La batalla del Riachuelo fue un enfrentamiento naval frente a la ciudad de Corrientes ocurrido el 11 de junio de 1865 poco después de la invasión paraguaya de Corrientes, esta fue una de las más importantes y decisivas batallas de esta guerra, además es considerada como la batalla naval más grande ocurrida en América. La victoria de la Marina brasilera sobre la escuadra paraguaya determinó el aislamiento definitivo del Paraguay, imposibilitado desde entonces hasta el fin de la guerra de comunicarse por el río Paraná con ninguna nación que no fuera enemiga.
En abril de 1865, la cancillería brasileña informó al gobierno argentino que su flota de guerra ingresaría al río Paraná, sin que el gobierno argentino pusiera obstáculo a esa operación. Nueve acorazados aptos para combatir, que estaban apostados en Buenos Aires al comando del comodoro Francisco Manuel Barroso da Silva, dejaron Buenos Aires tomando el río en dirección al Paraguay.
El día 13 de ese mismo mes, una escuadra paraguaya capturó dos buques en Corrientes y su ejército invadió la provincia de Corrientes. El 1 de mayo, Argentina, Brasil y Uruguay suscribieron en secreto el Tratado de la Triple Alianza y, pocos días después, la Argentina declaró la guerra al Paraguay.
Desde poco antes de la ocupación de la capital provincial, la escuadra brasileña estaba apostada cerca de la ciudad de Goya, unos 230 km río abajo en el río Paraná. El objetivo de su presencia no parece haber sido impedir el tránsito de tropas a través del curso superior de ese río o desde el río Paraguay, sino impedir la llegada de armamento comprado por López en Europa, que podría haber sido utilizado contra el Brasil.
La primera operación militar contra las fuerzas paraguayas invasoras —fuera de la desordenada defensa de las milicias correntinas— fue el desembarco de tropas argentinas al mando del general Wenceslao Paunero en la ciudad de Corrientes. A pedido de Paunero, la escuadra brasileña transportó las tropas argentinas hacia Corrientes, ciudad que ocupó merced a un sorpresivo ataque. Allí pudo comprobar que estaba en alarmante inferioridad numérica; y las fuerzas paraguayas seguían aumentando, mientras el jefe de la escuadra brasileña se negaba a bloquear el paso de tropas a través del Paso de la Patria. De modo que Paunero evacuó la ciudad, nuevamente en buques brasileños.
La ciudad quedó nuevamente en manos paraguayas, mientras una división ocupó los pueblos de la costa del río Paraná hasta cerca de Goya. Pero el río permanecía en manos brasileñas, ya que la escuadra imperial estaba anclada a corta distancia de Corrientes, sobre la costa chaqueña.
Iniciada la guerra de la Triple Alianza en 1865, el comandante naval brasileño almirante Joaquim Marques Lisboa (Tamandaré) quien le encomendó el comando de las fuerzas de la 2° División Naval, destacadas frente a la ciudad de Corrientes.
Barroso comandó la escuadra brasileña en la batalla del Riachuelo el 11 de junio de 1865, antes de la batalla hizo transmitir por señales a sus buques tres frases que serían célebres en la historia naval brasilera: "Brasil espera que cada hombre cumpla con su deber", "Atacar y destruir al enemigo tan cerca como sea posible" y "Mantener el fuego que la victoria es nuestra".
Durante el combate la fragata a vapor Amazonas, su buque insignia, tuvo un decisivo papel. Si bien la épica brasileña hace hincapié en su visión estratégica, testigos de la época señalan al práctico argentino Bernardino Guastavino como el responsable de señalar el peligro en que se encontraba la Parnahyba proponer una estrategia y convencer a Barroso de su factibilidad.
El mariscal Francisco Solano López —presidente del Paraguay— se trasladó a Humaitá, donde organizó un ataque a la flota brasileña. El plan consistía en atacar y abordar la flota enemiga por sorpresa, y bombardear a las naves que huyeran desde la costa. Una escuadra formada por nueve vapores —de los cuales sólo uno estaba acorazado— y siete "chatas" (barcazas) trasportando un cañón a bordo cada uno. Comandada por el viejo comodoro Pedro Ignacio Meza, la flota transportaría un total de 500 infantes para la maniobra de abordaje.
