La batalla de Pavón, fue librada al el sur de la provincia de Santa Fe el día 17 de septiembre de 1861, y fue un combate clave entre las tropas de la Confederación Argentina y las del Estado de Buenos Aires, este combate significó el fin de la Confederación Argentina, y la incorporación de la provincia de Buenos Aires con la reunificacion territorial del país.
Un fuego intenso de la artillería de la Confederación inició la batalla; la infantería porteña recibió el fuego del enemigo, pero no obstante consiguió avanzar hasta las proximidades de la infantería federal, sosteniendo un vivo combate con ella; Paunero avanzó con sus seis batallones y dos baterías hacia la línea del adversario, que no pudo contenerlo; Mitre lo ascendió a general en el campo de batalla. Emilio Mitre atacó simultáneamente con su infantería. Los infantes de Buenos Aires decidieron la acción en su ataque al centro mismo del ejército de Urquiza.
En los flancos, la caballería porteña repitió el desbande de Cepeda al tomar contacto con la entrerriana; ésta avanzó luego sin orden hasta hallarse sobre la retaguardia y los flancos del ejército de Buenos Aires, siendo contenida por la infantería, que avanzó hacia la posición principal del adversario.
Los flancos de la infantería de Urquiza quedaron sin protección y esa circunstancia fue aprovechada por la infantería porteña para envolverla. La caballería entrerriana no pudo nada contra la infantería porteña y fracasó en su intento de ataque a la retaguardia que mandaba Mitre en persona.
En presencia de aquella situación, Urquiza optó por iniciar la retirada; casi toda su artillería estaba en poder del adversario; su infantería había sido desorganizada y se hallaba dispersa. No quiso esperar a reorganizar el ejército para retirarse, como había hecho Mitre después de Cepeda; sólo quiso salvar las divisiones entrerrianas y, después de dar las órdenes pertinentes, se puso en marcha hacia Rosario y pasó a Entre Ríos cerca del Carcarañá.
La batalla de Pavón, fue librada al el sur de la provincia de Santa Fe el día 17 de septiembre de 1861, y fue un combate clave entre las tropas de la Confederación Argentina y las del Estado de Buenos Aires, este combate significó el fin de la Confederación Argentina, y la incorporación de la provincia de Buenos Aires con la reunificacion territorial del país.
En poder del ejército de Buenos Aires habían quedado 22 piezas de artillería, 2.500 fusiles, 57 carretas con todo el parque, 11 banderas de guerra, 12 jefes, 110 oficiales y 1.650 soldados prisioneros.
Las pérdidas del ejército porteño fueron 13 oficiales, 162 muertos, 500 heridos y numerosos dispersos.
Sarmiento escribió a Mitre el 20 de setiembre de 1861 en la fiebre de la beligerancia: "No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos".
Si la caballería había sido hasta allí el instrumento favorito y decisivo de las batallas, la infantería, hija de la ciudad, se convirtió desde entonces en el arma más importante y decreció la trascendencia de la caballería, hija de la campaña y de sus habitantes.
Pero no fue Mitre el que descubrió la eficacia de la infantería, pues San Martín y el general Paz la habían empleado con eficacia en sus campañas con resultados excelentes.
Derqui no creyó que el resultado de la batalla de Pavón era el fin; pensó que podía continuar la lucha y designó a Sáa jefe del ejército del centro, ascendiéndolo a brigadier lo mismo que a Juan María Francia.
El general Valentín Virasoro se retiró con Cayetano Laprida hacia el Carcarañá, con unos 1.200 hombres, las disposiciones tomadas por Gelly y Obes lograron reagrupar la caballería porteña y Mitre continuó las operaciones.
El 11 de octubre ocupó la ciudad de Rosario, donde Derqui intentó ofrecer resistencia y fue vencido, retirándose hacia Santa Fe, a cuyo gobernador Pascual Rosas pidió medios y hombres para organizar un cuerpo de defensa al mismo tiempo que enviaba emisarios a las provincias para levantar los ánimos, aunque su esfuerzo halló cada día menos eco ante la estrella en ascenso de Mitre.
Desde el Saladillo, Mitre escribió a su ministro Gelly y Obes el 15 de octubre: . ..
Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe, los ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre representa la oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido derrotado hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que pasará como en Cepeda, en octubre de 1859, cuando el ejército federal derrotó a los libertadores.
Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su izquierda y su derecha ante las cargas federales. Apenas si el centro mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse, y Mitre como Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta que le llega un parte famoso: “¡No dispare, general, que ha ganado!”. Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera –y única– victoria militar.
¿Que ha pasado? Inexplicablemente Urquiza no ha querido coronar la victoria. Lentamente, al tranco de sus caballos para que nadie dude que la retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a los invictos jinetes entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes que fechan “en el campo de la victoria” le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡Si nunca ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su retirada, se embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos. ¿Qué pasó en Pavón? Es un misterio no aclarado todavía. Se dice que intervino la masonería fallando el pleito en contra del pueblo, sin que Urquiza pagara las costas (las pagó el país), que un misterioso norteamericano de apellido Yatemon fue y vino entre uno y otro campamento la noche antes de la batalla concertando un arreglo, que Urquiza desconfiaba del presidente Santiago Derqui, que estaba cansado y prefirió arreglarse con Mitre, dejando a salvo su persona, su fortuna y su gobierno en Entre Ríos. Todo puede conjeturarse. Menos que lo que dirá en su parte de batalla: que abandonó la lucha
"Laprida, Lamela y compañía con una fuerza que yo creo no alcanza a 500 hombres, abandonaron la posición que ocupaban en la cariada de Cabral, puntas de Pavón, pasó al exterior de la Horqueta y se incorporó ayer a Virasoro como a ocho leguas a vanguardia de este punto, donde esperaba la incorporación de Mascarilla con 500 hombres, ocupándose otros jefes en hacer citaciones que no dan resultado, pues estoy de acuerdo con muchos de ellos; así es que el enemigo no podrá reunir arriba de 1.500 hombres, y aunque fueran 2.000 sería lo mismo. Creo que la Providencia -nos los pone a la mano para acabar con todos ellos a la vez, pues debo advertirle que están malísimamente montados"...
