Escollos y dificultades

Uno de los grandes obstácu­los que se presentaron al vencedor de Caseros durante su gobierno provisional y en el período constitucional, fue el choque y la intervención simultánea en la cosa pública de los hombres que habían gobernado desde hacía más o menos años las provincias bajo el amparo de Rosas y los que volvían de la inmigración y cuya enemistad o divergencia de interpretación creaba problemas incesantes.

Ajustar la conducta del gobierno a esa situación era asunto de mucho tacto y de una gran amplitud de criterio para tolerar y esperar pacientemente. A pesar de sus antecedentes de gobernante autocrático y autoritario, sin hábito para soportar oposición alguna, pocos hombres de su tiempo habrían podido sortear, como los sorteó Urquiza, tantos inconvenientes y tantos escollos, manteniéndose en el nivel de ecuanimidad en que se mantuvo, sin desviarse de su objetivo de mayo de 1851.  

Ofreció desde el primer momento la garantía de su programa, quedó fiel a la promesa hecha y llamó a su lado a un grupo de hombres eminentes, con un pasado que les hacía merecedores de respeto y de fe, aunque procedentes de los dos bandos políticos tradicionales.

En el ambiente gubernativo nacional, las dificultades para aunar los intereses y miras de los hombres fueron menores que en las provincias, donde los antiguos dirigentes no veían con agrado la incorporación de fuerzas adversas nuevas y se resistían de un modo más o menos encubierto o franco. Había que introducir el vino nuevo de la Constitución en los odres viejos de las estructuras provinciales heredadas, con los representantes genuinos de la dictadura depuesta a la cabeza de las mismas.

A las dificultades de orden político, se sumaron las de orden económico y financiero, como la supresión de los tributos al tránsito de mercaderías, una de las fuentes más importantes de los recursos locales; también la supresión de las aduanas interiores privó a las provincias de ingresos que no podían compensar de modo alguno por aportes del tesoro nacional exhausto. 

Las provincias se acomodaron al sacrificio impuesto por el nuevo orden de cosas y por la nueva concepción de la solidaridad nacional.