más austral de Argentina, incluyendo Tierra del Fuego, las Georgias del Sur y las islas Shetland del Sur.
Una de los intereses de Vernet en las islas eran, a corto plazo, cumplir con sus socios y matar a todo el ganado grande existente. Luego él decía que «cumpliendo pues este objeto, quedaré con libertad para dedicarme a objetos mayores». Se refería a poblar estancias el con ganado chico, caído en las volteadas.
Vernet veía un gran potencial para una empresa comercial en las islas y hasta intentó interesar al gobierno inglés sin tener éxito.
Simultáneamente al negocio en las Malvinas, Vernet se asoció con Manuel Pasman, Miguel Ogando, Juan Andrés Gelly y Henry Libanus Jones para explotar el ganado vacuno y las salinas de la península Valdés en la actual provincia del Chubut. Debido a su experiencia en la península, Vernet tuvo contacto amistoso y comercial con los Tehuelches. Ya como comandante de Malvinas, estimuló que algunos indígenas se instalasen en la colonia como peones. También hizo que un grupo de ellos, encabezados por su "reina", visitase Puerto Soledad.
Comandante Político Militar
El gobierno de las Provincias Unidas le debía dinero a Vernet. Para restituirla, le ofrecieron a Vernet territorios y ser director de un nuevo asentamiento en las Malvinas en enero de 1828, incluyendo todos los recursos y lo eximió del pago de impuestos si una colonia podría establecerse en un plazo de tres años. El gobierno de Manuel Dorrego también le concedió la explotación de la Isla de los Estados en Tierra del Fuego. También recibió los derechos de pesca a lo largo de la costa patagónica del Mar Argentino al sur del río Negro hasta el cabo de Hornos y 30 años de exención de impuestos para el proyecto. El acuerdo también contemplaba extender la colonia a otras islas. Para celebrar el 25 de mayo de 1828, según su hermano Emilio, Vernet y sus hombres izaron en la isla las banderas de Argentina y del Reino Unido.
Vernet tomó 50 colonos con sus familias y gauchos, sumó al capitán británico Matthew Brisbane y se dirigió al archipiélago en el bergantín Betsy. El 10 de junio de 1829 se estableció oficialmente en la Isla Soledad y fue nombrado Primer Comandante Político Militar en las Islas Malvinas.
Bajo el pabellón argentino, se comprometió a hacer cumplir la legislación argentina, cuidar sus costas y los reglamentos de pesca vigentes. Construyó un fuerte y se proveyó de algunos cañones para defensa del lugar.
El anuncio siguió a su petición al Gobierno de Buenos Aires para proporcionar un buque de guerra para vigilar el acuerdo. Esa solicitud fue rechazada y en su lugar se le dio Vernet la autoridad para actuar por sus propios medios. Antes del nombramiento, Vernet en algunas ocasiones había ido a defender sus privilegios ante varias naves extranjeras que pescaban en su zona y se encontró que carecía de facultades al respecto. Esto llevó a que solicitase el cargo de comandante. Los terrenos, concedidos por un decreto, estaba en su mayoría de la isla Soledad, exceptuando los que habían sido concedidos a Pacheco.
La designación de Vernet la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, con el asesoramiento del jurista Salvador María del Carril.
Rodríguez designó a Vernet no solo comandante de las Malvinas, sino también de las islas adyacentes al Cabo de Hornos en el océano Atlántico, «teniendo en cuenta las condiciones que reúne», incluyendo la isla Grande de Tierra del Fuego. Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas.
El decreto fue publicado en varios medios de prensa del extranjero, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos. Al año siguiente Vernet hizo circular entre los barcos pesqueros ocupados en la Patagonia, una notificación en inglés y español con copia del referido decreto. El gobierno de Rodríguez se convirtió en el primer gobierno en nombrar una autoridad para las Malvinas desde la Independencia de Argentina.
