Campaña de Urquiza

Justo José de Urquiza es electo gobernador por la legislatura el 15 de diciembre de 1841, Urquiza no dejaría el poder en la provincia hasta su muerte, casi treinta años más tarde. Fue gobernador durante 18 años, a lo que hay que sumar seis años de federalización de la provincia bajo su propia presidencia, y cuatro de un empleado suyo.

Primeros pasos como gobernador

El momento de asumir la gobernación de Entre Ríos era muy delicada para Urquiza la situación era José María Paz ocupaba Paraná y Rivera Concepción del Uruguay.
Ni bien asumió la gobernación delegó el mando en Vicente Zapata, y abandonó la capital retirándose a la isla del Tonelero, un lugar protegido por pantanos y arroyos, en donde se puso a organizar un ejército con miles de voluntarios entrerrianos, a quienes formó militarmente. Entre ellos estaba un joven, hijo de un viejo general que estaba prisionero de Rosas por unitario: era Ricardo López Jordán. Durante un corto período se trasladó a la provincia de Buenos Aires.

Paz como gobernador de Entre Ríos

Paz se hizo elegir gobernador derrocando a Zapata a cargo de la gobernación en ausencia de Urquiza, pero la falta de ayuda del gobernador correntino Pedro Ferré lo obligaron a Paz a ir en busca de Rivera, cruzando de esta manera la provincia, en el trayecto del viaje Paz perdió casi todo su ejército engrosar el de Urquiza.

Nuevamente Urquiza gobernador

Al retorno de Urquiza este ocupó Paraná sin oposición, y enseguida inició la campaña en el interior de la provincia.
Manuel Oribe regresaba desde el norte, donde había derrotado a Lavalle, y atacó al gobernador santafesino Juan Pablo López (que se había pasado de bando), derrotándolo con facilidad. Echagüe se hizo cargo del gobierno santafesino y Oribe cruzó el Paraná, siguiendo su marcha hacia el Uruguay.
Urquiza se unió a Oribe y juntos avanzaron hacia el río Uruguay, cerca del cual derrotaron completamente a sus enemigos en la batalla de Arroyo Grande.

Justo José de Urquiza

Batalla de Arroyo Grande

El ejército aliado colorado-unitario estaba formado por más de 7.500 hombres (2.000 infantes y 5.500 jinetes), orientales en su mayoría y 16 piezas de artillería (14 cañones y 2 obuses).
Sus soldados provenían en su mayoría de las provincias argentinas de Corrientes (2.500-3.100 hombres),10 Santa Fe (1.000) y Entre Ríos (1.500).
A los que se sumaban cerca de 2.000 orientales , su jefe de estado mayor era el coronel Elías Galván.
Por su parte, el ejército de Oribe estaba compuesto por 9.000 hombres (2.500 infantes, porteños en su mayoría, 6.500 jinetes porteños y entrerrianos) y 18 piezas de artillería, de estos unos mil eran orientales,
La artillería de Rivera era ligeramente superior en número, pero caería rápidamente en manos enemigas.
La caballería de Oribe era bastante más numerosa, mientras su infantería era casi el doble de la enemiga. El jefe de estado mayor de Oribe era su sobrino, coronel Francisco Lasala, quien reemplazaba al coronel mayor Eugenio Garzón, que se había separado del ejército por desavenencias con el general en jefe.
Una anécdota, mencionada por Adolfo Saldías, relata que Rosas engañó al ministro inglés Mandeville, convenciéndolo de que su ejército estaba inmovilizado por falta de caballos. El ministro se lo avisó en secreto a Rivera, cosa que Rosas esperaba, y por eso el presidente oriental estaba desprevenido cuando le avisaron que el ejército de Oribe estaba a una hora de marcha de su campamento. Otros autores niegan el episodio, posiblemente contado a Saldías por un testigo presencial, tal vez alguno de los edecanes de Rosas.

batalla de Arroyo Grande

La batalla de Arroyo Grande ocurrio el 6 de diciembre de 1842 fue uno de los combates más grandes e importantes en las guerra civil . Fue una victoria del ejército federal porteño-entrerriano, dirigido por el expresidente uruguayo, brigadier Manuel Oribe, sobre una alianza de colorados uruguayos y unitarios argentinos (porteños emigrados, correntinos y santafesinos), dirigidos por el presidente de ese país, brigadier Fructuoso Rivera. Esta batalla terminó una de las más violentas guerras civiles en la Argentina, y comenzó la llamada Guerra Grande en el Uruguay.