El plan era atacar antes del amanecer, ya que la mayor parte de las tropas brasileñas desembarcaban cada noche para dormir en tierra, dejando a bordo muy pocos hombres para hacer guardia y manejar los buques. Para ello, la flota pasaría muy temprano con las luces apagadas y por detrás de una isla frente a la escuadra brasileña; dejarían las chatas en el canal, y luego remontarían el río, barrerían la cubierta de los buques brasileños anclados en la costa con metralla y fuego de fusiles, y luego la tropa los abordarían sable en mano.1 No se había planeado otro tipo de encuentro que este plan de combate, y los vapores paraguayos estaban allí sólo para transporte de tropas y brindar protección a las fuerzas de abordaje.
En total, la escuadra atacante, formada por los vapores Tacuarí, Ygureí, Marqués de Olinda, Paraguarí, Salto del Guairá, Salto Oriental, Yporá, Pirabebé e Yberá, contaba con 45 cañones. Además de la flota, una batería de 22 cañones y 2 Cohetes Congrève, comandada por el mayor Brúguez y escondida en las altas barrancas al norte de la desembocadura del arroyo conocido como "Riachuelo" en la margen correntina del río Paraná, debía bombardear las naves que huyeran de la sorpresa. Al sur del mismo Riachuelo se ubicaron, también escondidos en los bosques y en lo alto de la barranca, 2.000 fusileros paraguayos, para cumplir la misma misión.
La escuadra brasileña contaba con 58 cañones, y todas sus naves estaban acorazadas; las únicas dos grandes ventajas con que contaban los paraguayos eran la sorpresa y las baterías de la costa.
Flota paraguaya
La Armada Paraguaya estaba integrada por 8 navíos compuestos de 30 cañones en total, además de 6 chatas a remolque con una pieza de artillería cada una. Entre la tripulación figuraban 400 marineros entre los 8 barcos y 72 más en las chatas. Sumados a los 472 marineros deben agregarse 500 hombres del 6.º Batallón de Infantería a bordo.Las barrancas del Riachuelo estaban apoyadas por 22 piezas de artillería y 2 cohetes Congreve, con 1.200 a 2.000 soldados que disparaban desde tierra, comandado por el Tte. Cnel. José María Bruguez.
Barcos | Cañones | Toneladas | Comandante |
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1 Vapor Tacuarí (Buque insignia) | 6 | 421 | Cap. de Fragata Pedro Ignacio Meza |
2 Vapor Paraguarí | 4 | 627 | Tte. de Marina José M. Alonso |
3 Vapor Ygurey | 5 | 548 | Cap. de Corbeta Remigio Cabral |
4 Vapor Marquês de Olinda | 4 | 300 | Tte. de Navío Ezequiel Robles |
5 Jejuy | 2 | 120 | Tte. de Marina Aniceto López |
6 Salto Oriental | 4 | 250 | Alférez de Marina Vicente Alcaraz |
7 Pirabebé | 1 | 120 | Tte. de Marina Toribio Pereira |
8 Yberá | 4 | 300 | Tte. Pedro Victorino Gill |
Flota brasileña
Entretanto, los 9 buques de la Armada Imperial Brasileña estaban anclados y en posición en la orilla chaqueña. La flota estaba compuesta por 59 cañones y 1.141 marineros, además de 1.320 hombres de desembarco. En total sumaban 2.461 hombres. La flota era comandada por el Capitán de Mar y Guerra Francisco Manuel Barroso da Silva.
Barcos | Cañones | Tripulantes | Comandante |
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1 Amazonas (Insignia) | 6 | 186 | Cap. de Fragata Teotônio Raimundo de Brito |
2 Jequitinhonha | 8 | 138 | Cap. Tte. Joaquím José Pinto |
3 Belmonte | 8 | 143 | Tte. Primero de Marina Joaquím Francisco de Abreu |
4 Paranaíba | 7 | 132 | Capitán Tte. Aurélio Garcindo de Sá |
5 Ipiranga | 7 | 105 | Tte. Primero de Marina Álvaro Augusto de Carvalho |
6 Mearim | 7 | 101 | Tte. Primero Elisiário José Barbosa |
7 Iguatemi | 5 | 102 | Tte. Primero de Marina Justino José de Macedo |
8 Araguari | 4 | 102 | Tte. Primero de Marina Antônio Luís von Hoonholtz |
9 Beberibe | 7 | 132 | Cap. Teniente Joaquim Bonifáco de Santana |
Momento en que el vapor Amazonas Amazonas embiste y hunde al vapor Yeyuí
La operación comenzó a medianoche del día 10 al 11 de junio, cuando la flota paraguaya cruzó las "tres bocas", es decir, la confluencia de los ríos Paraguay y Paraná. Pero pocos minutos después, la hélice del Yberá se averió. Meza se obstinó en repararlo, ya que era uno de sus mayores buques y uno de los pocos buques a hélice. Como no pudo ser reparada, reanudó la marcha tardíamente, de modo que cuando pasaron frente a la escuadra brasileña, ya era de día. Se había perdido la sorpresa, pero gracias a una densa niebla, el plan todavía era aplicable, ya que la gran mayoría de las tropas brasileñas estaban todavía en tierra.
