Nueva expedición a puertos intermedios

Después de la renuncia de San Martín al gobierno y al mando del ejército el Congreso del Perú constituyó una junta de gobierno o triunvirato bajo le presidencia del general José de La Mar, nacido en Cuenca, Ecuador, con Felipe Antonio Alvarado, hermano de Rudecindo Alvarado, y Manuel Salazar y Baquijano, conde de Vista Florida; este último había nacido en Lima.



Carta de Bolívar al gobierno de Perú

Esa Junta no tuvo apoyo popular y entró en funciones en el clima de una nueva conspiración alentada por Riva Agüero, disconforme con la actitud del Congreso.

Cuando confirmó Bolívar el alejamiento de San Martín, escribió al gobierno del Perú ofreciéndole su auxilio, el auxilio que había rehusado poco antes. Se hallaba en territorio peruano una división colombiana de 1.400 hombres (los batallones Vencedor de Boyacá, Pichincha, Yaguachi, Numancia o Voltígeros), retribución por la división auxiliar que había enviado San Martín para la campaña de Quito; estaba al mando del general Juan Paz del Castillo y ofrecía a Lima por nota de su secretario, 4.000 hombres más, si el gobierno del Perú aceptaba el nuevo refuerzo. Sugería Bolívar que la campaña se hiciese de manera dilatoria hasta que llegasen los nuevos contingentes de Colombia para obrar en combinación; en el caso de que los aliados no triunfasen, el ejército se retiraría hacia el norte para poder recibir seis a ocho mil hombres más que irían inmediatamente.

José de San Martín una día antes de retirarse del Perú integró con el diputado Manuel Salazar y Baquíjano, con el  general José de La Mar y el comerciante salteño Felipe Antonio Alvarado la llamada Suprema Junta Gubernativa del Perú que asumió el poder ejecutivo tras la partida del Libertador, y cuyo mandato se extendió del 20 de septiembre de 1822 al 27 de febrero de 1823.

Contestación del gobierno de Perú

El gobierno peruano receló ante esos ofrecimientos y contestó con cierta sequedad que haría uso en su oportunidad del auxilio ofrecido y que entretanto sólo necesitaba fusiles por su justo precio. Bolívar recibió con disgusto esa respuesta y ordenó a Paz del Castillo que no emplease la división colombiana más que en el caso que se le diesen garantías de seguridad.

El Congreso legisló sobre organización de fuerzas armadas propias y echó las bases de la constitución del nuevo Estado, que tomó el nombre de República Peruana.

Plan de Campaña de Alvarado

Aprobado el plan de campaña a cargo de Rudecindo Alvarado, se pidió a Paz del Castillo la intervención de la división colombiana, pero esa cooperación fue negada con el pretexto de no hallarse todavía listas las unidades. Álvarez de Arenales se dirigió al Congreso para que activase el alistamiento de su ejército, que debía cooperar maniobrando en la sierra. 

Las fuerzas en Lima sumaban cerca de 6.000 hombres, pero no había podido equipar más que 4.000, cifra considerada como mínima para las operaciones proyectadas. 

Se retiran las tropas de Bolivar

Se dirigió Alvarado a Paz del Castillo para completar los efectivos necesarios, pero el jefe colombiano volvió a negar su participación, siguiendo las instrucciones de Bolívar. Entonces el gobierno invitó a esas fuerzas a salir para Guayaquil, y así lo hicieron, llevando consigo el batallón Numancia o Voltígeros.

La partida de Alvarado

Alvarado abrió la campaña sin la ayuda de la división colombiana, sin la chilena que había pedido San Martín a O'Higgins, sin la argentina que debía llamar la atención sobre la frontera del Alto Perú. Además, vientos contrarios dificultaron la navegación; tan sólo llegó la expedición a Iquique, a fines de noviembre; en Iquique fue desembarcado un batallón para remontar sus efectivos y propagar la revolución en la zona, procurando enlazar con el guerrillero Lanza para combinar las acciones eventuales.

Con el grueso de sus tropas, Alvarado se dirigió a Arica y comenzó en los primeros días de diciembre a desembarcar las tropas allí.

Las Tropas realistas

El virrey La Serna, instalado en el Cuzco, tenía sus fuerzas distribuidas a lo largo de los 2.000 km desde Pasco a Potosí; entre Jauja y Huancayo disponía de 5.000 hombres al mando de Canterac; en Puno tenía una reserva de 1.000 hombres al mando de Carratalá; en Potosí, una agrupación de observación de 2.000 hombres a las órdenes de Olañeta; efectivos menores en Pisco y el valle de Ica a las órdenes del coronel Rodil; un destacamento en Arequipa al mando del general Santos M. La Hera. En total, 12.000 hombres, aunque su dispersión no permitía la reunión rápida en los lugares de peligro.