Tal vez por la falsa información de Mendeville, Rivera eligió mal el campo de batalla. En las condiciones en que iba a luchar, debería haber anulado la diferencia numérica eligiendo un campo estrecho. Pero eligió un área bien abierta, donde la caballería pudiera maniobrar. Por otro lado, tuvo que luchar prácticamente con el río Uruguay a su espalda, ya que el gobernador Ferré había prohibido a sus fuerzas cruzarlo hacia el Uruguay, donde Rivera hubiera tenido amplias ventajas.
Otro de sus errores fue dejar como reserva a la caballería correntina, la única que mantenía alta la moral, ensoberbecida después de Caaguazú.
En la mañana del 6 de septiembre, la caballería de Rivera se lanzó al ataque, siendo inmediatamente contenida por la artillería e infantería federales. El extremo derecho de la caballería federal, al mando del coronel Ignacio Oribe (hermano del general en jefe), rodeó a los unitarios que tenía enfrente, al mando del general Juan Pablo López, y apoyó el ataque del ala derecha federal, compuesta por las fuerzas entrerrianas del general Urquiza, gobernador de la provincia. 
Tras algunas indecisiones, el gobernador entrerriano logró llevar de nuevo sus hombres al ataque. En sus filas figuraban los futuros generales Miguel Galarza, José Miguel Galán y Ricardo López Jordán.

Jose María PAz

Al mismo tiempo, la extrema izquierda federal, mandada por el coronel Servando Gómez, apoyó el avance del ala izquierda, mandada por el coronel José María Flores, contra las fuerzas orientales del coronel Pedro Mendoza. Si bien la caballería unitaria de este lado logró hacer retroceder a los federales, la herida y posterior muerte de Mendoza desorientó a sus hombres, que abandonaron el campo de batalla. En las filas de Flores estaban los coroneles porteños Cayetano Laprida, Vicente González, Nicolás Granada y el futuro caudillo federal Juan de Dios Videla.
Si bien la caballería federal logró ventajas evidentes, fue el centro el que decidió la batalla. La infantería del general Ángel Pacheco atacó a la artillería oriental, mandado por el coronel Santiago Lavandera (sobrino de Rivera) y dividida en dos fracciones, al mando de los coroneles unitarios Martiniano Chilavert y José María Pirán. Las divisiones federales de los coroneles Mariano Maza, Pedro Ramos, Jerónimo Costa, Cesáreo Domínguez y Marcos Rincón avanzaron hasta los cañones a paso rápido y desplazaron a los artilleros. Este ataque estuvo apoyado por la artillería del coronel Juan Bautista Thorne y del teniente coronel José María Francia.

Batalla de India Muerta

La Batalla de India Muerta, librada el 27 de marzo de 1845 junto al arroyo de ese nombre en el actual departamento de Rocha, Uruguay, fue uno de los hechos de armas más significativos de la llamada Guerra Grande y tuvo como resultado el triunfo de los partidarios del presidente blanco Manuel Oribe y la derrota definitiva del caudillo colorado Fructuoso Rivera.