No obstante, Meza consideró que ya había sido detectado, y que el abordaje era imposible en esas condiciones, debido a que la corriente se llevaría los vapores, que no podrían frenar junto a los buques enemigos; de hecho, esa era la razón por la que se había planeado seguir aguas abajo y regresar. De modo que Meza prefirió atenerse al plan original en lo posible: pasaría de largo frente a la escuadra enemiga y atracaría junto a la costa, al pie de la batería y los fusiles.
Dando por descontado que los brasileños habían detectado su presencia, cañoneó sus buques al pasar frente a ellos, lo que provocó el reembarco inmediato de las tropas enemigas y la respuesta del fuego de cañón. El intercambio de disparos — que comenzó al cruzarse las dos escuadras, y cesó cuando la paraguaya quedó detrás de la isla de Palomera — causó muchas bajas en la infantería de abordaje. Uno de los vapores paraguayos fue alcanzado en la caldera, y una de las chatas fue dejada fuera de servicio.
Una vez fuera de tiro, los buques paraguayos dieron vuelta al sur del Riachuelo y anclaron las chatas junto a la costa, formando una línea en una estrechez del río, para impedir el paso de la flota brasileña.
Barroso ordenó levar anclas y atacar la flota paraguaya, pero al aproximarse a la costa, un violento fuego de artillería desde la costa alcanzó de lleno al buque que lideraba la formación, el Belmonte. El segundo buque, el Jequitinhonha, se desvió aguas arriba, y fue seguido por el resto de la flota, dejando al Belmonte a merced del fuego de todas las baterías paraguayas, hasta ser dejado fuera de servicio. Y el Jequitinhonha encalló, quedando también como un blanco fácil para la artillería enemiga.
El Parnaíba trató de ayudar a la tripulación del Jequitinhonha, de modo que fue también atacado por los tres buques paraguayos que intentaban abordar a éste. La línea brasileña quedó cortada en dos, y a bordo del Parnaíba se luchaba una feroz batalla, a partir del abordaje por la tripulación del Marquez de Olinda.
Meza estaba igualando la ventaja, y las baterías de tierra lo ponían en posición favorable. De modo que intentó abordar algunos de los buques enemigos.
El 11 de junio de 1865 , la flota paraguaya quedo aniquilada en la batalla de Riachuelo librada en el Paraná cerca de la ciudad de Corrientes, fue la batalla naval de vapores mas grande de america
A fin de evitar que cundiera el caos y reorganizar su flota, Barroso decidió regresar al combate con su nave capitana — el Amazonas — al frente, para evitar la retirada de los paraguayos. Cuatro vapores (Beberibe, Iguatemí, Mearim y Araguarí) siguieron al Amazonas.
El comodoro Meza dejó su posición defensiva y atacó la línea brasileña, enviando tres buques a perseguir al Araguarí.
Barroso, que en ese momento estaba al frente de la línea aguas arriba, decidió una medida desesperada para intentar cambiar el resultado de la batalla: por consejo de uno de los prácticos de navegación correntinos que servían en su flota, atacó de frente al primer buque paraguayo que se le cruzó, el Paraguarí, y lo embistió con su proa acorazada. A continuación embistió al Marquez de Olinda y el Salto, y hundió una chata. En ese momento, el Paraguarí ya había sido destruido. Otros dos vapores paraguayos, de ruedas a los costados, vieron destruidas estas ruedas por la artillería brasileña.
Los paraguayos intentaron alejarse, mientras el Beberibe y el Araguarí iniciaron su persecución, causando serios daños en el Tacuary y el Pirabebé; pero la oscuridad de la noche que se acercaba evitó que estos buques fuera hundidos.