Cabe destacar que la Comandancia de las Malvinas no era una entidad diferente, sino una parte de la provincia de Buenos Aires.
El Gobierno de Buenos Aires, habiendo resuelto por decreto de esta fecha que las Islas Malvinas, adyacentes al Cabo de Hornos en el mar Atlántico sean regidas por un comandante político y militar y teniendo en consideración las calidades que reúne Don Luis Vernet, ha tenido a bien nombrarlo, como por el presente lo nombro, para el expresado cargo de Comandante Político y Militar de las islas Malvinas, delegando en su persona toda la autoridad y jurisdicción necesaria al efecto.
Firmado: Martín Rodríguez. Salvador M. del Carril.
Vernet detalló las condiciones de la solicitud acordada. Sus planes de colonización abarcaban todo el archipiélago malvinense.
...mis compromisos serán establecer una colonia, dentro de tres años, de la concesión del permiso, quedando bajo la inmediata obediencia del gobierno de Buenos Aires, lo mismo que los colonos serán tratados como ciudadanos de la República y gozarán los mismos derechos.
Meses más tarde, Henry Fox, ministro del Reino Unido en Buenos Aires, protestó contra el nombramiento de Vernet. Los británicos vieron la creación de la comandancia como una «intervención en su propia soberanía» y protestaron formalmente en contra de ella. También buscaron contactarse con Vernet para ofrecerle que su colonia esté bajo soberanía brtiánica. En agosto de 1829, el encargado de negocios británico en Buenos Aires, Woodbine Parish, elevó una protesta ante el gobierno argentino, argumentando que las islas les pertenecían. En junio, antes de partir hacia el archipiélago, Vernet había intentado involucrar a Parish en su empresa para que estimulara el viaje de colonos británicos, pero no tuvo éxito.
Luis Vernet trasladó a la isla a toda su familia, comenzando por su esposa María Sáez, con la que tuvo en las islas una hija en 1830: Malvina Vernet y Sáez, la primera persona de la que se tenga registro en nacer allí. Luis y María habían llegado con sus hijos Emilio, Luisa y Sofía el 15 de julio, junto a 23 familias y peones contratados oriundos de Buenos Aires y Carmen de Patagones. Entre ellos estaba el Gaucho Rivero. Todos ellos llegaron bergantín Betsy al mando de Brisbane. El barco también llevaba muebles y una manada de ovejas. Había partido de Buenos Aires un mes antes. Sofía Vernet, su hija más pequeña, era solo una bebé que había aprendido a caminar en Puerto Soledad. Todo esto, junto con la vida cotidiana de la colonia fueron registrados en el "Diario de 1829 en Malvinas" de María Sáez.
La población que había en la isla era en general poco estable, eran pescadores, balleneros, foqueros, cazadores, científicos y comerciantes. Se habla de una cifra de entre 120 y 150 residentes en total. Los productos que se producían eran enviados a Buenos Aires y también a otros puertos. El lugar se convirtió en una colonia laboriosa, deseosa de progreso, manejada por el comandante Vernet.
Emilio Vernet, hermano de Luis, y Loreto Sáez, su cuñado, viajaron a la isla Soledad a explorar el terreno y las instalaciones abandonadas del asentamiento colonial de Puerto Soledad para preparar las viviendas para la radicación de los colonos. Las viejas estructuras estaban muy deterioradas porque los visitantes ocasionales (marineros) habían extraído toda la madera posible para sus barcos o para hacer fuego.