Pero la lentitud de los movimientos de Alvarado y su indecisión compensaron las desventajas del adversario, el cual pudo adoptar medidas oportunas.

Cuando el virrey fue informado de la nueva expedición a las costas meridionales, ordenó algunos desplazamientos de sus tropas; la mitad del ejército de Canterac se concentró en Cuzco y el resto, a las órdenes de Loriga, permaneció en el valle de Jauja; Carratalá y Valdés caerían sobre Arequipa y quedarían allí en observación hasta comprobar las intenciones del adversario; Olañeta se desplazaría hacia Tarapacá.

Gerónimo Valdés se adelantó con sus fuerzas hasta las alturas de Moquegua, mientras la expedición llegaba a Arica; disponía de 2.500 hombres de infantería y caballería y 4 piezas de artillería. Canterac fue designado por La Serna para dirigir las operaciones contra los patriotas; organizó una división de refuerzo con dos batallones de infantería y 4 escuadrones de caballería y se trasladó desde Cuzco a Puno y desde allí avanzó a marchas forzadas hacia Moquegua para asumir el mando de los contingentes realistas reunidos.

Valdés resolvió permanecer en Moquegua al tener noticias de la aproximación de Canterac y procuró atraer a los patriotas hacia sus posiciones. En aquellos momentos Alvarado tenía superioridad numérica, pero no se movió hasta el 24 de diciembre para ocupar Tacna y reforzar las tropas de ocupación con una división a las órdenes del general Enrique Martínez, segundo jefe de la expedición. Valdés ignoraba que las fuerzas de Tacna habían sido reforzadas y en la creencia de que no pasaban de 1.000 hombres, intentó sorprenderlas con 800 hombres y dos piezas de artillería, pero se extravió durante la noche del 31 de diciembre y fue a pasar a Calana, tres leguas al noroeste de Tacna. Supo Martínez la aproximación de Valdés y perdió un tiempo precioso en vacilaciones; Valdés simuló un ataque para encubrir su retirada y cuando Martínez decidió librar batalla, Valdés había desaparecido y regresó sin ningún contratiempo a Moquegua.

Perdida la oportunidad de batir a Valdés, Alvarado tan sólo resolvió avanzar hacia el valle de Locumba el 13 de enero, pero entretanto se aproximaba Canterac a Moquegua.

José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete

El Congreso instalado por San Martín el 20 de septiembre de 1822 asumió la suma del poder público y al día siguiente encargó el Poder Ejecutivo a un grupo de tres diputados, que se denominó la Suprema Junta Gubernativa, presidida por José de La Mar. Esta Junta se propuso atacar a los realistas concentrados en el centro y el sur peruano, organizando dos ejércitos, pero los desastres sufridos por el “Ejército del Sur” en Torata y Moquegua exacerbaron a la opinión pública que exigió la constitución de un gobierno unipersonal. Dicha situación dio origen al primer golpe militar de la historia republicana peruana. El “Ejército del Centro”, que se hallaba acantonado en el fundo Balconcillo, cerca de Lima, solicitó al Congreso la disolución de la Junta Gubernativa (26 de febrero de 1823). A este episodio la historia lo conoce como el Motín de Balconcillo. Ante la negativa del Congreso, las tropas avanzaron amenazadoramente hacia la capital. El Congreso tuvo entonces que claudicar y ordenó el cese de la Junta Gubernativa (27 de febrero de 1823). Momentáneamente tomó el poder José Bernardo de Tagle, Marqués de Torre Tagle, hasta que el Congreso eligió a Riva Agüero como Presidente de la República (28 de febrero de 1823). Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran Mariscal y dispuso que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que administraba (4 de marzo de 1823). Desde entonces todos los Presidentes del Perú han lucido dicha banda presidencial.

Batalla de Torata.

Los patriotas avanzaron desde Locumba hacia Moquegua, cayendo en la celada tramada por el enemigo. El 17 de enero de 1823 el ejército expedicionario llegó al valle del río Ilo; el 18 ocupó la villa de ese nombre y derrotó a una pequeña vanguardia de Valdés que debía retardar el avance patriota para permitir la aproximación de Canterac.

Alvarado continuó la marcha por la quebrada del río Torata y el 19 por la tarde se halló en las proximidades de la población homónima; el enemigo había ocupado posiciones en un cerro al oeste de la localidad y cerraba así el camino a Puno; era una posición ventajosa que se apoyaba por un lado en el río Torata y por el otro en una hondonada, y su frente era dominado por los fuegos realistas.

