Simultaneó la docencia universitaria con su calidad de abogado consultor de la municipalidad de Córdoba y del ferrocarril Central Norte y con tareas periodísticas, en los diarios La Época y El Interior, en los que colaboró junto a Evaristo Carriego, Benjamin Posse y José del Viso.
No había cumplido los veinticinco años cuando fue electo senador provincial. Cuando cesaron sus funciones de senador, fue electo diputado a la legislatura por cuatro años, período que no pudo cumplir porque en 1890 fue nombrado ministro de gobierno en la administración de Marcos Juárez, a quien acompañó hasta el final de su gobierno; el sucesor, Eleazar Garzón, lo designó ministro de hacienda de la provincia y trabajó con éxito desde aquel cargo por el saneamiento de las finanzas cordobesas.
Gobernador de Córdoba.
En 1895, mientras se desempeñaba como diputado, fue elegido gobernador de la provincia natal, apenas cumplidos los 35 años. Se distinguió su gobierno por el saneamiento del estado financiero de Córdoba y por sus iniciativas en educación pública, obras viales y mejoras edilicias. Creó el registro de la propiedad, organizó el cuerpo de bomberos, inauguró las obras de luz y fuerza de Córdoba, etc.
En el Senado nacional.
Terminó su período de gobierno en marzo de 1898 y al mes siguiente la legislatura lo eligió por gran mayoría senador nacional, siendo por entonces uno de los más jóvenes, con un pasado de ministro en dos gobiernos provinciales, senador, diputado y gobernador de su provincia. Le tocó intervenir en la discusión de problemas vitales como los vinculados a la cuestión de límites con Chile, los "pactos de Mayo", etc.
El Senado se reunió en sesión secreta para considerar el tratado de límites; Figueroa Alcorta integraba la comisión de negocios constitucionales y fue el encargado de presentar a la Cámara el informe favorable a los pactos de Mayo, haciéndolo en un discurso en que puso de manifiesto los peligros de la paz armada en América y los beneficios que acarrearía el desarme en el continente; sostuvo la implantación del arbitraje para la solución de los conflictos internacionales y expuso la inquietud argentina en la cuestión del Pacífico entre Chile, Perú y Bolivia. También expusieron sus puntos de vista otro orador en la sesión secreta, pero solamente se dio a la publicidad el discurso de Figueroa Alcorta. Su tesis influyó fuertemente en el Congreso, que aprobó los tratados que sellaban la armonía entre los dos países en litigio.