La reserva unitaria, formada por los correntinos del general Ramírez “chico”, tuvo que lanzarse a la lucha muy temprano para defender las posiciones de las alas de caballería, por lo que no pudo ser utilizada más tarde. La reserva federal, en cambio, al mando del coronel Manuel Urdinarrain, tuvo la oportunidad de apoyar alternativamente a Urquiza y a Gómez.
La infantería y artillería de Rivera, separadas de las alas de caballería, se retiraron lentamente, perdiendo en su marcha varios oficiales, como los coroneles Francisco Sayós, Joaquín de Vedia, Bernardo Henestrosa y Nicolás Tedeschi, quien se suicidó para no rendirse. Los vencidos tuvieron 2.000 muertos y 1.400 prisioneros, perdiendo, además, la artillería, la munición y 24.000 caballos.
Toda la artillería y la infantería cayeron en poder del enemigo; los oficiales, y se dice que incluso los cabos y sargentos, fueron ejecutados, mientras los soldados se incorporaron al ejército de Oribe. En particular, los blancos uruguayos se ensañaron con los colorados, ya que los consideraban traidores por haber derrocado al gobierno legal con ayuda extranjera. Las bajas de los federales sumaron 300 entre muertos y heridos.
La caballería vencida, en cambio, logró retirarse sin demasiadas pérdidas. Por supuesto, se dividió entre los orientales (y los santafesinos de López), que cruzaron el río hacia Montevideo, y los correntinos que regresaron a su provincia. En el mando de los primeros se destacaron los coroneles Anacleto Medina y Manuel Olazábal, que reorganizaron relativamente las fuerzas.
El gobernador Urquiza apoyó el cruce del río por Oribe y luego se lanzó, al frente de 1.200 hombres, sobre Corrientes. La caballería correntina no atinó a ofrecer una resistencia eficaz, y muchos de sus jefes huyeron al Brasil o se pasaron a las fuerzas de Urquiza. Ferré abandonó el país hacia Paraguay, y como acababa de terminar su período de gobierno, fue elegido en su lugar Pedro Cabral, jefe del partido federal.


Juan Madariaga

Juan Madariaga en batalla de Laguna Limpia, fue completamente derrotado y tomado prisionero de Urquiza , el caudillo entrerriano puso en libertad a Juan Madariaga y lo envió a su hermano con una propuesta de paz. El general Paz pensó que iba a ser traicionado e intentó derrocar al gobernador; pero fracasó y terminó exiliado en Paraguay.

Después de Arroyo Grande

En Corrientes, una reacción dirigida por Joaquín y Juan Madariaga tomó el poder y expulsó federales y enseguida atacaron Entre Ríos; la defensa quedó a cargo del general uruguayo Eugenio Garzón, mientras una rebelión en el interior de la provincia costaba la muerte de Cipriano de Urquiza. Los correntinos evacuaron Entre Ríos, y Urquiza pudo seguir sus campañas en el Uruguay; allí derrotó en forma definitiva a a Rivera  en. India muerta el  27 de marzo de 1845.

Batalla de India Muerta

Rosas, decidido a destruir a Rivera, apoya al general Oribe con un cuerpo expedicionario de 4.000 entrerrianos al mando del general Justo José de Urquiza. Por su parte, Rivera envía al comandante Doroteo Pérez a Montevideo con la finalidad de pedir tropas de infantería para la batalla decisiva. Por otro lado, deja acampando el grueso de su ejército en las costas del arroyo Alférez, mientras que Frutos, junto a 500 tiradores y 500 lanceros, va rumbo a Minas para atraer a Urquiza a un terreno más apropiado a sus tropas para el combate, contando siempre con la infantería que llegaría de la capital. Para recibir dichos contingentes, se comisionó al general Medina y al coronel Olavaria, quienes acompañados por el capitán Gregorio Suárez, se dirigieron a la Isla de La Paloma, donde obtuvieron municiones e información: los franceses Neirac y Bihoul, dueños de una ballenera que provenía de Montevideo, les proveen de municiones y les informan que el Gobierno planificaba el envió de las tropas solicitadas. El jefe del Estado Mayor General, José Antonio Costa envía un parte a Rivera manifestándole sus dudas acerca de la llegada a tiempo de los recursos solicitados al Gobierno de la Defensa.