Se tejieron leyendas que no tienen asidero, como la que hizo circular Julio Victorica sobre unas cartas dirigidas a Derqui por representantes de Buenos Aires y que habría olvidado en su sobretodo en el vapor Oberón, después de una entrevista con Mitre y Urquiza.
Pero las relaciones de Derqui y Urquiza fueron cordiales aún después de la batalla de Pavón y no se habría explicado esa actitud Si hubiese sido desleal. Urquiza le escribió el 20 de setiembre:
"Debo a Vd. una explicación sincera de mi regreso. Vd. es testigo de cuánta repugnancia tenía yo de hacer esta camparía; el encarnizado combate que presencié me disgustó al extremo; enfermo desde que empezó la campaña, pues me levanté de la cama para la marcha y combate de todo el día, las falsas noticias que recibí, la desmoralización que he presenciado y que no me es dado soportar, todo me decidió a retirarme. Excúseme Vd. de volver. Mi salud no me lo permite y otras consideraciones que son aun superiores a mí. Le deseo acierto y felicidad y me es grato repetirme de Vd. con toda estimación y afecto".
El 24 de setiembre, le responde Derqui:
"Mi estimado compadre y amigo: he recibido su carta datada en Diamante con el más amargo pesar, porque en ella me anuncia que su salud quebrantada antes de la batalla, sigue padeciendo notablemente. Conocía esta circunstancia y preveía que tan encontradas sensaciones agravasen sus dolencias físicas. Vd. conoce cuánto interés me inspira su suerte personal, y debe valorar el sentimiento que me acompaña. El trance porque hemos pasado ha sido harto duro, ha sido una prueba que todavía no hemos cumplido. Toda la explicación que Vd. me hace, no me es desconocida, me convence nuevamente de lo que he asegurado a cuantos me han hablado de este asunto, sobre el proceder de Vd. después de la batalla. Su ausencia del ejército es un vacío que no podré llenar nunca. Pero me someto a todo, porque respeto las razones personales que influyen en su propósito, y en todas partes sé que puedo contar, como amigo, con su lealtad, como gobernante con su veneración a la ley y su patriotismo sin mancha. Vd. debe ver con cuántas dificultades estoy luchando, por la dispersión de nuestro ejército, la falta de recursos, y más que todo por la marcha de las divisiones entrerrianas, que han pasado a esa provincia, hace, no me es desconocida, me convence nuevamente de lo que he asegurado a cuantos me han hablado de este asunto, sobre el proceder de Vd. después de la batalla. Su ausencia del ejército es un vacío que no podré llenar nunca. Pero me someto a todo, porque respeto las razones personales que influyen en su propósito, y en todas partes sé que puedo contar, como amigo, con su lealtad, como gobernante con su veneración a la ley y su patriotismo sin mancha. Vd. debe ver con cuántas dificultades estoy luchando, por la dispersión de nuestro ejército, la falta de recursos, y más que todo por la marcha de las divisiones entrerrianas, que han pasado a esa provincia, dando margen a suposiciones infundadas. Pero tengo el deber de salvar al país, y a más del buen espíritu que encuentro, me alienta la confianza de que Vd. no se olvidará de mi posición y me ayudará con su poderoso concurso. Estoy en la mayor ansiedad por tener noticias suyas, y le ruego haga un esfuerzo para escribirme"...
Urquiza había tomado una decisión y dejó al presidente Derqui a merced de su creciente impotencia. En los primeros días de octubre, por iniciativa de Urquiza, la provincia de Entre Ríos reasumió su soberanía y se sustrajo a la lucha.
El propio Mitre explicaría en 1869 a Juan Carlos Gómez:
"Pavón es la gran victoria del partido de la libertad argentina. El triunfo militar fue de la provin-cia de Buenos Aires; el triunfo moral y político, de las provincias argentinas, sin cuyo concurso hubiéramos tenido que repasar el Arroyo del Medio ... La unión nacional se hizo".
¿Quién triunfa en Pavón? Ramón J. Cárcano responde: "La unión nacional. Unitarios, federales, porteños y provincianos, la Confederación y Buenos Aires, Urquiza y Mitre, todos triunfan, porque todos luchan por la organización de la patria.
No son dos rivales que se excluyen por ambiciones personales, sino dos exponentes de fuerzas colectivas, que luchan por constituir la propia asociación y fundar el solar definitivo. Ambos buscan alcanzar sus designios por distintos medios, y por eso el encuentro fatal del camino levanta polvo y gime el dolor de la contienda.
No representan la disputa de dos hombres. Encarnan en realidad el choque de dos tendencias ancestrales dentro del hogar común, que la presión de los intereses y la exaltación de sentimientos convierten en masas impulsivas, hasta que la confianza recíproca, creada por el mismo choque, las desarma y unifica en la concordia".