Durante la permanencia del Congreso en la ciudad de Paraná fueron sancionadas 292 Leyes, la primera de las cuales, sancionada el 5 de noviembre de 1854, fue la que disponía la desmonetización de billetes del crédito público. En 1859 dispuso la Creación de la Biblioteca del Congreso en Paraná, sobre la base de una colección de obras adquiridas al mariscal Andrés de Santa Cruz ex presidente de’ Bolivia.
La labor realizada en materia de política interior es realmente asombrosa. La reglamentación y organización de las postas y correos en todo el territorio nacional fue una empresa meritoria; se aseguró y defendió la frontera en los dominios indígenas del norte y del sur; se establecieron nuevas rutas entre las provincias y se mejoraron las antiguas en abandono; se abrió una red de caminos en Salta; se otorgaron concesiones para el servicio de mensajerías de Rosario a Córdoba, a Mendoza, San Luis y San Juan; de Santa Fe a Salta pasando por Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán; entre Corrientes y Entre Ríos.
El primer servicio de mensajería fue contratado por la Confederación el 8 de junio de 1854 con el catalán Fillol, cónsul de España en Rosario, cuyo socio Rusiñol era concuñado de Uladislao Frías; a esa empresa siguió la de La Rioja, con Timoteo Gordillo. La primera mensajería llegó a Tucumán el 9 de abril de 1855 a toque de clarín.
En Corrientes, se encontraba gobernando Juan Gregorio Pujol, un jurisconsulto andante por Córdoba y recibido en su universidad, siempre deseoso del avance de la provincia donde había nacido en 1817. En consecuencia, puso en movimiento la innovación del sello postal el 21 de agosto de 1856. Como siempre ocurre cuando los porteños se ven adelantados por los del interior, no vacilaron en largarse por la misma senda para tratar de aplastarlos. Así, el gobernador de Buenos Aires, Adolfo Alsina (en aquel entonces separada de la Confederación Argentina), puso en circulación su sello postal, con bastante propaganda, el 28 de abril de 1858.
Se concedieron subvenciones a varias provincias; fue organizado el régimen minero; se formó el censo nacional; se estableció un escalafón de sueldos para funcionarios y empleados; fueron fomentadas las exploraciones mineras en Tucumán y las de los ríos Salado y Dulce hasta Orán con miras a su navegabilidad.
Se hizo una clasificación de las tierras públicas nacionales. Fue organizada la Oficina de estadísticas y se creó el Archivo nacional.
La ley de ciudadanía y naturalización, que prevé la incorporación de la corriente inmigratoria, es de 1859.
Otro de los grandes pasos dados por el gobierno federal fue el de los contratos de colonización en Corrientes y Entre Ríos con Vanderst y Saint-Hilaire, Monfort y Augusto Brougnes.
Fue motivo de iniciativas el rescate de cautivos en poder de los indios pampas; se legisló sobre la navegación del Bermejo y se creó la oficina nacional de ingenieros.
Se inicia la política ferroviaria con el trazado del ferrocarril de Rosario a Córdoba y la firma del contrato para su construcción; también se trazó y se contrató la construcción del ferrocarril trasandino.
Se reglamentó la navegación de los ríos Paraná y Uruguay y se procedió al balizamiento de este último río. Fueron subvencionadas líneas de navegación a vapor entre Buenos Aires, Montevideo, Corrientes, Santa Fe, Paraná, Concordia y puertos intermedios. Recibió subvenciones una línea de navegación a vapor entre Santa Fe y Paraná. El ingeniero Augusto Bravard confeccionó el mapa de Entre Ríos.
Simultáneamente con esa obra constructiva para el presente y para el porvenir, hubo que reajustar los regímenes provinciales a la política constitucional del país; muchos hábitos adquiridos en los decenios caóticos de la tiranía fueron removidos o afectados; todas las provincias fueron dictando sus constituciones propias y se acomodaron a lo establecido en la Constitución nacional sometiendo los textos aprobados para su régimen interno a la consideración del Congreso federal.
El gobernador de Córdoba Mariano Fragueiro y apenas conoció el sello de Corrientes, se reunió con el ministro de Gobierno, Luis Cáceres, para apurar el trámite de dar a conocer la estampilla cordobesa. No había entonces muchos operarios capaces de grabar las piedras litográficas para imprimir y seguramente sus instrucciones verbales no las entendió bien el operario llamado para la tarea.
“El motivo central debía constituir el escudo oficial de Córdoba, cuya bandera superior cae hacia la diestra en el sentido de la agujas del reloj, lo que en heráldica significa avance y progreso. Pero un lapsus del dibujante en la piedra litográfica, la bandera señaló hacia la siniestra, lo que significa retroceso; también se omitieron los dos ríos”.
En 1858, cuando Córdoba puso en circulación su sello postal, el presidente Santiago Derqui, de la Confederación Argentina, había lanzado, a su vez, las estampillas creadas el 24 de febrero de 1858. Volvamos a lo escrito por Lotz, que aquella situación (la estampilla cordobesa) “fue aclarada debidamente para aplicarse en las rutas provinciales que no estuvieran servidas por el Correo Nacional”, aunque ambas administraciones postales estuvieron a cargo de la misma persona: Rafael Márquez. El Correo Provincial tuvo dos períodos de vida. El primero, del señor Márquez, que terminó con el decreto del gobernador Roque Ferreyra, el 2 de mayo de 1865, por falta de recursos. El segundo, se inicia el 30 de diciembre de 1869, con la administración del señor José Figueroa, hasta el 31 de mayo de 1876.