Campaña del general Paz

Después de ocho años de cautiverio en Santa Fe y en Luján, el general Paz recuperó la libertad y poco más tarde huyó a Montevideo, de donde pasó a Corrientes.




La liberación

Prisionero el general Paz el 10 de mayo de 1831,  Estanislao López no respondió a las incitaciones de Rosas para que lo ejecutase; por suerte para el caído, todavía no había impuesto el gobernador de Buenos Aires a las provincias la entrega de los delincuentes políticos a su discreción.

En respuesta a una carta de López, Rosas respondió:

 "Si hemos de afianzar la paz de la República, si hemos de dar respetabilidad a las leyes y a las fuerzas legítimamente constituidas, si hemos de restablecer la moral pública y reparar las quiebras que ha sufrido nuestra opinión entre las naciones extranjeras, en una palabra, si hemos de tener patria, es necesario que el general Paz muera"...

En torno al destino de Paz hubo una serie de cartas entre López y Rosas: el primero sugirió que se recabase el pronunciamiento de todos los gobiernos confederados y propuso a Rosas que redactase la nota que habría de enviarse a los gobernadores, pero el gobernador de Buenos Aires, que sostenía privadamente en su trato con López que Paz debía morir, no quería aparecer públicamente como instigador de su ejecución y dejó la resolución al gobierno de Santa Fe.

 "El destino del general Paz debía ser el de la última pena. Si nuestra opinión hasta este punto se encuentra muy de acuerdo, creo que también debe estarlo en que no es al gobierno de Buenos Aires a quien pertenece promulgar la decisión de vida o muerte del general Paz"...

El asunto fue postergado; la circular a los gobernadores fue remitida por López el 8 de octubre de 1832 y algunos respondieron, pero no se volvió a hablar del prisionero y así se salvó. 

En setiembre de 1835 fue enviado a la provincia de Buenos Aires y confinado en Luján. 

Rosas ordenó que fuese excarcelado el 15 de abril de 1839 y le dio la ciudad de Buenos Aires por cárcel; imaginando que podría llegar a contar con sus servicios, lo inscribió en la plana mayor activa del ejército con el grado de general.

Paz buscaba la oportunidad para huir y lo hizo el 3 de abril de 1840. Dos días después se hallaba en Colonia. Rivera lo invitó a llegar a su cuartel general en San José, donde se encontró con el presidente uruguayo y con José Isasa, este último ministro de Pedro Ferré en Corrientes.

Ferré lo invitó a trasladarse a Corrientes y en vísperas de la batalla de Sauce Grande se hallaba en Punta Gorda; el 18 de julio se entrevistó con Lavalle, que trató de disuadirlo, pero acabó por dar pasaporte a algunos oficiales para que lo acompañasen. Tenía entonces Paz cincuenta arios y los largos arios de prisión no habían mermado sus energías ni su capacidad militar.

Jose María Paz

Organización del ejercito correntino

Ferré hizo todo lo que estuvo a su alcance para co­operar con Paz, dentro de las exiguas posi­bilidades de la provincia, y logró formar un ejército de tres mil hombres, reforzado por algunos contingentes de la malograda ex­pedición de Lavalle. El general Paz, táctico y organizador, consiguió un triunfo que se creía imposible. Tras atraer al caudillo entrerriano Echagüe a un terrero favorable para sus planes, lo derrotó en Caagazú el 28 de noviembre de 1841. 

Batalla de Caagazú

Tras saberse de la derrota de Lavalle en la batalla de Famaillá, Echagüe avanzó hacia el norte. Por su parte, Paz acababa de engrosar su ejército con unos cuantos huidos de las fuerzas de Lavalle, y Ferré firmó una alianza con el gobernador de Santa Fe, brigadier Juan Pablo López.
Durante varias semanas, Echagüe se mantuvo en el sur de la provincia, llegando al río Corriente y esperando la oportunidad de atacar con ventajas. Paz no se las dio, y entonces cruzó el río Corrientes por el paso de Caaguazú.
Al iniciarse la batalla, Echagüe contaba con 5.000 hombres (1.000 de ellos infantes) y 12 piezas de artillería, al mando del coronel Servando Gómez y otros jefes experimentados. No contaba, sin embargo, con el mejor de sus generales, brigadier Justo José de Urquiza. Las fuerzas de Paz, de 3.000 hombres, eran mandadas por oficiales mucho menos capaces, entre los cuales el único que había luchado en las guerras de independencia era el coronel Indalecio Chenaut. Entre los jefes correntinos se destacarían más tarde los futuros gobernadores, tenientes coroneles Joaquín Madariaga y Benjamín Virasoro.