Benjamin Virasoro

Benjamin Virasoro participó en la invasión de Urquiza a Corrientes en 1845, combatiendo en la batalla de Laguna Limpia, e interviniendo en las negociaciones que llevaron al Tratado de Alcaraz. En la segunda campaña de Urquiza a su provincia dirigió una de las alas de caballería en la definitiva victoria de Potrero de Vences, al frente de numerosos exiliados correntinos. Se dijo que éstos causaron muchos de los asesinatos de prisioneros que siguieron a la batalla.El 1.º de mayo se produjo el Pronunciamiento de Urquiza, que se rebeló contra Rosas. Virasoro firmó con el entrerriano un tratado de alianza y colaboró con él en su invasión a Uruguay. Participó como jefe de estado mayor en la batalla de Caseros, que significó el final de la época de Rosas.

Más allá del espíritu combativo de la tropa riversita, la realidad era que se hallaban casi sin armas, mal vestidos y cansados. La falta de armamento y la imposibilidad de recibirlo antes de la batalla motivó que muchos soldados, no teniendo otra cosa que cuchillos, facones y tijeras de tusar, se ocuparan de cortar varas de sauce para confeccionar lanzas con ellas.

El ejército de Rivera se pone en movimiento rumbo al arroyo de India Muerta. El 25 de marzo se recibe el último parte del comandante Vega: acababa de incorporarse al ejército de Urquiza la fuerza que marchaba a retaguardia, a las órdenes de los coroneles Francia y Basabilbaso, compuesto de infantería y varios cuerpos de caballería, con lo que en total sumaban 6.000 hombres

A las 21:00 del 26 de marzo de 1845 se realiza una segunda junta de Jefes, donde reiteran su voluntad de dar batalla. Antes de aclarar el 27, cuando se mandó ensillar, corrían entre las filas riveritas, con una proclama.

“A formar, muchachos, que al que le toque macho este día que se haga delgao y a lo hecho pecho: sacrificarse por la Patria, que la vida no es para negocio.”

Todas las divisiones pasaron parte sin novedad, procediéndose a formar en línea de batalla. Acorde a los accidentes de terreno, Rivera formó su línea en figura de martillo, quedando a su espalda en arroyo de India Muerta. La línea estaba compuesta por los siguientes cuerpos: el cuerpo derecho al mando de Luciano Blanco, el centro al mando del coronel Manuel Ferré como primer jefe y el coronel Juan Mendoza como segundo y el cuerpo izquierdo al mando del coronel Fortunato Silva y el coronel José María Luna.

El dispositivo del general Urquiza se componía de tres alas y daba la espalda al arroyo Sarandí. El ala derecha al mando del coronel Urdinarrian, formada básicamente por efectivos de la 1ª División Entrerriana; el centro lo formaban la infantería y artillería al mando del mayor José María Francia; y el ala izquierda, al mando del coronel Miguel Galarza, estaba formada por escuadrones de orientales de la División Muñoz, y escuadrones entrerrianos de la 3ª División Entrerriana. Finalmente, la reserva estaban al mando del teniente coronel Lucas Piriz, formando parte de esta, el coronel Leonardo Olivera.

Al encontrarse frente a frente las dos líneas, el general Rivera ordena esperar y dispuso que se prestase menos atención a la Infantería enemiga, procurando no descuidar la caballería. La función del cuerpo central era concurrir con Escuadrones a reforzar donde fuere necesario. A una señal se dispararon los 9 cartuchos de pieza calibre 4 sobre la infantería a cargo del coronel Francia, destrozando a 6 o 7 filas de Urquiza.

Como en un espejo, el cuerpo derecho del dispositivo del ejército de Rivera se estrechaba contra la izquierda del dispositivo de Urquiza. Este momento produjo serias bajas en las fuerzas riveristas, por el fuego de la Infantería del coronel Basabilbaso, obligando al coronel Blanco a replegarse, apoyado por los Escuadrones del Centro, posibilitando volver a la carga.

