Primer Censo de Población

Desde el 15 al 17 de setiembre de 1869 se llevó a cabo el censo nacional prescripto por la Constitución y dispuesto por la ley especial del gobierno de Mitre. La operación fue dirigida por el doctor Diego C. de la Fuente.

El presidente Sarmiento lo nombró comandante del ejército argentino en el Paraguay, participando en la Campaña de Pikysyry, aunque renunció por un fuerte altercado con el presidente poco antes del saqueo de Asunción.

Según Gabriel Carrasco, ese censo fue "el primer monumento estadístico de la población de estos vastos territorios y forma el punto de partida para todos los cálculos que en esas materias pueden hacerse en el país".

La población ascendía a 1.830.214 habitantes, distribuidos así:

  Resultados Primer Censo del País  
  Buenos Aires   495.107  
  Santa    Fe   89.117  
  Entre Ríos    134.271  
  Corrientes      129.023  
  Córdoba     210.508  
  San Luis 53.294  
  Santiago del Estero 132.898  
  Mendoza    65.413  
  San Juan   60.319  
  La Rioja      48.746  
  Catamarca     79.962  
  Tucumán      108.953  
  Salta     88.933  
  Jujuy 40.379  
  Territorios   93.291  

Se incluían en esas cifras 93.138 indios, total calculado para la población del Chaco y la Patagonia; la población urbana sumaba 600.670 habitantes y la rural 1.136.406.

La ciudad de Buenos Aires tenía 177.787 habitantes y ninguna de las capitales del interior alcanzaba entonces a 30.000; Rosario, 23.169; Bahía Blanca, 10.057; Santa Fe, 11.693; Paraná, 10.098; Córdoba, 28.532; Mendoza, 8124; Tucumán, 17.438; Chivilcoy, 6.338; Villa Mercedes, 1.596, etc.

Sumaban los argentinos 1.531.360 y los extranjeros 210.993; es decir, 121 por 1.000. De los extranjeros, eran: hispanoamericanos, 35.662; españoles, 34.080; italianos, 71.442; alemanes, 4.997; ingleses, 10.709; franceses, 32.382; suizos, 5.860, etcétera.

Se dan previsiones sobre la población futura en 1879: 2.640.000 habitantes; en 1899, 4.778.000 y en 1909, 6.591.000. Los hechos mostraron la relativa exactitud

de esas cifras. Lo que quedó por debajo de la realidad fue el crecimiento de Buenos Aires. Horacio C. Rivarola comentó en 1910 las cifras del censo: 

"La ciudad cabeza aumenta, crece desmesuradamente, y da motivo a la afirmación tantas veces traída y llevada del peligro e inconveniente de la cabeza enorme con cuerpo pequeño".

Desde el punto de vista de la instrucción pública, descontados los 315.822 menores de 6 años, no sabían leer ni escribir 1.066.847, es decir el 71 %.

Las cifras del censo, que no dan un habitante por km2, revelan que se estaba todavía en un país desierto y primitivo. Tanto la provincia de Buenos Aires como la Confederación habían coincidido en fomentar la inmigración, ofreciendo tierras y auxilios, política que mantuvo el gobierno de la República una vez constituida definitivamente, con la Comisión protectora de la inmigración en 1863 y con la Comisión central de inmigración de 1869. Hubo conatos de alarma por la cantidad creciente de extranjeros y se desató una campaña antiitaliana, contra la que reaccionó Héctor Varela.

Se había estimado la población en 1810 en unos 405.000 habitantes; la de 1830, en 575.000; la de 1850 en unos 870.000; se advierte un rápido ascenso después de Caseros, y ese ritmo no se detiene hasta la crisis de 1930.