Francisco Solano Lopez paraguayo decidió atacar de manera definitiva a las fuerzas brasileñas, atravesando el territorio argentino.
El 14 de enero de 1865 el ministro José Bergés cursó una nota cortés, pero casi conminatoria, a su colega argentino, recabando permiso para que las tropas paraguayas pasaran por la provincia de Corrientes para atacar a Brasil.
La misiva llegó al gobierno argentino el 6 de febrero y éste contestó el 9 de ese mes negando tal permiso en una extensa nota, explicativa y convincente.
El ministro Elizalde explicaba en ella que la Argentina no podía permitir el paso de tropas extranjeras por su territorio para atacar a otro país «pues entonces el territorio neutral argentino vendría a ser teatro de la guerra».
El 15 de febrero, López reunió al Congreso para informar sobre la situación y sus cometidos políticos y militares. El 17 de ese mes se anunció la negativa de los argentinos a su pedido, por lo que el Congreso autorizó a López a declarar la guerra a la Argentina. Al mismo tiempo, le confirió el grado de mariscal y la autorización de emitir moneda y contratar un empréstito por valor de cinco millones de libras esterlinas para llevar adelante la guerra.
También fueron designados seis generales de brigada y tres de división. Le fue obsequiada a López una espada con la empuñadura incrustada de brillantes y un sueldo, enorme para la época, equivalente a sesenta mil libras anuales. El Congreso clausuró sus sesiones el 8 de marzo, con la recomendación y el ruego, enviados a López, de que no expusiera su vida en las batallas, ya que su persona era indispensable como guía de la nación. El 19 de marzo, López declaró la guerra a la Argentina. El canciller paraguayo envió una nota oficial fechada el 29 de marzo, pero el teniente Cipriano Ayala, que llevaba la declaración a Buenos Aires, fue apresado en Rosario sin cumplir su misión. Sin embargo, otra versión dice que Ayala llegó a Buenos Aires el 8 de abril y que el gobierno argentino se enteró de ella de inmediato.