Al mismo tiempo, Vernet toma contacto con amigos de Europa a través de cartas para interesarlos en participar de la empresa, informándolos de las riquezas de las Malvinas. Vernet al llegar a la colonia y cumpliendo con el decreto de Martín Rodríguez, arma una batería bajo la bandera argentina. Luego ordena la realización un relevamiento topográfico y estudios sobre la flora, fauna y clima local. Además prepara la instalación de una lobería en la isla de los Estados. Aconseja técnicamente a 80 colones y mejora la construcción de viviendas con madera de la isla de los Estados. También les da en propiedad espacios para cultivo o explotación ganadera. El primer viaje a la isla de los Estados lo realizó su hermano Emilio con tres goletas. La colonia mantuvo un tráfico regular entre Buenos Aires, Montevideo y la isla de los Estados. También algunos hombres llegaron hasta la isla San Pedro. Vernet dejó numerosos escritos sobre el tráfico de buques en la Patagonia Austral.
María Saez habla en su diario personal sobre la toma de posesión de las islas a nombre de la provincia de Buenos Aires, realizada por Vernet el 30 de agosto de 1829. Tanto dicho diario, como cartas, papeles oficiales y contratos de trabajo, son conservados actualmente en el Archivo General de la Nación.
Domingo 30 de Agosto — Muy buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determinó Vernet tomar hoy posesión de la isla en nombre del gobierno de Buenos Aires, a las doce se reunieron los habitantes se enarboló la Bandera Nacional a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el ¡Viva la Patria! puse a cada uno en el sombrero con cinta de dos colores que distinguen nuestra Bandera, se dio a reconocer el Comandante.
Ese mismo día, a través de una proclama, Vernet manisfestó lo siguiente, acompañado por veintiún salvas de cañón:
El comandante político y militar nombrado por el Superior Gobierno de Buenos Aires, en conformidad con el decreto de 10 de junio que acabo de haceros público, ha elegido este día aniversario de Santa Rosa de Lima, patrona de la América, y para ejercer de nuevo un acto formal de dominio que tiene la república de Buenos Aires sobre estas Islas Malvinas, las de Tierra del Fuego y sus adyacentes y demás territorios desde donde acaba el de la comandancia de Patagones, hasta el Cabo de Hornos; y al efecto ha enarbolado en este día el pabellón de la República saludándolo en la mejor forma que permite el naciente estado de esta población.
El comandante espera que cada uno de los habitantes dará en todo tiempo de subordinación a las leyes, viviendo como hermanos en unión y armonía a fin de que con el incremento de población que se espera y que el Superior Gobierno ha prometido fomentar y proteger nazca en su territorio austral una población que haga honor a la República cuyo dominio reconocemos ¡Viva la patria!
El mismo día colocó cuatro baterías en lo que llamó «Fuerte Federación» para la defensa del asentamiento. Puerto Soledad carecía de personal militar o policial por lo que Vernet debió organizar un grupo de colonos armados a órdenes de Brisbane, a quien dejó «plenamente autorizado para ir a bordo de cualquier buque que llegue a encontrar en los puertos o puntos de la costa perteneciente a esta jurisdicción».
Vernet hablaba de unos 300 habitantes en la isla, de los cuales la mitad eran fijos.
Los 150 pobladores aproximados eran, en su mayoría, originarios de las provincias de Santiago del Estero, Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe.
También había paisanos uruguayos, del Litorial argentino y Tehuelches de Patagonia, que eran mayoría y con quienes Vernet mantuvo relaciones comerciales por el saladero de la península Valdés.
En cuanto a los europeos, había campesinos alemanes, escoceses, franceses, portugueses, españoles, pescadores y marinos genoveses, ingleses, irlandeses, holandeses, entre otros. También hubo colonos británicos. Incluso llegaron a la isla esclavos adolescentes africanos tras la Guerra del Brasil.
Algunos de ellos para ganar su libertad debían pasar en las islas diez años. Por orden de Vernet, al llegar, todos los colonos recibían tierras, semillas y herramientas. Además, se creó un clima de camaradería y solidaridad entre ellos. Los integrantes de la colonia se dedicaban a la caza, la domesticación del ganado, construcción de corrales, ranchos, casas de piedra, salazón de carnes. Otros realizaban actividades vinculadas al comercio o algún oficio. Otros habitantes eran marineros de las naves de paso que preferían quedarse a vivir allí, por ser desertores o sobrevivientes de naufragios.