Mientras tanto, el jefe de la derecha enemiga observa esta maniobra de apoyo al coronel Blanco, y cruzando rápidamente la vertiente que tenía adelante, cargo sobre el cuerpo izquierdo al mando del coronel Silva. El jefe del Estado Mayor General Rivera advierte la maniobra y hace alertar al coronel Silva que iba a ser tomado de flanco y que el coronel Bernardino Báez, reserva del cuerpo izquierdo, actuara en consecuencia. Algo inexplicable sucedió. El cuerpo izquierdo se había invertido. El coronel Silva debía estar a la cabeza del cuerpo y el coronel Luna en el extremo. Cuando se dio aviso de arremetida del cuerpo derecho de Urquiza, el dispositivo se movilizaba en forma confusa. Frente a la situación de desventaja para el ejército riverista, el coronel Luna y los comandantes Timoteo Domínguez e Isaurraga envían sus tiradores a doblegar a dos escuadrones de lanceros a tiro y sable.
El cuerpo izquierdo estaba prácticamente perdido. El general Rivera se debatía en el cuerpo derecho, donde estuvo a punto de perder la vida, si no es por la oportuna intervención de los coroneles Blanco, Aguilar, Centurión y otros. Como para acelerar su triunfo, el general Urquiza emplea su escolta y junto con las Infanterías de Francia y Basabilbaso, se lanzan al campo para decidir la victoria. El Ejército de Rivera tuvo qué emprender la retirada cruzando el arroyo de India Muerta, bajo una lluvia de boleadoras. 
La batalla duró dos horas y quedaron en el campo 400 cadáveres y 500 prisioneros del Ejército de Rivera. Se dice que Urquiza hizo degollar a esos prisioneros e inclusive escribió un papel que hizo colgar de un mangrullo, con esta inscripción: El qué entierre uno de estos será degollado.
El general Rivera y su gente emigraron por el Paso de las Piedras del Yaguarón. Rivera pide asilo en Brasil y se embarca en un velero rumbo a San Sebastián de Río de Janeiro.

El gobierno de Urquiza

Su gobierno fue paternalista, en el sentido de que gobernó sin consultar al pueblo, pero en beneficio de éste. Gobernaba desde Concepción del Uruguay o desde su campamento militar de Calá. En varios sentidos fue muy similar a Rosas y a otros caudillos de la época. Protegió a la ganadería, favoreció la instalación de saladeros de carne vacuna, hizo exigir la papeleta de conchabo a todos los peones rurales, mejoró los caminos y los puertos, instaló molinos de agua, y ayudó al establecimiento de pequeñas industrias. Ejerció un poder de policía muy eficaz, pero muy cruel, ya que a la menor falta, los delincuentes eran sencillamente ejecutados.

Ordenó llevar la contabilidad con una precisión desconocida hasta entonces. Impuso un control fiscal estricto, y una dedicación intensa a los funcionarios y empleados; redujo el gasto público sin descuidar las funciones del estado, e hizo publicar mes por mes los gastos e ingresos por la prensa.

Su principal preocupación fue la educación; extendió las escuelas primarias que había fundado su antecesor y fundó nuevas escuelas secundarias, públicas y modernas. La primera que fundó fue la de Paraná, dirigida por Manuel Erausquin. Tras una serie de conflictos con el gobierno de esa ciudad, el cuerpo de profesores pasó al otro colegio fundado por Urquiza, el actual Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Tendría un gran auge durante el tiempo en que Buenos Aires se separara de la Confederación, bajo la dirección de Alberto Larroque, que lo transformó en el colegio secundario más moderno de su época, y por muchos años compitió en prestigio con el de Buenos Aires y el de Córdoba.

Se llegaron a publicar tres periódicos simultáneamente; se fundaron teatros, escuelas secundarias de mujeres, bibliotecas públicas, etc. Llamó a su provincia a varios emigrados ilustres, sobre todo a federales antirrosistas, como Pedro Ferré, Manuel Leiva y Nicasio Oroño, pero también a unitarios como Marcos Sastre y otros. El ambiente que se respiraba en la provincia era mucho más libre que el de Buenos Aires u otras ciudades del interior.

