Tras haber sido derrotados en Chacabuco, los jefes españoles llegaron a la conclusión que la única esperanza que tenían era intentar una maniobra audaz, que sorprendiera a las tropas de San Martín.
Los realistas decidieron emprender una salida nocturna, el plan se llevaría a cabo en Cancha Rayada los españoles se dividieron en tres divisiones que avanzaron en silencio por la cerrada noche, guiándose por las fogatas patriotas que avanzaban al mando de O'Higgins y cuando estuvieron cerca de la línea de tiro, los españoles comenzaron a disparar.
Los soldados sorprendidos, comenzaron a correr desordenadamente para cualquier lado; O'Higgins resultó herido en el codo al caer muerto su caballo. Desde el cuartel general, San Martín comenzó a dar órdenes para emprender la retirada.
Las Heras por su parte logró salvar más de 3500 hombres, animales, piezas de artillería y municiones y el 21 de marzo se reunió con el Libertador, quien lo felicitó públicamente por su comportamiento. El parte de la derrota que escribió San Martín decía:
"Acampado el ejército de mi mando en las inmediaciones de Talca, fue batido por el enemigo, y sufrió una dispersión casi general, que me obligó a retirarme. Me hallo reuniendo la tropa con feliz resultado, pues cuento ya 4.000 hombres desde Curicó a Pelequén. Espero muy luego juntar toda la fuerza y seguir mi retirada hasta Rancagua. Perdimos la artillería de los Andes, pero conservamos la de Chile".
En Cancharrayada murieron 120 patriotas, otros tantos fueron tomados prisioneros y se perdieron 22 piezas de artillería, y cuatro banderas.
El 24 de marzo, Bernardo O'Higgins llegó a Santiago y asumió el mando del poder ejecutivo. De inmediato se acuartelaron las milicias, se recuperó armamento y se compraron otros nuevos y se comenzó a fabricar municiones.
Al día siguiente llegó San Martín y dirigiéndose a la multitud que lo aclamaba dijo:
"¡Chilenos! Uno de aquellos acasos que no es dado al hombre evitar, hizo sufrir a nuestro ejército un contraste. Era natural que este golpe inesperado y la incertidumbre os hiciera vacilar; pero ya es tiempo de volver sobre vosotros mismos, y observar que el ejército de la patria se sostiene con gloria al frente al enemigo; que vuestros compañeros de armas se reúnen apresuradamente y que son inagotables los recursos del patriotismo. Los tiranos no han avanzado un punto de sus atrincheramientos. Yo dejo en marcha una fuerza de más de 4.000 hombres sin contar las milicias. La patria existe y triunfará, y yo empeño mi palabra de honor de dar en breve un día de gloria a la América del Sur".
El 28 de marzo llegó al campamento la columna de Las Heras, quien fue felicitado en público nuevamente por el Libertador. A diez días de la derrota de Cancha Rayada, el ejército estaba reorganizado: constaba de nueve batallones, cinco chilenos y cuatro argentinos, con cerca de 4.000 plazas; tres regimientos de caballería, dos argentinos y uno chileno con más de 1.000 jinetes y 22 piezas de artillería, sumando un total de más de 5.000 hombres de línea.
La reconstrucción después de desastre de Cancha Rayada
En la derrota de Cancha Rayada, se perdió casi todo el parque y la artillería, a manos de los realistas.
Luego de la conmoción causada por el desastre, en una reunión de Estado Mayor, presidida por el Padre de la Patria, se oyó la voz del fraile capitán Luis Beltrán : "Perdimos una batalla, pero no la guerra. Tengo en mis depósitos municiones y armas suficientes para que en pocos días podamos transformar esta derrota en victoria", pero en su corazón sabía que no decía la verdad casi todo había caído en manos del enemigo; pero el cura forjador se tenía confianza y sólo necesitaba que no decayera el ánimo de sus camaradas. San Martín, aliviado, concluyó la reunión en estos términos:
"Con municiones y armas, vamos a hacer que la noche se les vuelva día". Fray Luis Beltrán salió a las corridas de la junta, encontró a su amigo, el coronel chileno Manuel Rodríguez y le pidió traer "todas las personas que puedan juntar. Necesito mil. Todos servirán, hombres, mujeres, niños. Pero los necesito ya".
Este oficial mandó dos batallones a recorrer las calles de Santiago y realizar una leva forzosa de toda persona que transitara, para trabajar en el improvisado taller del franciscano.
Ese mismo día, el fraile comenzó a reconstruir el diezmado parque del ejército. Las mujeres cosían los cartuchos para la artillería; los niños confeccionaban los cartuchos de fusil; los hombres fundían armas, vituallas, balas y municiones; y realizaban las demás labores pesadas; siempre en turnos rotativos. La maestranza de Fray Luis Beltrán no se detenía nunca. En poco más de dos semanas, estuvieron listos veintidós cañones (incluía cinco reparados, salvados de Cancha Rayada), decenas de miles de cartuchos, y armas de todo tipo recompuestas.
Plano topográfico de la acción de Cancha Rayada
Cancha Rayada, también conocida como sorpresa o desastre de Cancha Rayada ocurrió el 19 de marzo de 1818 fue una batalla de la Independencia de Chile, desarrollada en el marco del periodo independiente de la Patria Nueva, donde fueron derrotadas las fuerzas patriotas comandadas por José de San Martín en el encuentro sostenido con las fuerzas realistas en la ciudad de Talca.
Juan Gregorio de Las Heras
Fue un militar y político argentino que tuvo un brillante desempeño durante las invasiones inglesas al Río de la Plata en 1806 y 1807. En 1813 comandó el contingente de tropas enviadas en apoyo de la revolución chilena. Después de la derrota de Rancagua se incorporó al Ejército de los Andes y comandó la columna que marchó sobre Chile a través del Paso de Uspallata. Combatió en Chacabuco, y en la batalla de Cancha Rayada logró salvar de la derrota a una parte importante de las fuerzas patriotas. Una vez reorganizado el ejército sobre la base de dicho contingente, participó junto a San Martín en el combate de Maipú, decisivo para la independencia chilena
Reconstrucción del desastre de Cancha Rayada
El desastre de Cancha Rayada puso a Beltrán en el más difícil trance: el parque se había perdido y solo 5 cañones fueron salvados en aquella tremenda noche. El incansable sacerdote-soldado recogió por todas partes tanto hierro, acero y demás metales que pudieran servir para la confección de armas y municiones, y otra vez los yunques y las fraguas resonaron armoniosamente: 93 hombres, 22 mujeres y 47 niños de 14 a 18 años, blancos y negros, de todas las esferas sociales, trabajaron afiebradamente para dotar a los futuros vencedores de Maipo de las armas con las que iban a derrotar a los audaces atacantes de Cancha Rayada.
Veintidós cañones, parque, pertrechos, proyectiles, etc., estuvieron listos en breves días, para contribuir poderosamente al glorioso triunfo de Maipo, el 5 de abril de 1818. Por los méritos que adquirió Beltrán por su actividad extraordinaria en aquellas memorables jornadas, y por su participación en aquella batalla decisiva, el gobierno de Chile lo condecoró con una medalla de plata; y el de Buenos Aires con un cordón de plata de honor, declarándolo al mismo tiempo “Heroico Defensor de la Nación”