Los pocos pobladores fueron suficientes para fundar dos pueblos más. Uno fue llamado Rosas por Juan Manuel de Rosas y otro Dorrego por Manuel Dorrego. Además se crearon otros doce puestos y corrales poblados, formando un total de cien habitantes entre todos ellos. Varios de ellos llevan toponimia gauchesca y se conservan en la actualidad.
Vernet también encarga la construcción, bajo diseño y dirección propios, de una goleta llamada Águila para la pesca de anfibios, tripulada con 10 hombres. Se utilizaron maderas de la Isla de los Estados y metales de naufragios, todo trabajado en talleres de herrería y carpintería de la colonia, que también ya contaba con un saladero para carne vacuna y pescado. La colonia también se encargó de la reparación de otras naves pequeñas.
El capitán Robert Fitz Roy fue huésped de la comandancia malvinense, algunos de sus comentarios dejan entrever cómo el continuo progreso material de la colonia había permitido alcanzar cierto grado de refinamiento en medio de la inhóspita geografía:
La colonia ocupa la mitad del contorno de una caleta que tiene estrecha entrada desde la sonda. En tiempo de los españoles, dominaban esa entrada dos fuertes, ambos en ruina ahora, de los que uno solo se utiliza para encerrar ganado salvaje entre sus muros circulares cuando se le arrea desde el interior de la isla.
El gobernador Luis Vernet me recibió con cordialidad. Está muy bien informado y habla varios idiomas. Su casa es larga y baja de un solo piso y paredes muy gruesas de piedra. Encontré allí una buena biblioteca de obras españolas, alemanas e inglesas. Durante la comida se sostuvo animada conversación en la que tomaban parte Mr. Vernet, su esposa, Mr. Brisbane y otros; por la noche hubo música y baile. En la habitación había un gran piano; la señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz que sonaba un poco extraña en las Falklands, donde solo esperábamos encontrar algunos loberos.
Robert Greenhow, complementó el reporte de Fitz Roy, escribiendo:
...Vernet estaba aumentando su establecimiento en Soledad. Según una relación de una visita hecha allí por un oficial naval inglés, en la última parte de 1831, el número de personas en la colonia, era como de ciento, incluso 25 gauchos, y 5 indios, que cazaban ganado; unas pocas familias holandesas y alemanas, principalmente ocupadas en hacer manteca y queso; y 15 negros, cuyos servicios Vernet había comprado por un término de años al gobierno de Buenos Aires. Los otros eran ingleses, franceses, españoles y portugueses. Las casas de los habitantes eran las que habían sido ocupadas por españoles, y que solo necesitaban nuevos techos. Vernet residía en la habitación del primer comandante, un largo edificio bajo, de un piso con espesas murallas de piedra; en su sala de recibo había una buena biblioteca de obras inglesas, alemanas y españolas, como también un hermoso piano, en que la señora Vernet ejecutaba música de Rossini con mucho gusto. Al gobernador mismo se le describe como hombre de facciones agradables (...) Vernet había dividido la isla en 11 secciones.
Los reportes al gobierno británico sobre el éxito alcanzado por el asentamiento serían fundamentales en la renovación del interés del Reino Unido por las riquezas del archipiélago.
Debido a la prosperidad del asentamiento argentino, llegó la necesidad del uso de la moneda en las actividades económicas cotidianas. Vernet dispuso la emisión de vales expresados en pesos para facilitar las operaciones de provisiones de bienes. Esto constituyó la primera moneda en circulación del archipiélago: el peso de las Islas Malvinas. Hoy en día, algunos vales monetarios emitidos por Vernet se conservan en la colección del Museo del Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Las proyecciones del negocio en Puerto Soledad eran óptimas, y Vernet comenzó a planear la organización concreta de la proyectada comandancia sobre el estrecho de Magallanes. Envíó a Brisbane en el buque Unicorn para lograr la cooperación de los tehuelches. Estableció contacto con una cacique a la que se llamaba Reina María y la invitó a pasar dos semanas en las islas Malvinas. La mujer aceptó la invitación y la propuesta de bendecir la segunda comandancia; Vernet declaró un feriado en homenaje a la líder indígena. Los desastrosos acontecimientos de los meses siguientes impidieron la concreción del proyecto.
