Biografias de letra D
Dagnino Pastore José María Daireaux Carlos Godofredo Damasco Vicente Daract Justo Darregueira José D’Arienzo Juan Dávalos Jaime Dávalos Juan Carlos Díaz Ana Díaz Avelino Díaz Cesar Díaz Leopoldo Díaz Rodolfo Díaz Bessone Ramón Genaro Díaz Colodrero Mario Fernando Díaz De Guzmán Ruy Díaz De Solís Juan Pedro Díaz Vélez Eustaquio Antonio De Alzaga Martín De Andrea Miguel De Caro Julio De Dios Filiberto Juan De Elío Franciso Javier de Escalada Antonio José De Escalada De San Martin María De Los Remedios Carmen Rafaela Feliciana De Gainza Martín De Gainza Martín De Garay Juan De Iriondo Manuel María De La Campa Juan De La Cárcova Ernesto Celedonio De La Cruz Goyeneche Luis De La Plaza Victorino De La Rúa Jorge De La Riestra Norberto De La Riva David Rogelio Horacio De La Rua Fernado De La Torre Calixto De La Torre Jorge De La Torre Lisandro De Las Heras Juan Gregorio De Luca Esteban De Mendiguren José Ignacio De Mendoza Francisco De Mendoza Pedro De Olazábal Félix De Olmos José Severo De Pablo Pardo Luis María De Paula Castañeda Francisco De Rogatis Pascual De Rojas Diego De Uriarte Pedro Francisco De Vedia Y Mitre Mariano De Vicenzo Roberto De Vido Julio Decibe Susana Deheza Román Antonio Del Campillo Juan Del Campo Estanislao Del Campo (marquez De Loreto) Nicolás Del Carril Bonifacio Del Carril Hugo Del Carril Salvador María Del Mazo Gabriel Del Pino Joaquín Del Valle María Remedios Del Viso Antonio Delich Andrés Dell'Oro Maini Atilio Dellepiane Luis J. Demaría Mariano Demarchi Alfredo Demare Lucas Demiddi Alberto Denevi Marcos Héctor Derqui Santiago Descalzo Bartolomé Di Stéfano Alfredo Di Tella Guido Dickmann Adolfo Dickmann Enrique Discépolo Armando Discépolo Enrique Santos Divito José Antonio Guillermo Doga María Nélida Domínguez Jorge Domínguez Luis Lorenzo Domecq García Manuel Tomás Donado Agustín José Donato Del Carril Emilio Dorrego Manuel Dragún Osvaldo Drago Luis María Drago Mariano José Dresco Arturo Dromi Roberto José Duarte De Perón María Eva Duhalde Eduardo Alberto Duhalde Eduardo Luis Duhau Luis Dumas Vito Dumón José Gabriel Dupeyron Roberto M. Garay Juan de Santa Cruz Andrés de

Francisco De Paula Castañeda

Francisco de Paula Castañeda Religioso y patriota argentino (1776-1832). Adquirió fama por su empeño en institucionalizar la enseñanza artística, así también como por su oratoria y sus artículos periodísticos contra Bernardino Rivadavia.
Francisco de Paula Castañeda
Francisco De Paula Castañeda

Sus comienzos

Se ordenó sacerdote en Córdoba en 1800, y enseñó teología moral en el convento de la Recoleta.

Al producirse las invasiones inglesas, ejerció el cargo de capellán de los soldados católicos irlandeses. Apoyó decididamente la Reconquista, y ayudó a muchos de sus irlandeses a desertar y unirse a las fuerzas rioplatenses. Pronunció un discurso en la Catedral de Buenos Aires que llamó mucho la atención. Fue capellán de uno de los cuerpos que se formó para la Defensa contra la segunda invasión inglesa.

Fue un decidido apoyo para la Revolución de Mayo desde el púlpito; era un gran orador religioso, y se convirtió en un excelente orador político. Desde mediados de la década de 1810 comenzó a escribir poesías en los periódicos porteños. Por esa época fundó una escuela de artes y oficios en el Convento de la Recoleta, consiguiendo que el Estado la sostuviera. También consiguió la fundación de dos escuelas primarias en la capital.