El ataque frontal era muy aventurado, pero no obstante fue ordenado por Alvarado; el avance patriota fue contenido; sólo progresó el ala izquierda por un terreno más favorable, bajo la protección de la caballería, y llegó a constituir una amenaza para el ala correspondiente de los realistas. Pero en aquel momento llegaron al lugar de la batalla las primeras unidades de Canterac y entraron en acción; el ataque del ala izquierda fue rechazado. Cuando los patriotas habían agotado las municiones entraron en fuego las otras tropas de Canterac. La derrota de las fuerzas de Alvarado fue inevitable y se replegaron en desorden, con 500 bajas entre muertos y heridos.

Los vencidos pudieron rehacerse con el apoyo de su artillería y se retiraron a Moquegua durante la noche, sin ser perseguidos por el enemigo.

Batalla de Moquegua

La columna expedicionaria se halló en Moquegua el 20 de enero. Una junta de guerra reunida para estudiar la conducta a seguir, fue informada que las municiones se habían agotado y que no existían posibilidades para resistir un ataque enemigo; algunos de los jefes aconsejaron la retirada, pero la mayoría optó por ocupar posiciones en las proximidades de la villa y resistir.

Los realistas aparecieron al día siguiente y Alvarado apenas tuvo tiempo para ocupar una posición en la margen sureste del río Moquegua, entre el cementerio de Moquegua y el caserío de Samegua. La posición era ventajosa, pues el enemigo debía atacar cruzando el río; pero no fueron ocupadas las alturas de su flanco derecho y el error fue descubierto pronto por Canterac.

Ordenó el jefe realista un ataque frontal combinado con una doble maniobra de envolvimiento y en poco tiempo obtuvo una nueva victoria; mientras la infantería atacaba de frente con el apoyo de la artillería, Gerónimo Valdés se desplazó con dos batallones y dos escuadrones hacia las alturas de Samegua para caer desde allí sobre el flanco patriota, al mismo tiempo que la caballería maniobraba por el flanco izquierdo.

Sin municiones y en un intento de resistir al arma blanca, el ala derecha patriota hizo frente a Valdés, pero no pudo resistir y se desbandó dejando 700 muertos y alrededor de 1.000 prisioneros, entre ellos 60 jefes y oficiales.

Alvarado se dirigió al puerto de Ilo, embarcó 500 dispersos y los envió a Pisco a las órdenes del general Martínez, mientras él se dirigía a Iquique en busca del batallón de Chile que había dejado allí.

Miller había sido destacado con un pequeño contingente para atraer la atención del enemigo por el flanco norte y mantuvo la alarma en toda la región de Quilca, impidiendo de ese modo que Carratalá se reuniese en el lugar de las operaciones principales, pero al enterarse del fracaso total de la expedición embarcó también para Lima.

De los 4.500 hombres de la segunda expedición a puertos intermedios solamente regresaron 1.000. Sin los elementos que había previsto San Martín, y con las dilaciones e indecisiones de los jefes al mando de la expedición, tenía que sobrevenir el desastre.

Repercusión política de la derrota

El fracaso de la expedición de Alvarado conmovió la política interna del Perú; el ejército de Álvarez de Arenales, reunido en Miraflores, no había podido obtener los elementos indispensables para cooperar en la campaña de Alvarado; se quiso que Álvarez de Arenales encabezase un movimiento para derrocar al gobierno, pero éste no quiso mezclarse en motines, presentó su renuncia al mando y se alejó del Perú. 

Golpe de Estado

En cambio, los generales Andrés de Santa Cruz y Enrique Martínez se pusieron al frente de las tropas y el 26 de febrero exigieron al Congreso el nombramiento de Riva Agüero como presidente de la República. El Congreso acató la intimación de las tropas y pocos días después el nuevo mandatario fue designado también gran mariscal del Perú.

En cambio, los generales Andrés de Santa Cruz y Enrique Martínez se pusieron al frente de las tropas y el 26 de febrero exigieron al Congreso el nombramiento de Riva Agüero como presidente de la República. El Congreso acató la intimación de las tropas y pocos días después el nuevo mandatario fue designado también gran mariscal del Perú.

Riva Agüero reorganizó las fuerzas militares, nombró a Santa Cruz general en jefe de las mismas, y dejó el mando de las unidades del ejército de los Andes y Chile al general Enrique Martínez. Ofició luego a Bolívar aceptando el ofrecimiento que había hecho el año anterior, y firmó con él un tratado por el cual Colombia se comprometía a concurrir con 6.000 hombres a la guerra del Perú contra los realistas; también se dirigió al gobierno de Chile, que le prometió 2.000 hombres; y San Martín, en Mendoza, incitó a la organización y preparación de la división ofrecida por Pérez de Urdininea.

En cumplimiento del convenio celebrado, la primera división colombiana, de 3.000 hombres, llegó al Callao a mediados de abril de 1823; Bolívar se obligaba a concurrir, en breve, con el resto de las fuerzas prometidas.