Intervención estadounidense e invasión británica
Luis Vernet ejerció el cargo de comandante político y militar aplicándose a la tarea de hacer cumplir los reglamentos sobre pesca de anfibios, que era realizada de forma indiscriminada por parte de los loberos y balleneros extranjeros, constituyendo un grave problema. En agosto de 1829, a dos semanas de llegar a la colonia, Vernet proclamó públicamente la prohibición de cazar, pescar o faenar en la isla Soledad «bajo apercibimiento de sanciones». Los barcos extranjeros que tocaban puerto en la colonia se les hacía entrega de una circular impresa con la prohibición, y también se les cobraba una tasa. Dos años después redactó un plan para organizar la casa de focas y ballenas que implicaba establecer grupos de pescadores en las costas del archipiélago. El pago por derecho de anclaje fue sistemáticamente eludido por los balleneros y los cazadores clandestinos de guarás, especialmente ingleses y estadounidenses. Vernet buscaba frenar el raqueo de los animales hechos por extranjeros para conservar la población de focas para sus propias actividades. Este acto fue disputado por los cónsules británicos y estadounidenses en Buenos Aires, que afirmaban su derecho a seguir explotando los recursos naturales en las islas.
En cometida por Duncan causó conmoción en Buenos Aires. En junio de 1832, el Encargado de Negocios estadounidense, Francis Baylies, siguiendo instrucciones de su gobierno, exigió la desautorización de Vernet, la devolución de los bienes incautados por él, y el pago de una indemnización. A su vez, puso en duda la legitimidad de los títulos de soberanía argentina. Ante tales circunstancias, el gobernador, Juan Manuel de Rosas, lo declaró persona non grata y le extendió los pasaportes correspondientes.
Vernet regresó a Puerto Soledad, sin recursos para reconstruir la colonia y para dotarla de las defensas necesarias. Sin embargo continuó la planificación de la reconstrucción. Regularmente solicitaba que el gobierno de Buenos Aires le asignara recursos humanos y armamento, pero no obtuvo ninguna respuesta formal. El 10 de septiembre de 1832, el Ministerio de Guerra y Marinanombró por decreto al Sargento Mayor de Artillería José Francisco Mestivier como Comandante Civil y Militar interino de las Malvinas y sus adyacentes. El 19 de noviembre, Vernet y su familia abandonaron las islas para siempre en la goleta lobera Harriet que había sido apresada a los estadounidenses.
Un testimonio de un británico habla sobre Vernet y su colonia tras el ataque estadounidense:
... Mr. Vernet no era ni un ladrón ni pirata, como lo calificó el capitán Duncan, por haber tratado de sostener su situación y evitar que su establecimiento fuese defraudado por gentes que ningún derecho tenían sobre estas islas. Por malos que hubiesen sido los procederes de Vernet, él sólo debía dar cuenta de ellos a su gobierno, y los que obraban a sus órdenes, teniendo él un nombramiento legal, no merecían por cierto haber sido apresados como piratas engrillados y llevados al Plata en esa forma. Ni tampoco era justo (prescindiendo enteramente de consideraciones humanitarias), destruir la naciente colonia, forzar o despedazar las puertas y ventanas, registrar las casas, armarios y cajones, pisotear las huertas, romper los cercos y maltratar en tal forma a inofensivos pobladores que muchos meses después, cada vez que éstos veían aproximarse un buque de guerra, huían amedrentados hacia el interior, ignorando cómo serían tratados...