Fuga de Paz a Montevideo

Paz fue liberado luego de 8 años de presion en abril de 1839 , estaba bajo el regimen de «libertad vigilada» en Buenos Aires, bajo juramento de mantenerse apartado de la oposición a Rosas. Rosas intentó evitar que Paz regresase a sus actividades militares, para lo que le ofrece una misión diplomática en el exterior, pero Paz rechazó la propuesta , al vera las represalias que ocurrieron tras la derrota de la rebelión de Libres del Sur le hicieron temer por la vida de su esposa e hijos. Desde Buenos Aires se fugó a Montevideo el 3 de abril de 1840.

Paz esperó el ataque en una posición aparentemente débil: su caballería del ala izquierda se retiró al primer ataque de las fuerzas de Gómez, y fueron perseguidos varios miles de metros. Pero a medida que iban avanzando, se iban encerrando entre el río Corrientes y un estero, desde las orillas de las cuales eran tiroteados por los infantes correntinos. Al llegar al fondo, se encontraron con la artillería y la infantería concentradas, que los destrozaron; tuvieron que retirarse, y en el camino fueron nuevamente diezmados por la infantería de ambos costados.

Sólo después se inició el ataque de la caballería correntina del ala derecha, al mando del general Manuel Ramírez, que, reforzada por la caballería del ala izquierda y la reserva, arrastró a las desmoralizadas fuerzas entrerrianas que tenía al frente. La persecución a la caballería federal arrastró a Echagüe, que estuvo a punto de ser muerto. Y la infantería, privada de protección, tuvo que emprender la retirada; pero varias leguas más adelante, agotados por la sed, los infantes se rindieron. La artillería del coronel Juan Bautista Thorne fue la que hizo el mejor papel en el bando federal, pero tuvieron que rendirse con los infantes.

El ejército correntino tuvo 53 muertos, mientras los entrerrianos perdieron 800 muertos y 1.000 prisioneros, además de toda la artillería, el parque y casi toda las armas de infantería.

Pascual Echagüe dejó en el campo de batalla 1.356 muertos y heridos, 800 prisioneros (más de 40 jefes y oficiales), toda su artillería (9 cañones) y el parque.

Después de la derrota y la liquidación de sus tropas, Echagüe corrió a Buenos Aires para dar explicaciones a Rosas. 

batalla de Caaguazú

La batalla de Caaguazú fue un combate  que ocurrio el 28 de noviembre de 1841 , entre las fuerzas de Entre Ríos, al mando de brigadier Pascual Echagüe y las de la provincia de Corrientes, dirigidas por el brigadier José María Paz, que significó una tremenda derrota del partido federal.

Elección de Urquiza como gobernador

La Sala de Representantes de Entre Ríos no lo reeligió y designó, en cambio, gobernador de la provincia, el 15 de noviembre de 1841, a Justo José de Urquiza. 

El general Paz, alentado por el triunfo de Caagazú, proyectaba cruzar el río Paraná para atacar al ejército de Oribe, que regresaba de Tucumán; pero Ferré, disconforme con los propósitos de Paz, retiró los cuerpos correntinos. 

Entonces, el general Paz, gobernador de Entre Ríos por poco tiempo a raíz de la huida del gobernador delegado Vicente Zapata, delegó el mando en el coronel Pedro Seguí y pasó a la Banda Oriental.

Fructuoso Rivera, que se había mantenido a la expectativa, cruzó el río Uruguay y consiguió que Ferré le entregase sus tropas. Oribe, vuelto del norte, se dispuso a atacarlo. Rivera contaba con 8.000 hombres, de los cuales 5.500 eran de caballería, 2.000 de infantería y 16 piezas de artillería. El ejército de Oribe disponía de cien mil hombres: el ala derecha al mando de Urquiza, el centro al de Pacheco, el ala izquierda al del coronel José María Flores, una columna flanqueadora co-mandada por Servando Gómez y fuerzas de reserva.