Una vez liberado uno de los vapores brasileños de su varadura, tres de los buques brasileños atacaron sucesivamente a varias de las chatas, echándolas a pique. La batalla estaba decidida: la mayor parte de la flota paraguaya estaba arruinada.
El único buque destruido de la flota brasileña fue el Jequitinhonha, incendiado por el Paraguari y el Marquez de Olinda. Los paraguayos perdieron cuatro vapores y todas las chatas. Al día siguiente, los brasileños intentarían rescatar el armamento de la Jequitinhonha, pero el fuego de los paraguayos desde lo alto de la barranca los obligó a retirarse.
El 21 de diciembre de 1858 asumió el mando del vapor Amazonas capitán teniente Theotônio Raimundo de Brito, tras el estallido de la Guerra del Paraguay, el 30 de abril de 1865 partió de Buenos Aires al mando del capitán de fragata Theotônio Raimundo de Brito, buque insignia del almirante Francisco Manuel Barroso da Silva, Barón de Amazonas, comandante de la fuerza naval imperial contra los paraguayos. La división estaba compuesta también por las corbetas Beberibe, Belmonte y Parnahyba y por las cañoneras Araguary, Mearim, Ipiranga, Iguatemy y Jequitinhonha (capitán José Pinto).
La flota brasileña abandonó la cercanía de la costa correntina y atracó en la costa chaqueña para curar los heridos, enterrar los muertos y reorganizarse. A la mañana siguiente, los brasileños levaron anclas y partieron aguas abajo, hacia el sur. Fueron atacados el 12 y 13 de junio por las baterías del capitán Bruguez.
El Paraguarí había sido embestido por el Amazonas; aunque —debido a la coraza que lo protegía— no fue hundido, quedó en muy mal estado. De modo que, unos meses más tarde, López ordenó pasar su defensa metálica al Yporá, y llevar al Paraguarí al río Yeyuí, hundiéndolo allí.3 Por orden de López, un mes después de la batalla, el Yporá regresaría al sitio de la batalla y, protegido por la oscuridad de la noche de un buque brasileño ubicado en las proximidades, llegó hasta los restos del Jequitinhonha, robando (sic) uno de sus cañones.
Meza fue herido en el pecho durante la batalla, y moriría ocho días más tarde en el hospital de Humaitá. López, al enterarse de su muerte, dijo que "Si no hubiera muerto con una bala, debía morir con cuatro", queriendo significar que debía haber sido fusilado como responsable de la derrota; y ordenó que ningún oficial estuviera presente en sus exequias.
Manuel Trujillo, uno de los soldados paraguayos presentes en la batalla, recordaba que "Cuando pasamos de largo a la flota brasileña a todo vapor, en la mañana del 11, estábamos todos sorprendidos, ya que sabíamos que todo lo que debíamos hacer era aproximarnos a los vapores y '¡al abordaje!'". También recordó que, durante la batalla, las tropas de tierra llevadas en la flota para el abordaje de la flota brasileña gritaban "¡Acerquémonos a los vapores! ¡Vinimos para abordarlos, no para ser muertos en la borda!".
La derrota impidió a la columna paraguaya del río Paraná prestar ayuda alguna a la del río Uruguay: el avance de las tropas del general Robles se detuvo en el río Santa Lucía; posteriormente López le ordenó regresar hacia Corrientes. Por otro lado, la efímera reconquista de la ciudad y la victoria del Riachuelo levantaron la moral de las tropas argentinas, tanto como deprimieron la de los paraguayos y sus aliados correntinos.
No obstante la amplia victoria conseguida —muy publicitada durante meses, tanto en Brasil como en la Argentina— la flota brasileña se retiró hasta la altura del pueblo de Empedrado. Es que el objetivo había sido alcanzado: impedir las comunicaciones del Paraguay con el Océano Atlántico.
La batalla del Riachuelo significó la derrota definitiva de la escuadra paraguaya; sin el dominio de las comuni¬caciones fluviales, aislado del exterior y privado de la posibilidad de todo auxilio de afuera, la contienda debía ventilarse en lo sucesivo por el mariscal López con las solas fuerzas terrestres y con el armamento que hubiese podido reunir previamente, mientras que los aliados, con el dominio del Paraná, protegieron sus operaciones ante las fuerzas adversarias que podían operar en retaguardia y obstruir la cooperación de los núcleos enemigos.