Sublevación del vapor General Pinto

Mientras se hacían los aprestos para la guerra, unidades de la escuadra porteña vigilaban el río Paraná para evitar en lo posible el paso de las fuerzas entrerrianas.


La escuadra de la Confederación se hallaba por entonces en Montevideo armando algunos de sus buques; hasta mediados de 1859 la flotilla de Buenos Aires predominaba en los ríos; el Guardia Nacional recorría el Uruguay con fuerzas de desembarco y el General Pinto y el Buenos Aires se hallaban frente al Paraná al mando del almirante Murature para impedir el paso de fuerzas de la Confederación, que había ordenado a su escuadra que avanzase desde Montevideo forzando el paso de Martín García.


En la mañana del 7 de julio, la tripulación del General Pinto se sublevó al grito de ¡Viva la Confederación Argentina!; a su bordo se encontraba Alejandro Murature, comandante del Buenos Aires. Murature quiso contener a los amotinados pero fue muerto en la lucha; el almirante, su padre, resultó también herido. El Buenos Aires huyó precipitadamente y los amotinados entregaron el General Pinto a las autoridades nacionales. Con ese hecho, Urquiza pudo pasar sus fuerzas tranquilamente a la ribera santafesina.

Urquiza albergó en su propia casa al coronel Murature y ordenó que se celebrasen con toda pompa las exequias del hijo muerto. 

Murature pudo restablecerse de sus heridas y era natural que quedase ligado por la gratitud a Urquiza, a pesar del estado de guerra en que se encontraban.

Alejandro Muratore

En la noche del 6 de julio de 1859 Alejandro Murature pasó para conferenciar con su padre al Pinto.4​ Ante el mal clima, José Murature le recomendó que permaneciera a bordo, a lo cual su hijo accedió al haber ya dado sus órdenes. De esta manera, todos los mandos de la escuadra porteña permanecían a bordo. En la mañana del 7 de julio, en momentos en que el almirante Murature con sus oficiales y su hijo Alejandro tomaban un café en la cámara, el sargento de marina Ramón Ortega y el cabo Felipe Salguero, antiguos soldados de Justo José de Urquiza, sublevaron a los 23 tripulantes del Pinto. Avisado por el teniente Constantino Jorge, Alejandro Murature, que gozaba de aprecio entre la oficialidad y los tripulantes, subió a cubierta armado con su sable y ordenó a los sublevados que depusieran las armas. Aun cuando insistían en que el movimiento no iba contra ellos sino contra el capitán del navío Antonio Sussini, a quien pensaban ejecutar, el joven Murature intentó reducirlos siendo acribillado. José Murature llegó en ese momento a cubierta y al momento de abalanzarse sobre los sublevados resbaló en el cadáver de su hijo y cayó. Herido por un disparo que sólo lo dejó contuso, fue capturado. En la lucha fue también herido en una mano el teniente Constantino Jorge.

La escuadra de la Confederación, a las órdenes del coronel Mariano Cordero, se aproximó el 14 de octubre a la isla de Martín García, fortificada y sostenida por el Guardia Nacional, el Buenos Aires y el Yerud, al otro lado del canal. El jefe de la isla, coronel Martín Arenas, ordenó romper el fuego con las baterías de la isla, mientras hacían lo mismo los barcos porteños. 

El combate fue sostenido por las unidades federales, que consiguieron cruzar el canal a costa de muchas pérdidas de vidas y con casi todos los jefes heridos: Bartolomé Cordero, Augusto Liliedal y Augusto Lasserre.

La escuadra de la Confederación se componía de los siguientes buques: Salto, al mando de Santiago Baudrix; Hércules, al mando de Bartolomé Cordero; Menay, al mando de Alvaro de Laberge; Concepción, al mando de Augusto Liliedal; la goleta Argos, al mando de Julio Fonrouge.


Vapor general Pinto