Los dos jefes orientales chocaron en Arroyo Grande el 6 de diciembre de 1842.

Ésta fue una de las mayores batallas libradas en la lucha contra Rosas y, a pesar de haber sido muy reñida, no tardó en decidirse en favor de los federales, más disciplinados y experimentados. Rivera huyó del campo de batalla y la mayor parte de sus hombres fue exterminada. Ferré buscó refugio en el Paraguay, y otros jefes y oficiales se dirigieron a territorio brasileño. Más de cuatrocientos prisioneros fueron degollados por los federales.

A Paz se le encargó la misión de organizar la defensa de la ciudad de Montevideo y lo hizo con su rapidez y acierto característicos.

Justo Jose de Urquiza

El 15 de diciembre de 1841, la legislatura eligió gobernador a Justo José de Urquiza. No dejaría el poder en la provincia hasta su muerte, casi treinta años más tarde. Fue gobernador durante 18 años, a lo que hay que sumar seis años de federalización de la provincia bajo su propia presidencia, y cuatro de un empleado suyo. En total, 28 años; más que Rosas en Buenos Aires.

El sitio de Montevideo

Después de la batalla de Arroyo Grande, el ejército de Oribe quedó integrado por unos doce mil hombres, casi todos argentinos, y con esta fuerza avanzó lentamente sobre Montevideo. A fines de 1842, Rosas se podía considerar vencedor en toda la línea, dueño virtual del país y árbitro decisivo en todo lo referente a la Banda Oriental.

Oribe, titulándose «presidente constitucional de Uruguay» y aliado de Rosas, comenzó el sitio de Montevideo el 16 de febrero de 1843. Al parecer, iba a ser una acción rápida y decisiva, que derivaría en la total derrota de los unitarios y de la oposición de Rosas en el Río de la Plata.

El primer año de sitio había en la capital del estado oriental 31.190 habitantes, de los cuales 2.553 eran argentinos, 4.200 italianos, entre los que se encontraba Garibaldi, y numerosos franceses. Garibaldi fue autorizado el 10 de abril de 1843 a formar la Legión Italiana (3 batallones); se creó la Legión Francesa al mando del coronel Thiébant, y una Legión Argentina integrada por emigrados.

Un ejército argentino al mando de un jefe oriental comenzó el asedio a la ciudad; un jefe argentino, Paz, organizó su defensa, y otro argentino, Urquiza, levantó el sitio. La Nueva Troya, como fue llamada la ciudad por Alejandro Dumas, constituyó un verdadero milagro de resistencia y de tenacidad.

El sitio se prolongó desde febrero de 1843 hasta octubre de 1851: fue el poco común asedio de una ciudad amurallada desde la época hispana, pero con su perímetro artiliado, y que poseía más habitantes de origen extranjero que nativo.

Al retirarse de Entre Ríos por disconformidad con Ferré y Rivera, el general Paz se dirigió a Paysandú; allí permaneció hasta fines de octubre y llegó a Montevideo poco antes de las primeras noticias sobre el desastre de Rivera en Arroyo Grande. La ciudad se sintió presa del pánico; Oribe había fusilado y degollado a vencidos y prisioneros a lo largo de su campaña contra Lavalle y en la acción última contra Rivera. Entonces, el 12 de diciembre de 1842, pidieron al general Paz su colaboración para defender la ciudad.

El general Paz aceptó pensando en lo que podría representar para la lucha futura contra Rosas la probable caída de la plaza amenazada y la dispersión de los refugiados. En todas sus manifestaciones hizo notar su condición de argentino; ya con anterioridad había escrito que la «revolución argentina no debía salir de manos argentinas». Pero la defensa de Montevideo era para él una fase de la lucha contra la dictadura de Rosas.

A pesar de las abrumadoras dificultades que debió enfrentar, sesenta días después de haberse hecho cargo de la defensa de la plaza, el 18 de febrero de 1843, cuando la vanguardia de Oribe llegó al Cerrito, Montevideo era ya inexpugnable por las murallas, bastiones y trincheras construidos.