Fue casi el único clérigo que se animó a pronunciar el sermón patriótico del 25 de mayo de 1815, en medio de una atmósfera de temor debida a la noticia del regreso de Fernando VII al trono español.



Oposición a Rivadavia

En 1820 fue de los primeros en darse cuenta de lo injusto que había sido el pueblo y el gobierno en no asistir a los funerales de Manuel Belgrano, y ensayó un obituario en un periódico. Ese mismo año fundó su primer periódico, con el curioso nombre de El Despertador Teofilantrópico Místico Político. Por algunas de sus notas fue desterrado al fortín de KaKel Huincul, hoy Maipú.

En un primer momento apoyó el gobierno de Martín Rodríguez, que le permitió regresar a la capital. Cuando su ministro Rivadavia comenzó su reforma religiosa, inició una serie de artículos periodísticos en contra de esa política en la prensa "seria". La presión del gobierno le impidió seguir publicándolos, por lo que editó varias publicaciones de vida efímera, como Doña María Retazos, El Desengañador Gauchipolítico y El Amigo de Dios y de los Hombres. En ellos atacaba tanto la política de Rivadavia como a su persona, por todos los medios posibles, en verso y en prosa, siempre con gran dureza y con un estilo satírico e irónico.

Se hizo muy conocido, admirado u odiado por todos, de modo que fue exiliado por orden de Rodríguez en 1822 al sur de la provincia. Anduvo por Tandil y Dolores. Indultado, regresó ese mismo año.

Nuevamente dirigió con fray Cayetano Rodríguez, cuyo estilo era menos mordaz, las campañas periodísticas en defensa de los privilegios y derechos de la Iglesia Católica. De su segundo período fueron los periódicos El Lobera, La Verdad Desnuda y La Guardia Vendida por el Centinela - evidente alusión a la actitud complaciente del nuevo administrador apostólico de la diócesis. Fue desterrado nuevamente, esta vez al Fortín Areco, donde fundó una escuela.

Parece no haber tenido participación en la "Revolución de los Apostólicos" del 19 de marzo de 1823 en oposición a la reforma eclesiástica impulsada por Bernardino Rivadavia en 1822, dirigida por Gregorio García de Tagle. Pero, al año siguiente, el ministro Rivadavia lo acusó de tener relaciones con el mismo y lo expulsó de Buenos Aires, a la que nunca volvería.

Junto con el fraile, se exilió su hermano, Pedro Castañeda, que llegaría a ser gobernador federal de la provincia de Jujuy.



En Santa Fe y Entre Ríos

Primero se estableció en Montevideo, donde, contra su voluntad, fue elegido diputado; renunció para no servir al Brasil y pasó a San José del Rincón, a poca distancia de la ciudad de Santa Fe. Allí construyó y dirigió una escuela, que fue muy concurrida por niños desde grandes distancias. Incluso tuvo alumnos indígenas del Chaco, a través de los cuales misionó entre las tribus guaycurúes. Escribió algunos textos sueltos, que tuvieron gran difusión en esa provincia. Siguió editando publicaciones efímeras, como Los Deberes del Hombre, Vete portugués que aquí no es y Obras Póstumas de Nueve Sabios que murieron por Retención de Palabras. Los títulos no desmerecían el estilo irónico de su contenido, pero sus textos exhibían sentido común.

Una terrible sequía le hizo perder muchos de sus progresos en San José del Rincón. Invitado por las provincias de San Juan y Corrientes a que fundara escuelas allí, eligió sin embargo la más pobre pero cercana Entre Ríos. Un vecino, Salvador Ezpeleta, le pagó la construcción de un aula y la provisión de una biblioteca en el pueblo que había fundado, que hoy es Victoria (Entre Ríos), a cambio de que Castañeda le diera clases de latín y filosofía.

A fines de 1828 se pronunció contra la revolución de Juan Lavalle, y editó en su contra sus últimos periódicos, Buenos Aires Cautiva y La Nación Argentina Decapitada por el Nuevo Catilina Juan Lavalle. Por un tiempo vivió en Rosario del Tala, en el centro de la provincia, y más tarde se trasladó a Paraná, donde construyó otra escuela y una capilla. Allí falleció en marzo de 1832.