La independencia de la ciudad de Guayaquil fue un proceso independentista que tuvo lugar el 9 de octubre de 1820, con el propósito de romper los lazos coloniales que existían entre el territorio de la Provincia de Guayaquil y el Imperio español, y que dio paso al surgimiento de la Provincia Libre de Guayaquil.
Por aquellos días llegaron a San Martín las primeras noticias de la sublevación que se había producido en Guayaquil el 9 de octubre.
Guayaquil integraba la capitanía general de Quito, que a su vez, dependía del virreinato de Nueva Granada, pero por su ubicación sobre el Pacifico estaba subordinada a las autoridades de Lima. Las victorias de Bolívar, por un lado, y la presencia de San Martín en las costas peruanas, por otro, alentaron a los patriotas guayaquileños, que sublevaron el batallón de granaderos de reserva enviado desde Cuzco y se impusieron sin mayor oposición a los realistas. La provincia se declaró luego independiente y constituyó una junta de gobierno bajo la presidencia del poeta José Joaquín Olmedo, que se puso de inmediato bajo la protección del ejército libertador del Perú.
Guayaquil significó, por su posición entre los virreinatos del Perú y Nueva Granada —su población pugnaba en parte por la anexión a los revolucionarios del norte y en parte a los del sur—, un germen de discordia y de disgusto que traducen las decisiones de Bolívar, por un lado, y la actitud de San Martín, por el otro.
La independencia de Guayaquil marcó el comienzo de la guerra de independencia de la Real Audiencia de Quito como parte de las guerras emancipadoras de Hispanoamérica. Entre los factores más influyentes para su desencadenamiento se puede determinar la voluntad de los criollos, los cuales poseían un alto estatus social y económico, de obtener el poder político.
Cuando Sucre llegó a Guayaquil, ecuatorianos de las regiones Interandina y Litoral, granadinos de Venezuela, Colombia y españoles adeptos a la causa conformaron el ejército libertador.