Rivera recibió con disgusto el nombramiento de Paz y hubiera deseado destituirlo, pero los prohombres de la plaza sitiada lo disuadieron. Santiago Vázquez y Melchor Pacheco y Obes se incorporaron al gobierno y, si no pudo Rivera imponer que Paz fuese dado de baja, logró que su cargo fuese el de comandante general de armas de la plaza. No le fueron ahorradas a Paz vejaciones por parte de Rivera, pero el 4 de febrero de 1843 éste salió de la ciudad para operar en la campaña, y Montevideo tuvo que afrontar la extrema penuria de recursos del gobierno.

Marcha de Paz a Corrientes

Paz estuvo diecisiete meses al frente de la defensa, período en el cual hubo muchas acciones bélicas, guerrillas, escaramuzas, la conspiración de Alderete y una tentativa de toma de la ciudad por sorpresa, frustrada a tiempo. Presentó su renuncia al mando en febrero de 1844, y no se le aceptó; pero el 3 de julio, a incitación de los hermanos Madariaga, se embarcó para Río de Janeiro con la intención de llegar a Corrientes.

Montevideo fue el principal foco de la prédica contra Rosas, con mayor influencia que los de Chile y Bolivia. Salvo el Facundo de Sarmiento, escrito en Chile, fue en Montevideo donde se publicaron los más importantes libros en prosa y en verso, los ensayos, las novelas y los periódicos que llevaron a la atención del país y del mundo la imagen que esos hombres tenían del régimen de Rosas. Allí se publicaron escritos de Florencio Varela, Vicente Fidel López, Bartolomé Mitre, Valentín Alsina, Juan Cruz Varela, José Mármol y Rivera Indarte.

Pedro Dionisio Cabral, gobernador federal de Corrientes, era constantemente hostigado por los correntinos refugiados en Paraguay y en Río Grande del Sur. A fines de marzo de 1843 una fuerza de 108 hombres, entre jefes, oficiales y soldados, con Joaquín Madariaga al frente, cruzó el río Uruguay por la barra de Tapitaoca y se internó en territorio correntino en dirección a Curuzú Cuatiá, pronunciándose contra el régimen de Rosas. El gobernador Cabral fue depuesto y Joaquín Madariaga se instaló en el poder.

No fue fácil el viaje de Paz a Corrientes; Tomás Guido, representante de Rosas en Río de Janeiro, vigilaba sus pasos, y sólo pudo llegar sorteando grandes peligros.

Paz había obtenido el mando en Corrientes, pero, por desinteligencias con Madariaga, le fueron retirados la administración y el mando de las tropas correntinas. El Congreso revisó las medidas del gobernador, pero las relaciones entre ambos quedaron interrumpidas, aunque después de algunas explicaciones se llegó a ciertos acuerdos.

Urquiza había vencido definitivamente a Rivera el 27 de marzo de 1845 en India Muerta. En esta batalla, Urquiza mandó degollar a cientos de prisioneros, con singular ferocidad. Era de esperar que, libre de enemigos el territorio oriental, no tardaría en avanzar sobre Corrientes.

Alejamiento de Paz

El general Paz desconfiaba de Madariaga y temía que le ocurriese algo similar a lo que le había sucedido con Pedro Ferré; también se mostraba receloso con respecto a los planes de Urquiza. Además, rotas las relaciones con el gobernador correntino, no sacó ventaja de la situación favorable que pudo ofrecérsele al alejarse Urquiza de la provincia. Retardó la iniciación de una campaña hasta que se produjese un cambio político que le garantizase la libertad de acción. Culminaba el período para el cual había sido electo Madariaga. En el Congreso se gestó un movimiento encabezado por Santiago Derqui para que éste no fuese reelegido. Paz se vio envuelto en el movimiento, y el gobernador delegado, J. Baltasar Acosta, lo suspendió en el mando del ejército.

Después de haber permanecido en Paraguay durante diez meses, hacia donde partió al ser destituido en abril de 1846, se dirigió a Río de Janeiro acompañado por el coronel Hornos, terminando de este modo el período más amargo de su carrera militar.