Debido a una gran cantidad de acusaciones y supuestas malas interpretaciones en su contra, Vernet dirigió un oficio en diciembre de 1831 a Duncan en un intento de «desvanecer calumnias», ofreciendo someterse ante él y los testigos que designase, a un careo con el capitán Davison de la Harriet. Duncan lo rechazó argumentando que «el comandante de la Lexington tiene prueba y bajo juramento que la goleta Harriet fue saqueada de casi todos los artículos que tenía a bordo por orden de Luis Vernet, llamándose Gobernador y propietario de las islas Malvinas». En ese contexto, Fitz Roy se expresó a favor de Vernet:
He oído mucho Mr. Vernet y sus procedimientos, de muchas fuentes, así de enemigos como de amigos, y aún cuando nunca me vi con él y por lo tanto no puedo ser parcial por amistad, lamento sinceramente su desgracia y creo que ha sido muy calumniado.
El 2 de enero de 1833, después del prólogo del incidente de la Lexington, cuando era ya gobernador interino el capitán José María Pinedo las naves de la corona británica, invadieron el territorio argentino. La invasión inglesa quedó a cargo del capitán militar John James Onslow, quien al mando de la fragata HMS Clío, se lanzó al ataque de Puerto Soledad (también conocido como Puerto Luis y antes de 1829 Puerto San Carlos).
Vernet nunca fue repuesto en su cargo ni volvió a las islas, a pesar de varias peticiones a las autoridades británicas reclamando el derecho de volver y la recuperación de las tierras que le habían pertenecido. Matthew Brisbane, intentó de resucitar el acuerdo y retormar las operaciones dos meses después de la ocupación británica pero fue asesinado por gauchos comandados por Antonio Rivero.
El asentamiento de Puerto Soledad fue dejado en un estado en ruinas después de los asesinatos. En defensa de su concesión, Vernet hizo trámites y hasta ofreció que un hijo suyo fuera a las islas. Pero, los británicos se opusieron a todo y se quedaron con sus bienes, además de los corrales hechas por los gauchos en el interior de la isla. El teniente Henry Smith, el primer mandatario británico, se puso a refaccionar los edificios habitables. Como un asentamiento naval, la propiedad de Vernet se convirtió en un propiedad del ministerio de marina británico y en un principio el teniente Smith se encargó de cuidar la propiedad y dar cuentas a Vernet. Los bienes de la propiedad también quedaron en manos británicas.
En Buenos Aires, Vernet estaba en bancarrota y los intentos de obtener una indemnización del Gobierno de los Estados Unidos por las pérdidas de la incursión del Lexington fracasaron. La situación en Buenos Aires era un caos y las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos se mantuvo tensa hasta 1839. Hizo varios contactos con el gobierno británico pidiendo apoyo para re-establecer su negocio en Puerto Soledad, recibiendo el apoyo de Woodbine Parish (encargado de negociosbritánico en Buenos Aires desde 1825 hasta 1832) considerado como la persona mejor calificada para desarrollar las islas.
Smith intentó que Vernet regresase a la isla en varias ocasiones, pero él estaba cada vez más involucrado en la disputa territorial con el Gobierno en Buenos Aires. Luego, todas las comunicaciones entre Vernet y Smith cesaron. Vendió parte de sus participaciones en las islas a G. T. Whittington, un comerciante británico que formó la Asociación Agrícola y de Pesca Comercial de las Malvinas. Esta organización fue un factor clave para persuadir al gobierno británico para establecer una colonia en las islas, en lugar de una base militar. Él proporcionó a Samuel Lafone, un hombre de negocios uruguayo clave para la formación de la Falkland Islands Company, con mapas de la isla y conocimiento de las potencialidades de la población de ganado salvaje.