El ambiente de libertad, que tanto contrastaba con el de Buenos Aires, llamó la atención de los emigrados y unitarios. Muchos, como Sarmiento o el general Paz, comenzaron a pensar que Urquiza sería el elegido por la historia para convocar un congreso constituyente y derrocar a Rosas.

Campañas en Uruguay y Corrientes

El gobernador Joaquín Madariaga puso su ejército en manos del general José María Paz, que ya en 1841 había logrado un impresionante triunfo en la batalla de Caaguazú en Corrientes. Paz organizó eficazmente a su ejército, y cuando el gobernador entrerriano invadió la provincia, le preparó una trampa en el extremo norte de los esteros del Iberá. Para llevarlo hasta allí tenía que cruzar toda la provincia, de modo que ordenó al jefe de su vanguardia, el hermano del gobernador, que se mantuviera cerca del enemigo, pero sin presentar batalla.

Madariaga se dio cuenta de que llevar a Urquiza hasta el otro lado de la provincia dejaba todo Corrientes en manos del enemigo, y que la población sufriría mucho, por lo que intentó resolver la guerra por medio de operaciones de guerrillas Madariaga se enfrento con Urquiza el en el sudoeste de la provincia de Corrientes el 4 de febrero de 1846,en la batalla de Laguna Limpia.

Batalla de Laguna Limpia

Urquiza se movió con gran rapidez y lo alcanzó el 4 de febrero, obligándolo a la lucha. El terreno era favorable a las fuerzas de Madariaga, pero éste no supo sacar provecho de esta circunstancia, y el estrecho callejón por donde debían avanzar los federales se convirtió en un angosto pasillo por donde huyeron los correntinos, llevándose por delante a los ubicados más atrás.
Los correntinos perdieron ciento sesenta muertos, y de entre los prisioneros, a Juan Madariaga, cuyo caballo rodó contra un tronco. Junto al general correntino cayó su correspondencia, por lo que Urquiza se enteró de que Paz lo llevaba hacia el norte.Urquiza siguió avanzando hacia el norte, saqueando las estancias enemigas a su paso, y antes de enfrentarse a Paz, retrocedió, saqueando media provincia y posteriormente se retiró a su provincia llevando consigo como prisionero a Juan Madariaga, a quien logró convencer de sus intenciones pacíficas para con Corrientes, por lo que el general prisionero escribió a su hermano una carta contándole de la buena predisposición de Urquiza.
Los Madariaga estaban dispuestos a iniciar conversaciones con Urquiza, pero Paz se negó, no sólo desconfiaba de Urquiza, sino que el acuerdo propuesto hubiera detenido la guerra contra Rosas. Por otro lado, el tratado propuesto dejaba de lado la autoridad militar y diplomática del propio Paz. Tras el intento de deponer a Joaquín Madariaga, Paz abandonó el ejército y se exilió en el Paraguay.

Como el gobernador correntino aceptó iniciar tratativas, Urquiza le escribió un largo informe y liberó a su hermano, enviándolo con sus propuestas. El entrerriano pidió autorización a Rosas para firmar un tratado de paz con Corrientes.

El tratado de Alcaraz

Urquiza y Madariaga se encontraron en Alcaraz, cerca de La Paz, y el 15 de agosto firmaron el Tratado de Alcaraz. Por el mismo se arreglaba la paz, Corrientes se reintegraba a la Confederación Argentina devolviendo el encargo de las relaciones exteriores a Rosas y confirmaba su adhesión al Pacto Federal de 1831. Pero el tratado tenía una parte secreta, impuesta por Madariaga y aceptada por Urquiza como un mal menor, por la cual Corrientes no estaba obligada a participar en la guerra contra el gobierno de Montevideo ni contra Francia y el Reino Unido y se preveía la pronta convocatoria a un congreso constituyente.

