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En su testamento conocido el 23 de enero el General José de San Martín lega a Rosas el sable que lo acompaño durante toda la independencía americana. 

El 24 de enero Urquiza vence en Uruguay a Fructuoso Rivera en la batalla de Puntas del Sauce. 

Un terremoto sacude a gran parte del norte argentino abarcando desde Salta hasta Santigo del Estero.

El 5 de marzo muere en Montevideo el general Martín Rodriguez y se llega a un acuerdo con los representantes de la Casa Baring Brothers por el pago de la deuda con esa entidad financiera.

Justo Jose de Urquiza

Justo José de Urquiza

Carlos Antonio Lopez
Carlos Antonio Lopez, fue nombrado presidente del Paraguay entre 1840 y 1862. Al intentar romper el aislamiento paraguayo y modernizar la economia, chocó con Rosas. La apertura del país requería la llibre circulación por el Paraná. Rosas no sólo se negaba a reconocer este derecho, sino incluso la misma independencia de los paraguayos.

El 9 de setiembre el gobierno de Corrientes se apodera de un convoy de cuarenta barcos que se dirigían desde Buenos Aires al Paraguay. Se produce una reacción diplomática entre el presidente paraguayo Carlos Antonio Lopez el cual cerrará sus puertos a la provincia de Corrientes. El imperio de Brasil reconoce la independencia de Paraguay 

El general José M. Paz llega a Paso de los Libres en Corrientes para ponerse al mando de las tropas correntinas.

Se firma un tratado comercial entre el presidente paraguayo Carlos Antonio López y el gobierno de Corrientes

Once barcos franceses e ingleses penetran por el río Paraná tratando de abrirse paso mientras Montevideo, sitiada, comienza a transformarse, según el libro de Alejandro Dumas, en "La nueva Troya". 

Muchos argentinos participan en la milicia que defiende a esa ciudad. Entre ellos Esteban Echeverría, uno de los últimos en irse de Buenos Aires. 

Ya en Montevideo tomó el fusil y combatió hasta que una grave enfermedad pulmonar lo obligó a dejar. 

Su claridad política sigue vigente. A los emigrados que piensan "desde afuera" de la Argentina, les dice: "Es necesario desengañarse. No hay que contar con elemento alguno extranjero para derribar a Rosas. La revolución debe salir del país mismo, deben encabezarla los caudillos que se han levantado a su sombra". 

Pero estos propósitos no encuentran eco ni en la ciudad sitiada ni tampoco en Buenos Aires. Rosas sigue sólido en su poder.

En el ámbito económico que representa se produce este año un decisivo acontecimiento. 

Lancero de Rivera

Lanceró del ejercito de Fructuoso Rivera que defendía las murallas de la ciudad

Dbujo con el Sitio de Montevideo
Vista del sitio de Montevideo desde el campamento de el Cerrito

Un estanciero inglés - Ricardo Newton, precisamente - instala en su establecimiento "Los Jagüeles" de Chascomús, el primer alambrado. Los campos de la pampa mantenían hasta este año defensas naturales: plantas espinosas y enmarañadas. 

A partir de la iniciativa de Newton se produce una revolución en el régimen de propiedad de los hacendados ya que el alambrado  facilita la crianza de ganado al par que permite evitar la invasión de las tierras sembradas y las plantaciones.

Este año un nuevo hospital se agrega a los ya existentes en Buenos Aires: el inglés. La iniciativa parte del reverendo Barton Lodge. Queda establecido en las calles Caseros y Perdriel, siendo Juan Hughes el primer Presidente de la sociedad que atenderá las obras y se elige secretario a Federico Hargraves y a su primer médico: el doctor Robinson.

Una fuerte tormenta destruye algunas de las instalaciones del puerto y viviendas de negros. 

Estos viven bien "bajo el régimen" y realizan fiestas de homenaje a Juan Manuel, que los ampara. Se dedican en su mayoría al servicio de las familias y al comercio. Como son muy laboriosos pronto ganan la simpatía de sus patrones. Viven en comunidad en el barrio llamado "del tambor", al que se conoce como de Monserrat y Fidelidad. Están organizados en sociedades "por naciones", y tienen reyes y reinas que presiden sus ceremonias y fiestas, a la vez que ejercen sobre sus respectivas agrupaciones gran autoridad moral. Las principales "naciones" son: Congo, Angola, Mozambique, Muchagua, Lubolo, Quipara y Banguela, siendo la Nación Conga la más numerosa y de mayor ascendiente. Se dedican especialmente a la venta callejera. Casi todos los mazamorreros son negros y hacen su mercancía con lejía, revolviéndola con un palo de higuera. La llevan luego en grandes tachos que colocan sobre la cabeza. Acostumbran a ofrecer su mercadería al grito de "espesa, para la mesa, la mazamorra cocida".

Alejandro Dumas

Alejandro Dumas , por encargo de Montevideo escribió la novela Una nueva Troya

Mandeville
John Henry Mendeville era el representande de Gran Bretaña en la Conferación Argentina

Llama la atención además, la forma en que doña Albina Alcaraz de Castex viene luchando por superar sus dificultades domésticas. Su recuperación económica tiene que ver con unos bollitos que gustan mucho a los vecinos y cuya fórmula ella guarda celosamente. Una popularidad similar alcanzan los "dulces en caldo" que hacen las señoras de Lezica, en la calle Chile.

Pero mucho más popular se hace este año el ministro inglés Juan Mandeville. En "El Nacional" de Montevideo, se publican once cartas suyas que por su tono antirrosista produjeron desagrado entre los porteños y especial indignación en el propio Rosas. Mandeville, asiduo personaje de las tertulias oficiales, gozaba de cierta simpatía de Rosas, aunque este último dudaba de ciertos procederes del representante de Gran Bretaña. En ocasión del enfrentamiento entre Rivera y Oribe lo había hecho seguir para confirmar sospechas sobre información que Mandeville pasaba de noche a Montevideo. Sin embargo, no hizo nada por molestarlo hasta el episodio de estas cartas, que fueron la comidilla local. Nadie esperó, por el tenor de las mismas que Mandeville volviera a poner sus pies en la residencia de Palermo de San Benito. Pero lo hizo. A la media hora de estar con Rosas, éste, con el mayor desparpajo, concretó una necesidad física que el ministro inglés consideró una afrenta para la Gran Bretaña entera. Rosas, sin inmutarse se disculpó diciendo que era muy sabido - y visto por todos - la costumbre de Mandeville "de rascarse a cada momento las asentaderas" tanto en actos oficiales como privados, argumentando que él nunca puso reparo alguno "pues consideró que le picaría y tendría necesidad".

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