Ultimos años
Tras retirarse de las Malvinas, Vernet y su familia pasaron una temporada en Río de Janeiro. Luego ya en Buenos Aires vivieron en una vivienda de la Calle Florida entre la calle Viamonte y la Avenida Córdoba. Luego se mudaron a una casona en la Calle 25 de Mayo entre la Avenida Corrientes y la calle Cuyo (hoy Sarmiento), que tenía salida directa al Paseo de Julio. Al mismo tiempo Vernet compró una quinta en San Isidro llamada Las Acacias con vista al río de la Plata. Allí plantó un tala (Celtis ehrenbergiana) que dio el nombre al Paseo del Tala creado en un sector de la quinta donado por su hija Matilde.40 La quinta sigue siendo habitada por sus descendientes en la actualidad.
Algunas publicaciones sostienen que fue el primer intendente de San Isidro.2541 Luis Emilio, el mayor de sus hijos, llegó a ser presidente de la Municipalidad de San Isidro en 1861.
A Vernet se le atribuye el descubrimiento de un tratamiento químico conservador para el cuero y protector contra gusanos en largas travesías. El proceso, conocido en Argentina como «vernetizar», permitió el rápido crecimiento de las exportaciones de cuero a Europa y otros lugares. En 1841 se le concedió una patente por su trabajo. El invento le mereció un gran prestigio. Recibió elogios del ingeniero Charles Henri Pellegrini.
El dinero que ganó con este proceso le permitió viajar a Londres en 1852 para presionar su demanda de una indemnización por sus pérdidas. Afirmó una suma total de £ 14.295 por los caballos, ganado domesticado, diez casas de piedra y carne que quedaron en el asentamiento tras la ocupación británica, que con intereses se elevaron la suma a 28.000 libras. Después de unos cinco años de discusiones, se le concedieron £ 2.400 sobre la base de su afirmación de que recibió £ 1,850 y el resto se utilizó para pagar sus pagarés. Dentro de ese dinero también se incluyeron 550 libras para cubrir la circulación de la moneda creada por el. A pesar de que firmó una renuncia frente a nuevas acusaciones, trató de presionar para una compensación adicional en 1858, sin éxito. Luego regresó a Buenos Aires, deprimido por el fallo de los acuerdos y la muerte de su esposa en ese mismo año.
En 1869 firmó un contrato con su hijo mayor para presentar demandas contra el Gobierno de Estados Unidos por la incursión del Lexington, contra Gran Bretaña por compensación no satisfactoria y contra Silas E. Burrows, propietario del Superiorpor romper el contrato firmado por los capitanes Davison y Congar en 1831.
Al respecto de sus pérdidas, Vernet decía:
Después de mucho sacrificio pude vencer grandes obstáculos, pero asimismo lo que pensábamos realizar en un año no estuvo terminado sino al cabo de cinco. Mis socios se desanimaron y me vendieron sus derechos. Compré sucesivamente tres barcos, y los perdí; fleté cinco y de ellos se perdió uno; cada golpe producía desaliento entre los colonos...
Murió en el año 1871 y fue enterrado en el Cementerio de La Recoleta.
La familia Vernet persistió con los reclamos tras su fallecimiento. En 1868, mientras Vernet vivía, el gobierno argentino había otorgado los terrenos de la concesión a Vernet de 1828 de la Isla de los Estados a Luis Piedrabuena. Sus hijos solicitaron al gobierno argentino por una compensación económica que fue recibida, pero no por los territorios perdidos de la isla Soledad. En 1879, la familia envió un mensaje al Congreso para pedir el reconocimiento de los derechos de los herederos sobre las islas Soledad y de los Estados. Finalmente recibieron terrenos en el Chaco. En 1884, la familia recibió el apoyo del Gobierno del presidente Julio Argentino Roca, que reabrió tanto la reclamación sobre la Lexington con los Estados Unidos y la soberanía de las Malvinas con Gran Bretaña.
Según cuenta Hipólito Solari Yrigoyen, hacia 1975, aún se conservaba íntegra la antigua residencia de Vernet en Puerto Soledad.