Rechazo del tratado

Urquiza envió el tratado a Rosas, en manos del coronel José Miguel Galán, pero Rosas lo pensó durante dos meses, y luego lo rechazó: si Corrientes podía apartarse de una guerra nacional, entonces realmente no se incorporaba a la Confederación. Urquiza intentó entonces convencer a los Madariaga de hacer algunos gestos a favor de Rosas, como la implantación de los símbolos federales – especialmente el "cintillo punzó" –pero Madariaga se negó por completo. 

Por el contrario, el gobernador correntino propuso un tratado entre su provincia y Entre Ríos contra Rosas. 
Urquiza reconoció al nuevo gobierno de Montevideo, lo cual fue por Rosas 
A principios de noviembre, Galán llegó a Entre Ríos con la respuesta: aprobaba el tratado de Alcaraz, pero no su parte secreta, y reprobaba enérgicamente el reconocimiento del gobierno montevideano. Además exigía el regreso de los exiliados federales a Corrientes, y la indemnización de sus propiedades confiscadas. El 10 de marzo de 1847, tras varios meses de negociaciones, Madariaga cerró las negociaciones.
Urquiza pidió instrucciones a Rosas, y éste ordenó reiniciar la guerra contra Madariaga, por lo que inició su avance sobre Corrientes, desde el campamento del Calá, el 4 de noviembre, al frente de 7.000 hombres, logrando la victoria en la batalla de Vences o del Potrero de Vences, el 26 de noviembre de 1847 tras la cual Madariaga fue derrocado y Corrientes se reintegró a la Confederación Argentina acaudillada por Rosas.

La batalla de Vences

El caudillo entrerriano anuló lo hecho y reanudó las hostilidades, venciendo con siete mil soldados y excelente artillería a los Madariaga en la batalla del potrero de Vences el 27 de noviembre de 1847. Madariaga contaba con 3.500 soldados de caballería, 900 infantes y 12 cañones; pero, a las diez de la mañana, Urquiza y el general Garzón atacaron entre esteros que parecían infranqueables y aniquilaron a los correntinos. 

La batalla se caracterizó por su violencia, y toda la ferocidad de Urquiza en Pago Largo e India Muerta fue pálida al lado de la crueldad demostrada en Vences. Sobre el campo de batalla, y durante varios días de persecución, los prisioneros fueron degollados, lanceados y fusilados con tal ensañamiento y barbarie como no hay otro ejemplo en los anales del Río de la Plata. 

Madariaga había comenzado su mensaje al gobierno provincial el 21 de octubre con las palabras «¡Patria, Libertad, Constitución»,  y esto no respondía a los deseos de Rosas. Joaquín de Madariaga pudo eludir la persecución y se dirigió a Paraguay, y después al Brasil, muriendo en Pórto Alegre en 1848. 

El coronel Miguel Virasoro fue elegido gobernador de Corrientes, y Urquiza le remitió el 21 de diciembre a 48 oficiales y 1.915 soldados, incluido el batallón Unión con su banda de música completa, tomados prisioneros en Vences, y le envió, además, seis cañones con trescientos tiros de bala y metralla, trescientos fusiles y treinta mil cartuchos capturados también en aquella batalla.

Después de Vences el país quedó sometido enteramente a Rosas; el poder de éste era ya omnímodo. 

No quedaron focos de resistencia activa en el territorio nacional; únicamente los emigrados de Chile y de Montevideo continuaban la prédica opositora. 

El 20 de marzo de 1848, Florencio Varela, uno de los más tenaces opositores y periodista de nota, director del Comercio del Plata de Montevideo, fue asesinado en esta ciudad. Cuando se disponía a entrar en su casa de la calle Misiones, un contrabandista canario, Andrés Cabrera, le acuchilló por la espalda.

Pero, menos de tres años más tarde, Urquiza y Virasoro se aliarían contra Rosas, en lo que se conoce como pronunciamiento de Urquiza, y formarían el grueso del ejército con que Buenos Aires caería derrotada en la batalla de Caseros. Al año siguiente se sancionaría la Constitución Nacional Argentina.