El proyecto de reformas aprobado por la Convención provincial de Buenos Aires fue elevado por el gobernador Mitre a la presidencia de la Confederación. Entre Mitre y Derqui se estableció una correspondencia privada amistosa, asentada en los recuerdos comunes del sitio de Montevideo en que ambos habían participado.
La política de acercamiento llegó por parte de Derqui hasta el punto de ofrecer a los hombres de Buenos Aires la participación en el gabinete nacional. Hallándose vacante la cartera de hacienda por renuncia de Tomás Arias, Derqui pidió a Mitre confidencialmente que le indicase alguna persona de su confianza para ese cargo y así fue designado Norberto de la Riestra, que había desempeñado la misma cartera en el gobierno de Buenos Aires; más tarde el doctor Francisco Pico ocupó el ministerio de relaciones exteriores, al que había renunciado Emilio de Alvear.
El pacto del 6 de junio de 1860. Vélez Sarsfield fue comisionado por el gobierno de Buenos Aires para negociar en Paraná un pacto complementario del firmado el 11 de noviembre de 1859; Derqui designó a Benjamín Victorica y a Daniel Aráoz para que discutiesen con el comisionado porteño.
El acuerdo al que se llegó y que fue firmado el 6 de junio dispone que el gobierno nacional, en el acto de recibir el testimonio auténtico de las reformas propuestas por la convención provincial bonaerense, las pasaría al congreso legislativo para que decidiese la convocatoria de una Convención nacional ad hoc. Una vez pronunciado el Congreso al respecto, el gobierno nacional fijaría las fechas de la elección de convencionales y las comunicaría al gobierno de Buenos Aires para que éste convocase al pueblo de la provincia; y haría lo mismo con las demás provincias.
La representación de Buenos Aires se ajustaría a lo establecido en la Constitución nacional; los diputados nacionales a elegir debían ser naturales de las provincias que los elijan o residentes en ellas. La convención se reuniría en Santa Fe y terminará sus trabajos dentro de los treinta días desde su apertura, y ésta se fijará al mes de la elección.
Terminadas las sesiones, la Convención ad hoc hará llegar los resultados al Congreso nacional y al de Buenos Aires. Y a los quince días de aprobados el. gobierno de Buenos Aires promulgaría y ordenaría jurar la Constitución. Una vez jurada la Constitución, el Congreso prorrogaría las sesiones para ser integrado por los senadores y diputados de Buenos Aires. O se convocaría extraordinariamente para que la provincia disidente participe en la legislación nacional que ha de regirla. También se llegó a acuerdo sobre otros puntos de naturaleza fiscal, comercial, aduanera, etc. El gobierno nacional dictaría reglamentos y disposiciones que favoreciesen el comercio recíproco y la admisión del papel moneda de Buenos Aires en las aduanas de la Confederación.
El pacto del 6 de junio fue ratificado en Paraná el 8 del mismo mes, con las firmas de Derqui, Juan Pujol, Emilio de Alvear, Tomás Arias y José S. Olmos, es decir por el gabinete en pleno.
Norberto de la Riestra fue ministro de hacienda del Estado de Buenos Aires durante los gobiernos de Pastor Obligado y Valentín Alsina. Regularizó la deuda con la Banca Baring, que se venía arrastrando sin documentar sistemáticamente desde la caída de Rivadavia. Reanudó los pagos que se habían suspendido durante el gobierno de Rosas, y aceptó sin protesta la imposición de intereses punitivos. De este modo logró facilitar el crédito internacional para el Estado de Buenos Aires, al costo de aumentar mucho el monto de la deuda. Lanzó emisiones de bonos con intereses especialmente altos, ofreciendo como garantía la totalidad de la tierra pública de la provincia.
En 1857 fue uno de los administradores del Ferrocarril Oeste, el primero de la Argentina, y fue miembro del primer directorio de esa empresa.
Fue miembro de la convención provincial que propuso las modificaciones a la Constitución Nacional en 1860.
En junio de 1860, como parte de la política de acercamiento del presidente Santiago Derqui con el gobierno de Buenos Aires, nombró Ministro de Hacienda de la Confederación a Norberto de la Riestra, a pedido del gobernador porteño Bartolomé Mitre. Llevó adelante una política claramente favorable a los intereses porteños: liquidó la “Ley de Derechos Diferenciales” y pagó indemnizaciones por los efectos de ésta a la provincia de Buenos Aires.
Respondiendo a la actitud cordial del presidente Derqui, y a su deseo de colaboración íntima para poner fin a la divergencia entre la Confederación y Buenos Aires, el gobernador Mitre invitó a Derqui y a Urquiza a presenciar las fiestas de julio de 1860 en Buenos Aires como huéspedes de la provincia. La reunión amistosa de los tres hombres más importantes de la hora, Mitre, Derqui y Urquiza, produjo entusiasmo en el pueblo y se dio por los más como definitivamente afianzada la armonía y la unión.
La masonería realizó una gran asamblea y ofreció a Urquiza las insignias del grado máximo de la institución, lo mismo que a Derqui, al gobernador Mitre y a sus ministros Sarmiento y Gelly y Obes.
Derqui y Urquiza fueron cordialmente agasajados y, al retirarse a Paraná, el presidente Derqui escribió una carta al gobernador Mitre en la que decía cómo el nombre de ambos estaba ligado a una obra que saludaba con aplauso todo el país:
"Al recordar esa obra y esa obligación común lo he hecho sólo para invocarla como un título de amistad personal. Yo le ofrezco desde luego la mía, con la lealtad y franqueza que me caracterizan. Debía también al pueblo de Buenos Aires un voto de agradecimiento por la cordial acogida con que me ha favorecido. Y ojalá me sea dado acreditarle con hechos en cuanto estimo su cortesía. Ella me revela el ardiente deseo de fraternidad de que está animado, deseo y sentimiento que yo me honraré en acreditar ante las demás provincias, sus hermanas, propendiendo con toda la fuerza dc mi voluntad a satisfacer sus legítimas aspiraciones, consolidando con su apoyo un gobierno de ley, de principios, trabajando por todos los medios normales que están a mi alcance para que la incorporación de Buenos Aires a sus hermanas se efectúe digna y ventajosamente para todos."
Al despedirse de Buenos Aires, Urquiza expresa sus sentimientos con estas palabras: "Ya no hay fronteras que separen los hermanos de los hermanos: la patria es una, indivisible y grande, que marcha en gloria y libertad a un porvenir grandioso. ¿Qué es necesario para que la obra no se malogre? Perdonarnos y amarnos: hacernos recíprocamente el bien para que la madre común aproveche a todos, para que viva respetada y próspera, y para que el mundo la aclame entre las naciones cultas".